Autoestima, Diagnóstico, Emociones, Gestión Emocional, Inteligencia, Neurología, NUESTRO BLOG, Salud Mental
Socialmente, hemos atribuido a la inteligencia un valor inigualable, convirtiéndola en uno de los temas relacionados con la psicología que más interés generan. Esto es normal, teniendo en cuenta que le hemos asociado a este constructo el aumento de calidad de vida, de comunicarnos mejor, de optar a mejores trabajos, tomar mejores decisiones o, incluso, tener un estilo de vida más saludable.
Siendo así ¿quién no querría saber su cociente intelectual?
Existen muchos test de inteligencia que tienen por objetivo medir la inteligencia del individuo obteniendo como resultado un valor numérico. Los hay en formatos completamente distintos: individuales, grupales, de conocimiento adquirido, de inteligencia lógica, de inteligencia verbal…
Su valor no ha parado de crecer, dada la oportunidad que ofrecen de conseguir un valor objetivo, permitiéndonos conocer el nivel de los alumnos, en entrevistas de trabajo para comprobar los conocimientos y aptitudes de los candidatos, o hacer evaluaciones diagnósticas más precisas.
Sin embargo, cada vez son mayores sus críticas:
- ¿Qué considera cada test que es la inteligencia?
- ¿Existe una única inteligencia? ¿O hay más?
- ¿Cómo son administrados estos test?
- ¿Cuál es su uso adecuado?
- ¿Cuáles de ellos son válidos y fiables?
- ¿Estos instrumentos tienen en cuenta el Efecto Flynn?
- ¿Qué consecuencias tendrá el resultado para la persona evaluada?
- ¿Es real el valor que le atribuimos a la inteligencia?
Nosotras lo tenemos claro. El uso descontrolado de los test de inteligencia no tiene el valor que tradicionalmente la sociedad le ha atribuido. Y hay que vigilar mucho el uso que le damos a cada uno de ellos, controlando, siempre, el contexto en que se administra.
En el mundo clínico, existen test de inteligencia que han superado muchas pruebas de fiabilidad y validez, que nos ayudan enormemente en la evaluación diagnóstica y la intervención terapéutica. Sin embargo, deben ser administrados siempre por un/a profesional y en un contexto detalladamente especificado para que cumpla su función de la debida manera.
En cambio, en el contexto académico, la evaluación de la inteligencia a través de estos instrumentos, a menudo, deja de lado otros tipos de inteligencia que también pueden ser muy importantes para el desarrollo del alumnado.
Esperamos que os haya resultado interesante el artículo.
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
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¿Qué sabemos de las Altas Capacidades? Hay muchas personas que tienen un diagnóstico de Altas Capacidades y, a veces, es difícil pensar que las dificultades que presenta sean compatibles con el diagnóstico, simplemente por el significado que le da la sociedad al mismo.
Este diagnóstico afecta al entorno vital de la persona que lo posee; ya sea en el ámbito personal, social, académico o laboral. Así pues, es importante establecer una diferenciación de cada diagnóstico con su sintomatología, sin dejar de ver el global de la unicidad de la persona. A veces es difícil comprenderlo, puesto que en nuestra sociedad actual el diagnóstico de Altas Capacidades tiene una connotación positiva, pero no hay que dejar de lado las peculiaridades o dificultades que determina.
Una persona con Altas Capacidades, puede tener intereses personales especiales, puede mostrarse rígido y vulnerable a la sensibilidad emocional, y puede presentar conductas sociales que vistas desde fuera pueden llamar nuestra atención. Muchas veces caemos en la trampa de etiquetar a una persona por su diagnóstico y, en este caso, no dar valor a las dificultades que aparentemente no se ven. Además, con un diagnóstico de Altas Capacidades podemos caer en el mito de: «Si es muy inteligente, como no tiene que entender esto» «Cómo no va a saber hacerlo» «Hay que ponerle retos más complejos».
A una persona con Altas Capacidades, el hecho que la gente del entorno pueda verla o concebirla cómo alguien superior en inteligencia, puede menguarle la autoestima cuando se encuentra ante un error o un fracaso, puesto que tiene inculcado que él o ella tendría que ser más que el resto. Por eso, consideramos muy importante explicarle a la persona qué significa tener Altas Capacidades y no quedarnos solo con la lógica de las palabras del diagnóstico.
A veces las familias deciden desarrollar una evaluación diagnóstica al ver algunos aspectos peculiares en sí mismos/as, o en sus hijos. La demanda puede ser muy diversa:
- Mi hijo/a se distrae mucho en clase
- Mi hijo/a molesta sus compañeros
- Mi hijo/a pregunta mucho sobre un tema y hasta que no tiene una solución a su curiosidad no para
- Mi hijo/a se preocupa mucho por actos de terceros y sufre
- Mi hijo/a es muy sensible y llora mucho
- Mi hijo/a tiene pensamientos muy repetitivos y cuesta que deje de pensar
- Mi hijo/a no contesta a su nombre
- Mi hijo/a solo habla de un tema en concreto
- Mi hijo/a tiene un vocabulario muy diferente a los compañeros/as de su edad
- Mi hijo/a interpreta las situaciones sociales de manera errónea
- Mi hijo/a es muy distraído/a y poco organizado/a
- Cuesta mucho que haga los deberes
- A veces no quiere hacer caso a la autoridad y se rebela
Con este tipo de demandas, el/la profesional del ámbito de la psicología, puede tener en mente diferentes diagnósticos que sean coherentes con estas características o conductas, desde el Trastorno del Espectro del Autismo, hasta Trastorno por Déficit de Atención e hiperactividad, Dificultad Especifica del Aprendizaje, Trastorno de conducta, entre otros muchos.
Una vez se hace una evaluación rigurosa, en caso de orientarse psicológicamente a unas Altas Capacidades, la familia o el paciente en concreto que lo recibe, lo vive como una cosa positiva. A veces, incluso aporta cierta calma o sentimiento de superioridad o felicidad.
Pero lo que venimos a exponer hoy, es que tenemos que conocer las Altas Capacidades, no solo por sus potencialidades sino también por las dificultades por las cuales pasa la persona con este diagnóstico: organización de pensamiento, funciones ejecutivas, incomprensión de situaciones sociales, alta preocupación y sensibilidad emocional, intereses diferentes a los de sus iguales, incomprensión de bromas o frases sin funcionalidad, pensamientos repetitivos, entre otros. Es importante que divulguemos la realidad de este diagnóstico por no someter a una posible presión estas personas que lo poseen, puesto que muchas veces les «obligamos» a ser más y que tengan que resaltar en cualquier ámbito o incluso a ser defendidos ante sus actuaciones, con la justificación de: «es que es altas capacidades«.
Os recomendamos poder leer más sobre el amplio abanico del diagnóstico de Altas Capacidades y su comprensión con todos sus aspectos, no solo los positivos, por si en alguna ocasión os relacionáis con alguien con este diagnóstico podáis tener una idea de lo que viven, y no solo en su potencialidad, sino también en su vulnerabilidad.
¡Esperamos que os haya resultado interesante! ¡Hasta la semana próxima!
El Equipo de Somni Psicologia
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La neurodiversidad es un nuevo paradigma que comprende la especie humana como un grupo con diferencias a nivel de desarrollo neurológico. Es decir, cada cerebro puede desarrollarse, no sólo a un ritmo distinto, sino también de una forma diferente.
Se trata de evitar caer en el reduccionismo de comprender que una persona que piensa o siente de una forma distinta a como lo hace la mayoría, tiene algo “malo”. Y, por tanto, rompe con conceptos como “personas normales” y “personas con trastornos”.
Dentro de este paradigma diferenciamos 2 tipos de personas:
- Neurotípicas: Son aquellas que presentan el neurodesarrollo más esperable o estadísticamente más común.
- Neurodivergentes: Son aquellas que presentan un neurodesarrollo que se aleja de lo esperable. Y aquí se incluirían todas las personas que tienen diagnósticos como Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia, síndrome de Down… entre muchísimas otras que no siempre tendrán un diagnóstico específico.
Sin embargo, sabemos que cada cerebro se desarrolla gracias a la conjunción entre la genética y las experiencias vividas a lo largo de nuestro desarrollo. Y nadie coincide exactamente en ambos aspectos, por lo tanto, nuestro cerebro es único y siempre lo será.
Esta es la razón por la cual pensamos y sentimos de forma distinta a la persona que tenemos delante. Pero, entonces, ¿dónde está el límite entre lo esperable y lo no esperable? ¿Puedes asegurar que tu cerebro es 100% típico?
La respuesta es difícil ¿verdad?
La comunidad científica no se arriesga. Se centra únicamente en porcentajes estadísticos, estudiando fenómenos cognitivos, emocionales y conductuales, comparando estos rasgos entre grandes muestras de población. Si formas parte de la mayoría, eres considerada una persona neurotípica.
El problema de esta clasificación reside en el mismo lugar en que lo hacen la mayoría de clasificaciones en salud mental. ¿La sociedad concebirá a la persona neurodivergente igual que a la neurotípica o recaeremos en concepto de “estar mal”?
Pese a que la comunidad social y científica luchan para la inclusión de las personas neurodivergentes, éstas siguen en alto riesgo exclusión, sobre todo en el ámbito laboral y social. Somos la gente de a pie, los y las que debemos pararnos a pensar en todas las ventajas que puede suponer un cerebro que funciona de forma distinta a la propia.
Esperamos que os haya resultado interesante el artículo. ¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
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Pese al gran desarrollo que ha hecho el sistema educativo para ir encaminándonos hacia la inclusión de todos los niños y niñas, seguimos viendo una y otra vez actividades para menores con un diagnóstico específico que generan un gran debate ético para profesionales y familias.
¿Se trata de una fuente más de exclusión social o de una forma de inclusión en dichas actividades?
Para explicarlo nos remontamos a la definición de la inclusión: un proceso de identificación y respuesta a la diversidad de las necesidades de los niños y niñas, lo que implica cambios y modificaciones a nivel de contenido y a nivel metodológico para adaptarse a las características de todos y todas las peques.
Esta definición tan genérica, supone que, para lograr una inclusión real, tenemos que adaptar cada una de las actividades para poder hacerlas conjuntamente a pesar de nuestras diferencias interpersonales.
¿Creéis que esto es así actualmente en los colegios y extraescolares?
Según nuestro punto de vista, desgraciadamente no es así.
Si bien es cierto que nuestra sociedad cada vez es más inclusiva e intenta comprender las diferencias interpersonales como virtudes o retos a afrontar, la educación formal y no formal sigue basándose en ciertos hitos educativos u objetivos únicos e iguales para todos y todas. No en objetivos basados en las necesidades de cada uno/a de ellos/as.
A nivel de educación formal, esto implica la existencia de “niños y niñas con Necesidades Educativas Especiales (NEE)” en lugar de una educación basada en la diversidad, con todas las consecuencias a nivel social y emocional que pueden derivar de ello.
Y, a nivel de educación informal, implica que muchos y muchas de estos peques con NEE, no tendrán acceso a algunas extraescolares o actividades que no puedan adaptarse a dichas necesidades. Y no será porque quiénes las dirigen no quieren, sino por la falta de recursos para adaptarse a todos y todas.
Entonces, ¿es mejor poder crear actividades específicas para estos niños y niñas?
Puede ser un recurso, sí. Ni mejor ni peor, pero en este caso, puede ser una oportunidad para que todos los niños y niñas puedan realizar este tipo de actividades adaptadas a sus necesidades reales ya que tendrán objetivos creados para ellos y ellas.
¿Qué debemos intentar lograr, pues?
Debemos seguir luchando por llegar a una inclusión total, por adaptar los objetivos al alumnado real y no crear unos objetivos abstractos, forzando a que el alumnado los adquiera. Y eso se consigue a través de objetivos individuales y ratios más pequeñas de profesionales en los centros de educación formal e informal.
Pero, hasta el momento, podemos aprovechar cualquier actividad adaptada a las necesidades de tu peque, sean o no consideradas especiales, porque éstas serán aquellas de las que puedan llegar a obtener mayor provecho.
Esperamos que os haya resultado interesante el artículo. ¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
Autoestima, Diagnóstico, Gestión Emocional, NUESTRO BLOG, Relaciones Sociales, Salud Mental, Terapia
Normalmente, cuando hablamos del Trastorno del Espectro del Autismo, tendemos a pensar en una persona que lo expresa en el perfil normalmente masculino.
Personas con poco contacto visual, que viven las interacciones sociales como un gran reto puesto que no saben qué hacer o decir; y que tienen tendencia a mostrar unos intereses muy intensos hacia temas poco comunes, como los trenes, los pingüinos o los dinosaurios.
Como ya hemos hablado otras veces, las niñas y mujeres con TEA (o también conocidas como personas neurodivergentes), se expresan de manera diferente. A menudo, pasan desapercibidas por el simple hecho de no cumplir criterios habituales.
Cuando conocemos a una mujer neurodivergente, el contacto social queda preservado. Saben a menudo cómo actuar en muchos contextos y cuál es la respuesta socialmente aceptada. Pero, ¿normalmente saben por qué?
Hablando en generalidades, muchas niñas, adolescentes y mujeres con TEA emplean dos técnicas: la imitación y el camuflaje.
Por un lado, observan como actúan las otras personas, y absorben el discurso, la gestualidad, el tono de voz, y a veces incluso el carácter de alguien socialmente aceptado. Este mecanismo acostumbra a ser exitoso para no llamar la atención y para integrarse en el grupo, pero puede suponer una consecuencia a nivel emocional de sentir vacío, y puede desencadenar un estado de ánimo depresivo.
Por otro lado, hay veces que algunas niñas o mujeres neurodivergentes expresan llevar una máscara: camuflan sus retos y complejidades para ser aceptadas. De nuevo, es todo un éxito para el objetivo que se marcan, pero esto acaba creando un efecto “Dr. Jekyll” y “*Mr Hide”: en entornos sociales (calle, escuela, trabajo) actúan de una manera, y a entornos seguros (casa), de otra. Cuando empleamos el camuflaje a largo plazo, nos puede resultar una fuente de ansiedad y de estrés muy alta, la cual acaba llevándonos al agotamiento emocional.
Es totalmente comprensible que usen estos mecanismos, puesto que el miedo a no ser aceptados y aceptadas es una emoción que compartimos todos los seres humanos. Pero sería bueno plantearnos hasta qué punto están pagándolo a nivel anímico.
Cuando hablamos con mujeres adolescentes o adultas con TEA, podemos encontrar las consecuencias emocionales de las que hablábamos, junto con una alta autoexigencia para no desfallecer.
Además, en estos casos, hay un último efecto: la dificultad de conocer la propia identidad.
Son personas que pueden llevar muchos años funcionando de una manera aprendida, e incluso forzada, para encajar en una sociedad neurotípica que poco sabe de las divergencias. Y, a pesar de como sociedad nos queda mucho de recorrido para ser realmente abierta e inclusiva, es importante que puedan encontrar un espacio seguro donde poderse desarrollar y conocer, sin juicios ni rechazo. Así, cuando llega el diagnóstico, a menudo se plantean hasta qué punto han realizado algunas conductas por voluntad propia o “porque es lo que toca”. Por eso, hay algunas mujeres adultas neurodivergentes que acaban viviendo el diagnóstico como una liberación: por fin entienden que no hay nada malo en ellas, sino simplemente que procesan y viven la vida de una manera diferente a la neurotípica.
Por este motivo, siendo de aquí poco el Día Mundial del Autismo, queremos reivindicar la importancia de conocer las características de cada persona, única e irrepetible, y que procurar justamente seguir la siguiente directriz: cuando viajamos a un lugar muy diferente, nos adaptamos a sus costumbres, pero no dejamos de ser nosotros mismas/os. Y añadimos: ¡es que eres genial tal como eres!
¡Esperamos que os haya resultado interesante! ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia
Autocuidado, Autoestima, Diagnóstico, Emociones, Gestión Emocional, NUESTRO BLOG, Reeducación, Salud Mental, Terapia, Trastorno Mental
El vínculo terapéutico es el motor de cualquier terapia. Es importante que la persona que asista a terapia tenga una buena conexión con el/la terapeuta, que sigan los mismos objetivos, y que al oír como habla y como concibe los pensamientos de la persona, ésta sienta que está siendo entendida y escuchada, y que las pautas que le propone se dirigen a cumplir sus objetivos propios.
Desde Somni Psicologia creemos importante hacer una primera visita gratuita para poder conocer el caso y obtener información sobre la demanda que trae el/la paciente, para ver si la profesional puede ayudarlo/la, y para que el/la paciente vea cómo se siente; en el espacio en el que está y si se siente cómodo/a con la profesional con la que interactúa. Venir a terapia no se debe de convertir en una obligación, sino en una necesidad personal y que sea un espacio de autocuidado, donde se sienta fuera de juicios.
Hay que distinguir el vínculo terapéutico con niños/as, adolescentes y adultos/as. Los niños también necesitan sentirse a gusto y que las sesiones le parezcan atractivas. Por este motivo, se puede trabajar a través del juego o a través de sus intereses. Es así como pueden abrirse y contar sus preocupaciones. Consideramos importante no ser muy directivo/a con las necesidades/objetivos que han expuesto sus padres desde el inicio de la terapia, ya que se pueden mostrar inhibidos/as o muy agresivos/as si se les habla de temas que ellos/as aún no han comentado.
En el caso de los/as adolescentes, el vínculo terapéutico resulta importante hacerlo a través de las necesidades propias del/a adolescente, puesto que ellos/as tienen más claro sus inquietudes o preocupaciones y tienden a contarlo de primeras. Aun así, al igual que con los y las niñas, en las primeras sesiones se debe establecer una buena comunicación y pactar unos objetivos entre profesional/paciente. Necesitan herramientas que les sirvan en sus día a día, ya que si observan que no hay cambios en sus “problemas” es posible que quieran dejar de ir a terapia.
Lo y las adultas tienen una demanda ya muy establecida antes de iniciar terapia, pero el vínculo terapéutico sigue siendo el motor de todo el proceso terapéutico, dado que se necesitan sentir a gusto con el/la profesional y ver que van en una misma dirección. El/la profesional se debe adaptar a sus demandas en un inicio y fomentar un ambiente de confianza con el paciente. Sin embargo, si el/la profesional observa que hay que trabajar otros objetivos terapéuticos a parte de los que el/la paciente ha expuesto, una vez tengan un vínculo seguro, deberá comentárselo de manera abierta para ver si procede a trabajarlos, o por lo contrario es algo que no le preocupa.
Volviendo a lo anteriormente expuesto, es importante dar un primer espacio sin ningún tipo de compromiso para que el/la paciente o los padres del/de la paciente expongan la información que creen imprescindible y que valoren durante uno o dos días si se han sentido bien con el/la profesional para tomar una decisión. Los/las profesionales son muy conscientes que cada persona es única y que dependiendo de la demanda quizás se puede valorar derivar a otro profesional que sea más especialista en los temas o las demandas que traiga el/la paciente.
Como consejo, si buscas ayuda terapéutica y ves que el/la profesional no sigue tu línea de demanda o la manera que te propone de trabajar no es compatible con tu forma de ser o de actuar, no tengas miedo a decírselo de manera explícita, ya que el profesional no lo vivirá como un ataque, ¡ni mucho menos! Y finalmente, recuerda que siempre puedes decidir probar de cambiar de terapeuta. ¡Este es tu derecho! ¡Quizá con la persona nueva te sentirás mejor y te será más útil!
¡Esperamos que os haya resultado muy interesante! ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia