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Seguro que alguna vez has sentido celos, ¿verdad? Ya sea en pareja o con una amistad o una persona de la familia. Qué difícil es de gestionar, ¿no?
Primeramente, nos gustaría que te plantearas como definirías los celos, más allá de un sentimiento desagradable. Complicado, ¿cierto? Los celos son un estado emotivo ansioso que sufre una persona, y que se caracteriza por el miedo a perder la posibilidad del que, se percibe, se posee.
Ya sabemos que no poseemos a la otra persona, pero es inevitable que nos preocupe perder la posición de privilegio que sintamos que tenemos con alguien. Es decir, cuando tenemos vínculo con una persona y sentimos que somos especiales por algún motivo, no queremos dejar de serlo. ¿Son sanos? Bien, no cuando resultan un impedimento o una problemática para la relación (es decir, la mayoría de las ocasiones), pero sí son normales, comunes y comprensibles. Vienen siempre de la inseguridad, a pesar de no todos los celos son iguales.
Existen los celos motivados y los inmotivados. Los primeros son cuando hemos vivido algunas situaciones en pareja, como una infidelidad no elaborada, la falta de compromiso de una de las dos personas de la pareja o estar una relación de pareja asimétrica. En este caso, podemos entender que la reacción lógica sea sentir celos.
Por otro lado, los celos inmotivados vienen por la carencia de confianza hacia unx mismx, por experiencias familiares o personales vividas previamente, o porque existe un trastorno psicológico de base. Es decir, la otra persona realmente tiene poco a ver, y estamos proyectando nuestras inseguridades y miedos en la relación.
Entonces, ¿cómo conseguimos gestionarlos adecuadamente?
Primero, como siempre, identifica cómo te sientes. Entiende que esta emoción es comprensible y aparece de una inseguridad. Acto seguido, tenemos que averiguar de dónde proviene esta inseguridad: ¿me siento insegurx con la relación, o me falta confianza en mí mismx?
En caso de que me sienta insegurx con la relación, tendremos que ver de qué maneras podemos potenciar la seguridad en la misma. Quizás necesitas que esta persona te exprese afecto de una manera diferente, o que buscar más espacios para tener tiempos de calidad. Seguramente no te lo muestre de la manera que tú deseas, pero esto no quiere decir que no podamos encontrar maneras diferentes que te generen seguridad.
Por otro lado, si lo que detectas es que la inseguridad es propia por experiencias pasadas o por carencia de autoestima, te animamos a que intentes trabajarlo de manera autónoma o con ayuda terapéutica.
Sea como fuere, ¡os animamos a potenciar la comunicación y la comprensión para que sea más sencillo entendernos todas y todos juntos!
¡Esperamos que te haya resultado útil! ¡Hasta la semana próxima!
El equipo de Somni Psicologia
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Hemos hablado varias veces sobre la importancia de los límites, y siempre nos gusta utilizar una metáfora que nos parece muy visual. Vamos a imaginarnos a un/a niño/a o adolescente al inicio de un camino. Los limites delimitarían el camino. Si no hay delimitación, el margen de error de la persona que va por el camino será mucho más elevado, es decir, tendrá muchas más posibilidades de perderse, de equivocarse o de irse hacia los extremos del camino.
Muchas veces al hablar con padres y madres sobre los límites aparecen algunas dudas: ¿Qué límite debo poner? ¿Cómo hago que lo cumpla? ¿Qué consecuencia aplico? ¿Cuándo lo pongo? ¿Y si se rebela? Estas son preguntas muy frecuentes y que tienen una respuesta en concordancia con las dificultades de comportamiento que muestra el niño o la niña; en base a sus prioridades, a sus intereses, a su edad, entre otras.
Pero a veces surgen miedos aun sabiendo que poner límites es algo que a la larga beneficia a nuestrx hijx. ¿Os viene a la cabeza de que miedo podemos estar hablando?
Como madres y padres a veces lo que piense el resto sobre nosotros o sobre la educación que les brindamos a nuestrxs hijxs nos puede repercutir bastante. Tanto es así que, a veces, lo dejamos pasar y lo intentamos arreglar como sea para no llamar la atención, aunque te estes mordiendo la lengua.
¿Quién no ha sido mamá o papá y su hijx le ha montado una pataleta en medio del parque, o en medio de la salida de la escuela, o en el kiosko, o el supermercado? Ahí intentamos actuar lo más rápido posible, aunque no estemos siguiendo nuestros valores, porque parece que al estar a ojos de más gente debemos encontrar la solución rápidamente para que la intensidad emocional de nuestrx hijx se reduzca y dejemos de sentir verguenza o asombro.
En casa, con los límites, a veces pasan cosas similares. Por ejemplo, tenemos que marcar un límite en casa y sabemos que nuestrx hijx se va a desregular al oír la consecuencia que va a tener por haberse comportado de manera inadecuada o por no haber realizado sus tareas. El/la niño/a, si aún no está acostumbradx a tener límites, lo primero que va a hacer es intentar por todos los medios deshacerse de ese límite y no tener consecuencia.
¿Y aquí qué entra? Entran los gritos, los llantos de los hijxs, si perdemos la paciencia de los adultos; y entonces…. LOS VECINOS. ¿Qué pensarán los vecinos? ¡Un día de estos vendrá la policía! ¡Cuando me los cruce no sabré ni cómo mirarlos!, entre mil frases más o pensamientos que a veces a todos nos han venido a la cabeza.
Desde Somni Psicologia os queremos validar estos miedos. No os vamos a decir que poner límites es algo fácil agradable; a veces se hace cuesta arriba y más bien es desagradable, pero con perseverancia haremos que nuestrxs hijxs sean responsables, sepan que hay que hacer esfuerzos y deben ser constantes y adecuados. Tened en cuenta que los estamos protegiendo de posibles frustraciones con otras personas, les estamos enseñando a que no siempre se puede conseguir lo que ellxs quieren, que no todo es inmediato y, sobre todo, que la autoridad no son ellxs y deben de respetar las autoridades aunque estén en contra de su punto de vista en diferentes ocasiones.
¡Esperamos que te haya resultado muy interesante! ¡Hasta el próximo miércoles!
El equipo de Somni Psicologia
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No nos engañemos: a todas y todos nos hace daño cuando la otra persona decide acabar una relación. Nos han dejado, y entramos en un estado de ánimo complejo en que hay muchísima tristeza y dolor. Así pues, ¿sabías que después de una ruptura, puedes hacer un crecimiento personal inmenso? Si te preguntas cómo, sigue leyendo.
Cuando nos dejan, sufrimos. Pero este sufrimiento puede ser productivo o no. Se entiende por sufrimiento productivo aquellos momentos en que, por el hecho de estar sufriendo de este modo, dejas de hacerlo porque aprendes del que sufres. Es decir, escuchas y extraes un aprendizaje de este sufrimiento.
¿De qué depende que aprenda o no de esta experiencia? Hay varios factores:
- Aceptación superadora del sufrimiento o negación del mismo: si doy espacio a la emoción, la vivo y entiendo que tengo que pasar por este proceso (por ejemplo, llorando cuando lo necesito; o reconociéndome que es un palo gigante que me hayan dejado), lo acepto y puedo avanzar. Del contrario, se cronifica.
- Hacer autocrítica o culpabilizar al/a la otrx: no es el mismo plantearme qué he hecho yo, por qué me han dejado y de qué manera lo puedo rectificar, que culpar a la otra persona. Quizás el crecimiento que realice en este momento no sirva para volver a tener la relación que he perdido, pero sí que es un aprendizaje para mí. Y si no tiene nada que ver conmigo (es decir, no he hecho nada mal), lo asumo y sigo adelante.
- Recuperar aficiones o recluirme mí mismx: es normal que, con la emoción, nos encallemos un poco con pensamientos como “me acordaré toda la vida de esta persona”, pero es cierto que no nos hace bien. Así, si recupero aficiones, socializo, tengo una motivación de este estilo, probablemente mejore mi tono vital.
- Iniciar nuevos proyectos u obsesionarme con el pasado: obviamente, no nos resulta útil pensar que “no encontraré a otra persona igual”. De nuevo, sabemos que nos aparecen estos pensamientos y es comprensible, pero es más interesante buscar nuevos proyectos motivadores (¡que no quiere decir iniciar nuevas relaciones, ojo!) para seguir creciendo.
- Evitar conductas destructivas o refugiarse en hábitos tóxicos: si cuando te dejan, lo primero que haces es tomar una copa, probablemente te quedes encalladx en este malestar porque lo estás rehuyendo. El cliché de “sexo, drogas y rock’n’roll” suena mucho chulo, pero no te hace bien. En cambio, recurrir a amistades sanas o a terapia puede ayudarte a asimilar todo lo que te está pasando.
- Buscar apoyos y ayudarte a ti mismx o exigirlos y no ayudarte: el concepto en sí es fácil: ayúdate y te ayudarán. Si las personas de tu alrededor te ayudan, pero ven que tú no te estás cuidando ni te estás ayudando, dejarán de hacerlo. En cambio, cuando buscas estos espacios de autocuidado, irás mejorando y también potenciarás el apoyo externo.
Sabemos que estos momentos son muy difíciles. Tómatelo con calma, cuídate y date espacio. Te recomendamos que lo hagas desde este punto de vista de autocuidado y autoaceptación. Y si necesitas más ayuda, ¡sabes dónde encontrarnos!
¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia
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¿Qué familia no tiene conflictos, puntos de vista diferentes o simplemente un estilo de comunicación pasivo o agresivo en algunas situaciones?
Hoy queremos explicaros que, justamente con nuestro círculo de más confianza, es con quien nos tomamos la libertad de expresarnos sin filtro social, lo cual a veces se nos escapa de las manos. En ocasiones no procesamos nuestro estilo de comunicación con aquellxs que más queremos. Parece que, como sabemos que nunca les perderemos y siempre estarán a nuestro lado, no nos contenemos a la hora de verbalizar cualquier cosa. En contraposición, sabemos que una vez hemos actuado mal, el dolor y la sensación de culpa también son intensos.
Hablemos pues de lxs adolescentes y, no tan adolescentes. Cada vez más, lxs hijxs tardan más en independizarse, tal y como está la economia, el trabajo, los alquieres…, es comprensible. Así pues, lxs hijxs quieren ser independientes, aunque sigan estando en casa de sus padres. Parece fácil, pero resulta difícil, puesto que si vives en casa de tus padres sabes que ellos son la autoridad y que tu debes seguir sus normas y no oponerte a tus límites, pero tu madurez, tu personalidad y tu forma de ser puede ser dispar a lo que tus referentes creen, piensan o actúan.
La mayoría de veces los padres y madres solo quieren facilitarnos las cosas, enseñarnos, darnos lecciones de vida, dado que ellxs han pasado por situaciones parecidas a las nuestras y hablan desde la experiencia. Lxs adolescentes pueden vivirlo de manera muy agresiva porque parece que la sabiduría de lxs padres sea la única verdad absoluta, cuando ellxs no se sienten descritos por los argumentos de lxs referentes.
La vida, la sociedad, la manera de pensar, de hacer, cambia y varia con el tiempo; y es importante, tanto para madres y padres como para hijxs escuchar las versiones de cada uno, sin anular la del otro. Hay que tener en cuenta que la adolescencia no es una buena época, mejor dicho, es una buena época, pero nada estable y tranquila. Y a la vez, también hay que validar que a veces la parentalidad en la adolescencia puede cargar a tus hijxs. Muchas preguntas, muchas normas, muchos puntos de vista, muchas preocupaciones, mucho control: “¿Cómo ha ido el día?”, “¿Con quién has estado?”, “¿Cuándo vuelves?”, “¿Qué has hecho en el instituto?”, “¿No tienes deberes?”, “A las 21h en casa”, “me da igual las notas de tus compañeros”, “estás creando un drama de la nada”, “si tu supieras por lo que pasé yo…”. Muy agobiante, ¿verdad?
Y la reacción habitual de lxs adolescentes a los padres y a las madres: “Dejáme en paz”, “no me preguntes”, “soy el único que no puede ir a la fiesta”, “los padres de Maria son mucho mejores”, “estoy harta de vivir con vosotros”, “dejad de controlarme”, “vaya mierda de familia”, “no me hagas tantas preguntas”, “voy a venir a la hora que quiera”, “tú no puedes mandar sobre mí, soy mayor de edad”, “si soy así es por lo que tú me has enseñado…”. Comprendemos que, escuchar esto, también debe ser complicado.
Con esta entrada queremos que sepáis tanto padres y madres, como hijxs, que no es fácil ninguna de las dos partes. Que lo mejor es negociar, decir qué cosas, nos molestan sin alterarnos, y sin ser repetitivos, consensuar y tener un ambiente lo más tranquilo posible.
¡Esperamos que te haya parecido interesante!
Te contamos más cosas el miércoles que viene.
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¿Cuántos padres y madres temen y sufren la llegada del momento de las notas? Ese momento en que los niños y niñas llegan de la escuela con un papel, que pretende reflejar el conocimiento adquirido durante ese trimestre. Y es que a muchos padres y madres les genera ansiedad este momento, ya que les parece determinante para sus niñxs, y aparece el común miedo al fracaso: “¿Y si ha suspendido muchas?”, “¿Y si no consigue aprobarlas?”, “¿Y si no le gusta estudiar?”, “¿Va a ser un/a fracasadx?”
¿Y dónde va toda esa falta de confianza y miedo al fracaso? Obviamente a los niñxs que, aunque creamos que no nos escuchan o que no nos están haciendo caso, son como una esponja que absorben todo lo que ven y todo lo que oyen.
Y es que, como hemos hablado en muchas ocasiones, cada niñx es un mundo, con sus habilidades y con sus dificultades, y a veces un sistema académico rígido y basado en aprender conceptos y plasmarlos en un examen puede no ser beneficioso para todxs ellxs. Si solo basamos las habilidades de los niñxs y su valía en los logros académicos, no solo los padres y madres tendrán y vivirán ese miedo al fracaso de sus hijxs, sino que ellxs también lo experimentarán.
¿Qué puede generar eso? Pues seguramente nos encontraremos con niños y niñas ansiosxs, nerviosxs, con una baja autoestima, y con mucho miedo a probar cosas nuevas o a seguir intentando cosas que no les salen, por el miedo a fracasar.
Es importante hablar y mostrar a los niños y niñas el valor del fracaso, la importancia de intentar las cosas, aunque no nos salgan; de probar cosas nuevas, de seguir intentándolo, y sobre todo, es importante que restemos importancia a esas notas y le demos un valor distinto, de celebrar y realzar aquellas áreas en las que ha destacado, y las que no, no vivirlas como un fracaso sino como una manera de visualizar en qué cosas tocará esforzarse un poquito más.
Y, a ser posible, generar un espacio en el que hablar de que cosas también nos cuestan a nosotros como adultos y que seguimos intentando, asegurándonos que no tenga miedo a suspender, a equivocarse, a vivir esos errores como parte del proceso de aprender, para que en un futuro no tengan miedo a probar, intentar y equivocarse.
¡Nos vemos la semana que viene con un nuevo artículo!
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Durante la adolescencia hay muchos cambios: físicos, mentales, de amistades, valores, entre otros. Todo cambia y es bastante intenso, pues desarrollan emociones y sentimientos que nunca antes habían tenido. Lxs adolescentes dejan de ser tan dependientes de sus referentes y empiezan a buscar libertad e independencia para muchas de sus actividades, ideas o decisiones.
Desde Somni Psicologia, recomendamos que los y las referentes tengan en cuenta esta etapa, que no es fácil y que procuren ser padres y/o madres accesibles y también limitantes. Qué fácil suena decirlo, ¿verdad?
Lo que para unx adultx puede sonar fácil o absurdo, para unx adolescente puede ser algo muy importante y que le conlleve emociones intensas y difíciles de controlar. Quitar importancia a sus emociones no va a hacer que la gestión emocional sea mejor, sino todo lo contrario; cualquier adolescente se disparará más y aún se sentirá menos entendidx y más inestable emocionalmente. Además, muchxs adolescentes se caracterizan por su pasotismo, pero otrxs pueden sentirse muy culpables si sus referentes le dicen que la situación emocional que está viviendo “no es para tanto”.
Así pues, con la entrada de blog de hoy queremos daros algunos tips para ayudar a vuestrxs adolescentes en situaciones emocionales intensas:
- Valídale la emoción: “entiendo que te sientas…”.
- Muéstrate accesible y denota confianza para que se pueda dirigir a ti cuando se encuentre en un estado intenso o inestable.
- Márcale ciertos límites para que su margen de error sea menor y pueda seguir una buena guía, a través de los límites impuestos.
- Interésate por su estado emocional, pero no hagas preguntas como si de un interrogatorio se tratara. Intenta fijarte en su expresión por si se está sintiendo presionadx o agobiadx.
- Intenta pensar por qué para ti no es demasiado importante lo que él o ella está viviendo como súper importante. Quizás no tienen experiencia en ese tipo de situaciones.
- Ofrece consejos, pero no en forma de obligación o riña.
Esperamos que os sirvan, y también que os resten sentimiento de culpabilidad y agobio delante de la dificultad de llegar a ellos/as. ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia