Adolescencia, Autocuidado, Autoestima, comunicación, Emociones, Empatía, Género, Infantil, Inteligencia, Maternidad, NUESTRO BLOG, Parentalidad, Relaciones de pareja, Relaciones Sociales, Responsabilidad afectiva, Salud Mental, Socialización diferencial, Terapia
Hoy es el día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ y queremos aprovechar para hablar de tres errores muy comunes que cometemos al explicar qué es una familia a los y las peques, y que podrían ser la base de sus constructos cognitivos respecto las identidades sexuales, de género y/o las orientaciones sexuales.
Sí, parece mentira, pero la forma como introducimos en la primera infancia un concepto tan sencillo como es la familia, puede ser un estímulo más que influya a la construcción de su forma de pensar.
Si nos basamos en el modelo constructivista del aprendizaje, el conocimiento se adquiere a través de un conjunto de estímulos que vamos percibiendo a lo largo de los años y que nos permite ir modulando una pequeña idea inicial, para ir haciéndola crecer y desarrollarse, hasta convertirse en formas de pensar en la adolescencia y la edad adulta.
Siguiendo este modelo psicológico, una idea creada en la primera infancia que establece que la familia siempre consta de un padre, una madre y unos hijos o hijas, establece una base que podrá desarrollar muchas otras ideas asociadas.
Aunque, evidentemente, para que esta persona desarrolle su identidad convirtiéndose en homófoba, necesitará muchos otros estímulos que le ayuden a ir construyendo esas ideas y esa identidad. Pero hoy nos vamos a centrar en este primer concepto: La descripción del concepto de familia.
Son muy habituales tres errores:
- Describir el concepto de familia partiendo del género de los progenitores
- Basarnos exclusivamente en el proceso genético
- Excluir la descripción del vínculo emocional de la familia
Son errores porque implican la necesidad de unas identidades sexuales y de género muy específicas y una orientación sexual muy concreta para poder tener hijos/as como objetivo único de la familia. Y eso supone unas presiones sociales impuestas desde la primera infancia para definir la identidad de género correspondiente a tu identidad sexual y una orientación sexual “adecuada” para poder tener descendencia.
Si no hay otros estímulos que refuercen estas ideas, desaparecerán con el tiempo. Pero ¿qué ocurre si van recibiendo una y otra vez estímulos que dictan que estos parámetros son los “correctos”?
Probablemente, mientras todo siga estos principios, no habrá problema, pero si no se identifica a sí mismo/a dentro este constructo o ve a alguien que no lo cumple, aparecerá una distorsión cognitiva que le generará malestar en mayor o en menor medida.
Esperamos que os haya parecido interesante el artículo y que pueda ser útil para modelar la forma como describimos la familia a los niños y niñas, reduciendo la presión social con la que nosotros y nosotras hemos crecido.
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
Ansiedad, Apego, Autoestima, comunicación, conflictos, Emociones, Empatía, Gestión Emocional, Mecanismo de defensa, Mentiras, NUESTRO BLOG, Relaciones de pareja, Relaciones Sociales, Responsabilidad afectiva
Seguro que alguna vez has sentido celos, ¿verdad? Ya sea en pareja o con una amistad o una persona de la familia. Qué difícil es de gestionar, ¿no?
Primeramente, nos gustaría que te plantearas como definirías los celos, más allá de un sentimiento desagradable. Complicado, ¿cierto? Los celos son un estado emotivo ansioso que sufre una persona, y que se caracteriza por el miedo a perder la posibilidad del que, se percibe, se posee.
Ya sabemos que no poseemos a la otra persona, pero es inevitable que nos preocupe perder la posición de privilegio que sintamos que tenemos con alguien. Es decir, cuando tenemos vínculo con una persona y sentimos que somos especiales por algún motivo, no queremos dejar de serlo. ¿Son sanos? Bien, no cuando resultan un impedimento o una problemática para la relación (es decir, la mayoría de las ocasiones), pero sí son normales, comunes y comprensibles. Vienen siempre de la inseguridad, a pesar de no todos los celos son iguales.
Existen los celos motivados y los inmotivados. Los primeros son cuando hemos vivido algunas situaciones en pareja, como una infidelidad no elaborada, la falta de compromiso de una de las dos personas de la pareja o estar una relación de pareja asimétrica. En este caso, podemos entender que la reacción lógica sea sentir celos.
Por otro lado, los celos inmotivados vienen por la carencia de confianza hacia unx mismx, por experiencias familiares o personales vividas previamente, o porque existe un trastorno psicológico de base. Es decir, la otra persona realmente tiene poco a ver, y estamos proyectando nuestras inseguridades y miedos en la relación.
Entonces, ¿cómo conseguimos gestionarlos adecuadamente?
Primero, como siempre, identifica cómo te sientes. Entiende que esta emoción es comprensible y aparece de una inseguridad. Acto seguido, tenemos que averiguar de dónde proviene esta inseguridad: ¿me siento insegurx con la relación, o me falta confianza en mí mismx?
En caso de que me sienta insegurx con la relación, tendremos que ver de qué maneras podemos potenciar la seguridad en la misma. Quizás necesitas que esta persona te exprese afecto de una manera diferente, o que buscar más espacios para tener tiempos de calidad. Seguramente no te lo muestre de la manera que tú deseas, pero esto no quiere decir que no podamos encontrar maneras diferentes que te generen seguridad.
Por otro lado, si lo que detectas es que la inseguridad es propia por experiencias pasadas o por carencia de autoestima, te animamos a que intentes trabajarlo de manera autónoma o con ayuda terapéutica.
Sea como fuere, ¡os animamos a potenciar la comunicación y la comprensión para que sea más sencillo entendernos todas y todos juntos!
¡Esperamos que te haya resultado útil! ¡Hasta la semana próxima!
El equipo de Somni Psicologia
Adolescencia, Asertividad, comunicación, Concentración, conflictos, Emociones, Empatía, Equipo laboral, Funciones ejecutivas, Gestión Emocional, Inatención, Inteligencia, NUESTRO BLOG, Organización, Perfeccionismo, Relaciones Sociales
¿Has oído a hablar alguna vez de los escape room? Es una forma de entretenimiento que se ha dado mucho a conocer en los últimos años.
Los primeros fueron llevados a cabo por ingenieros de Silicon Valley, que crearon un juego de escape room basado en las novelas de Agatha Christie en el año 2006, y poco a poco fueron expandiéndose y llegando al resto del mundo, convirtiéndose en una de las formas de entretenimiento por excelencia.
Se trata de un juego físico y mental en equipo, que consiste en conseguir escapar de una habitación, ambientada y con una temática conocida previamente, resolviendo enigmas, acertijos, misterios y superando toda clase de pruebas. El estar encerrado en una habitación puede no ser literal, pues existen algunos que pueden transportarse de un sitio a otro e incluso que se hacen online, y que requerirán mucho más de nuestra imaginación para la ambientación.
Una de las claves de un escape room, es que existe un límite de tiempo para conseguir salir de la habitación, por lo que la rapidez y la adrenalina se convierten en dos factores clave en esta actividad.
Además de un momento de diversión y de ocio, realizar escape rooms nos aporta muchos otros beneficios como:
1. Estimulación Cognitiva: Al resolver enigmas y tener un tiempo determinado, aumentamos nuestra concentración y focalizamos mucho más nuestra atención. Además, al tener que retener información a lo largo de estos ejercitamos nuestra memoria casi sin darnos cuenta.
2. Desconectar de la rutina: Concentrarnos en aquello que estamos haciendo, y no tener elementos distractores como teléfonos móviles, nos permite olvidarnos por un tiempo de la realidad de fuera, nuestras obligaciones o preocupaciones, y centrarnos solo en aquello que estamos haciendo.
3. Trabajar bajo presión: Cómo hemos dicho anteriormente, la adrenalina juega un papel clave en este tipo de actividades, por lo que tendremos que aprender a controlar la presión y los nervios, para conseguir organizarnos, resolver las diferentes pruebas y conseguir mantener la calma para ser lo más eficientes posible a pesar de la presión.
4. Desarrollar la resiliencia: Es de esperar que no todo nos va a salir siempre a la primera, que vamos a cometer errores y que tendremos que intentar varias veces una misma cosa hasta conseguirla. Perseverar en aquello que intentamos resolver nos permitirá desarrollar y fomentar nuestra capacidad de resiliencia.
5. Mejorar la autoestima: Ser capaces de resolver un enigma, superar una prueba, ayudar al equipo, etc. Nos hace sentir mejor con nosotrxs mismxs y valorarnos mucho más. Además, en los escape room podemos sentir que nuestras habilidades son reconocidas e imprescindibles para que todo el equipo consiga escapar.
6. Trabajar la atención: En la mayoría de escape room nos encontramos con muchos estímulos a la vez, por lo que en ellos trabajaremos nuestra atención, intentado focalizarla en aquello que nos interesa en ese momento y evitando distraernos con otros estímulos. Además, deberemos mantener la atención durante un período largo de tiempo, por lo que a la vez estaremos estimulando nuestra atención sostenida.
7. Trabajar en equipo y cooperar: En un escape room el trabajo en equipo es la clave del éxito, por lo que tendremos que comunicarnos de manera asertiva, interactuar en todo momento con una buena comunicación, organizarnos entre nosotrxs, tomar decisiones, defender nuestros puntos de vista, empatizar con los demás compañerxs etc. La adrenalina a veces nos puede jugar malas pasadas y hacer que nuestra comunicación no sea la adecuada, por lo que podemos aprovechar para intentar comunicarnos de manera asertiva en todo momento, a pesar de la presión.
Esperamos que el artículo os haya parecido interesante y ¡os animamos a contarnos vuestras experiencias con los escape room!
El Equipo de Somni Psicologia
Ansiedad, Apego, Asertividad, auto-castigo, Autocuidado, Autoestima, comunicación, conflictos, Emociones, Empatía, Expectativas, Gestión Emocional, Mecanismo de defensa, NUESTRO BLOG, Relaciones Sociales, Responsabilidad afectiva, Salud Mental
No nos engañemos: a todas y todos nos hace daño cuando la otra persona decide acabar una relación. Nos han dejado, y entramos en un estado de ánimo complejo en que hay muchísima tristeza y dolor. Así pues, ¿sabías que después de una ruptura, puedes hacer un crecimiento personal inmenso? Si te preguntas cómo, sigue leyendo.
Cuando nos dejan, sufrimos. Pero este sufrimiento puede ser productivo o no. Se entiende por sufrimiento productivo aquellos momentos en que, por el hecho de estar sufriendo de este modo, dejas de hacerlo porque aprendes del que sufres. Es decir, escuchas y extraes un aprendizaje de este sufrimiento.
¿De qué depende que aprenda o no de esta experiencia? Hay varios factores:
- Aceptación superadora del sufrimiento o negación del mismo: si doy espacio a la emoción, la vivo y entiendo que tengo que pasar por este proceso (por ejemplo, llorando cuando lo necesito; o reconociéndome que es un palo gigante que me hayan dejado), lo acepto y puedo avanzar. Del contrario, se cronifica.
- Hacer autocrítica o culpabilizar al/a la otrx: no es el mismo plantearme qué he hecho yo, por qué me han dejado y de qué manera lo puedo rectificar, que culpar a la otra persona. Quizás el crecimiento que realice en este momento no sirva para volver a tener la relación que he perdido, pero sí que es un aprendizaje para mí. Y si no tiene nada que ver conmigo (es decir, no he hecho nada mal), lo asumo y sigo adelante.
- Recuperar aficiones o recluirme mí mismx: es normal que, con la emoción, nos encallemos un poco con pensamientos como “me acordaré toda la vida de esta persona”, pero es cierto que no nos hace bien. Así, si recupero aficiones, socializo, tengo una motivación de este estilo, probablemente mejore mi tono vital.
- Iniciar nuevos proyectos u obsesionarme con el pasado: obviamente, no nos resulta útil pensar que “no encontraré a otra persona igual”. De nuevo, sabemos que nos aparecen estos pensamientos y es comprensible, pero es más interesante buscar nuevos proyectos motivadores (¡que no quiere decir iniciar nuevas relaciones, ojo!) para seguir creciendo.
- Evitar conductas destructivas o refugiarse en hábitos tóxicos: si cuando te dejan, lo primero que haces es tomar una copa, probablemente te quedes encalladx en este malestar porque lo estás rehuyendo. El cliché de “sexo, drogas y rock’n’roll” suena mucho chulo, pero no te hace bien. En cambio, recurrir a amistades sanas o a terapia puede ayudarte a asimilar todo lo que te está pasando.
- Buscar apoyos y ayudarte a ti mismx o exigirlos y no ayudarte: el concepto en sí es fácil: ayúdate y te ayudarán. Si las personas de tu alrededor te ayudan, pero ven que tú no te estás cuidando ni te estás ayudando, dejarán de hacerlo. En cambio, cuando buscas estos espacios de autocuidado, irás mejorando y también potenciarás el apoyo externo.
Sabemos que estos momentos son muy difíciles. Tómatelo con calma, cuídate y date espacio. Te recomendamos que lo hagas desde este punto de vista de autocuidado y autoaceptación. Y si necesitas más ayuda, ¡sabes dónde encontrarnos!
¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia
Autoestima, comunicación, conflictos, Emociones, Empatía, Género, Gestión Emocional, Maternidad, NUESTRO BLOG, Parentalidad, Reeducación, Relaciones Sociales, Responsabilidad afectiva, Sexualidad
Hoy 17 de mayo es el día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, conmemorando que el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de trastornos mentales.
A pesar de haber pasado 33 años desde esa decisión y de que el Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos recoge la afirmación: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, más de un tercio de los países siguen penalizando las relaciones entre personas del mismo sexo, siendo criminalizadas en más de 69 países y pudiendo ser condenadas a muerte en 11.
La discriminación por motivos de identidad de género y orientación sexual sigue siendo una realidad para las personas LGBTQIA+, enfrentándose todavía a muchísimas desigualdades, prejuicios, estigmas y discriminación, llegándoseles a negar derechos como atención sanitaria o protección jurídica, entre muchos otros. A estas circunstancias se le suman otras más cuotidianas y habituales, aunque no por ello menos graves, como el rechazo social por parte de compañeros y amistades, e incluso por parte del núcleo familiar, así como más dificultades a la hora de conseguir o mantener un empleo.
Indiscutiblemente se ha avanzado en la defensa de la igualdad de derechos, inclusión y oportunidades de las personas LGBTQIA+, pero es igual de indiscutible afirmar que sigue siendo imprescindible reivindicar todo lo que queda por conseguir, para avanzar hacia una sociedad plena en libertades y derechos, especialmente cuando en estos últimos años hemos podido observar un auge en las agresiones y delitos de odio que se cometen contra personas LGBTQIA+. Y es que, según un informe confeccionado por la Oficina Nacional de Lucha Contra los Delitos de Odio, los delitos de odio por orientación sexual e identidad de género suponen la tercera causa total de delitos de odio y han aumentado un 8,6% respecto a 2018.
¿Hace falta seguir hablando de diversidad? Sí. Es imprescindible que todxs como sociedad sigamos hablando, reclamando y reivindicando unos derechos que deberían ser innegociables pero que, desgraciadamente, todavía siguen siendo una lucha para muchas personas.
Esperamos que os haya gustado el artículo de hoy, ¡volvemos la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
Adolescencia, Ansiedad, Apego, Asertividad, Autocuidado, Autoestima, comunicación, conflictos, Emociones, Empatía, Funciones ejecutivas, Maternidad, Mecanismo de defensa, NUESTRO BLOG, Parentalidad, Prioridad, Relaciones Sociales, Responsabilidad afectiva
¿Qué familia no tiene conflictos, puntos de vista diferentes o simplemente un estilo de comunicación pasivo o agresivo en algunas situaciones?
Hoy queremos explicaros que, justamente con nuestro círculo de más confianza, es con quien nos tomamos la libertad de expresarnos sin filtro social, lo cual a veces se nos escapa de las manos. En ocasiones no procesamos nuestro estilo de comunicación con aquellxs que más queremos. Parece que, como sabemos que nunca les perderemos y siempre estarán a nuestro lado, no nos contenemos a la hora de verbalizar cualquier cosa. En contraposición, sabemos que una vez hemos actuado mal, el dolor y la sensación de culpa también son intensos.
Hablemos pues de lxs adolescentes y, no tan adolescentes. Cada vez más, lxs hijxs tardan más en independizarse, tal y como está la economia, el trabajo, los alquieres…, es comprensible. Así pues, lxs hijxs quieren ser independientes, aunque sigan estando en casa de sus padres. Parece fácil, pero resulta difícil, puesto que si vives en casa de tus padres sabes que ellos son la autoridad y que tu debes seguir sus normas y no oponerte a tus límites, pero tu madurez, tu personalidad y tu forma de ser puede ser dispar a lo que tus referentes creen, piensan o actúan.
La mayoría de veces los padres y madres solo quieren facilitarnos las cosas, enseñarnos, darnos lecciones de vida, dado que ellxs han pasado por situaciones parecidas a las nuestras y hablan desde la experiencia. Lxs adolescentes pueden vivirlo de manera muy agresiva porque parece que la sabiduría de lxs padres sea la única verdad absoluta, cuando ellxs no se sienten descritos por los argumentos de lxs referentes.
La vida, la sociedad, la manera de pensar, de hacer, cambia y varia con el tiempo; y es importante, tanto para madres y padres como para hijxs escuchar las versiones de cada uno, sin anular la del otro. Hay que tener en cuenta que la adolescencia no es una buena época, mejor dicho, es una buena época, pero nada estable y tranquila. Y a la vez, también hay que validar que a veces la parentalidad en la adolescencia puede cargar a tus hijxs. Muchas preguntas, muchas normas, muchos puntos de vista, muchas preocupaciones, mucho control: “¿Cómo ha ido el día?”, “¿Con quién has estado?”, “¿Cuándo vuelves?”, “¿Qué has hecho en el instituto?”, “¿No tienes deberes?”, “A las 21h en casa”, “me da igual las notas de tus compañeros”, “estás creando un drama de la nada”, “si tu supieras por lo que pasé yo…”. Muy agobiante, ¿verdad?
Y la reacción habitual de lxs adolescentes a los padres y a las madres: “Dejáme en paz”, “no me preguntes”, “soy el único que no puede ir a la fiesta”, “los padres de Maria son mucho mejores”, “estoy harta de vivir con vosotros”, “dejad de controlarme”, “vaya mierda de familia”, “no me hagas tantas preguntas”, “voy a venir a la hora que quiera”, “tú no puedes mandar sobre mí, soy mayor de edad”, “si soy así es por lo que tú me has enseñado…”. Comprendemos que, escuchar esto, también debe ser complicado.
Con esta entrada queremos que sepáis tanto padres y madres, como hijxs, que no es fácil ninguna de las dos partes. Que lo mejor es negociar, decir qué cosas, nos molestan sin alterarnos, y sin ser repetitivos, consensuar y tener un ambiente lo más tranquilo posible.
¡Esperamos que te haya parecido interesante!
Te contamos más cosas el miércoles que viene.
El Equipo de Somni Psicologia