¡No aguanto a mis padres!

¡No aguanto a mis padres!

¿Qué familia no tiene conflictos, puntos de vista diferentes o simplemente un estilo de comunicación pasivo o agresivo en algunas situaciones? 
 
Hoy queremos explicaros que, justamente con nuestro círculo de más confianza, es con quien nos tomamos la libertad de expresarnos sin filtro social, lo cual a veces se nos escapa de las manos. En ocasiones no procesamos nuestro estilo de comunicación con aquellxs que más queremos. Parece que, como sabemos que nunca les perderemos y siempre estarán a nuestro lado, no nos contenemos a la hora de verbalizar cualquier cosa. En contraposición, sabemos que una vez hemos actuado mal, el dolor y la sensación de culpa también son intensos.  
 
Hablemos pues de lxs adolescentes y, no tan adolescentes. Cada vez más, lxs hijxs tardan más en independizarse, tal y como está la economia, el trabajo, los alquieres…, es comprensible. Así pues, lxs hijxs quieren ser independientes, aunque sigan estando en casa de sus padres. Parece fácil, pero resulta difícil, puesto que si vives en casa de tus padres sabes que ellos son la autoridad y que tu debes seguir sus normas y no oponerte a tus límites, pero tu madurez, tu personalidad y tu forma de ser puede ser dispar a lo que tus referentes creen, piensan o actúan.  
 
La mayoría de veces los padres y madres solo quieren facilitarnos las cosas, enseñarnos, darnos lecciones de vida, dado que ellxs han pasado por situaciones parecidas a las nuestras y hablan desde la experiencia. Lxs adolescentes pueden vivirlo de manera muy agresiva porque parece que la sabiduría de lxs padres sea la única verdad absoluta, cuando ellxs no se sienten descritos por los argumentos de lxs referentes.  
La vida, la sociedad, la manera de pensar, de hacer, cambia y varia con el tiempo; y es importante, tanto para madres y padres como para hijxs escuchar las versiones de cada uno, sin anular la del otro. Hay que tener en cuenta que la adolescencia no es una buena época, mejor dicho, es una buena época, pero nada estable y tranquila. Y a la vez, también hay que validar que a veces la parentalidad en la adolescencia puede cargar a tus hijxs. Muchas preguntas, muchas normas, muchos puntos de vista, muchas preocupaciones, mucho control: “¿Cómo ha ido el día?”, “¿Con quién has estado?”, “¿Cuándo vuelves?”, “¿Qué has hecho en el instituto?”, “¿No tienes deberes?”, “A las 21h en casa”, “me da igual las notas de tus compañeros”, “estás creando un drama de la nada”, “si tu supieras por lo que pasé yo…”. Muy agobiante, ¿verdad? 

Y la reacción habitual de lxs adolescentes a los padres y a las madres: “Dejáme en paz”, “no me preguntes”, “soy el único que no puede ir a la fiesta”, “los padres de Maria son mucho mejores”, “estoy harta de vivir con vosotros”, “dejad de controlarme”, “vaya mierda de familia”, “no me hagas tantas preguntas”, “voy a venir a la hora que quiera”, “tú no puedes mandar sobre mí, soy mayor de edad”, “si soy así es por lo que tú me has enseñado…”. Comprendemos que, escuchar esto, también debe ser complicado.  
 

Con esta entrada queremos que sepáis tanto padres y madres, como hijxs, que no es fácil ninguna de las dos partes. Que lo mejor es negociar, decir qué cosas, nos molestan sin alterarnos, y sin ser repetitivos, consensuar y tener un ambiente lo más tranquilo posible.  

¡Esperamos que te haya parecido interesante! 

Te contamos más cosas el miércoles que viene. 

 

El Equipo de Somni Psicologia 

¿Para qué voy a decir nada?

¿Para qué voy a decir nada?

En muchas ocasiones, cuando alguien nos dice algo que nos duele o nos sienta mal, nos planteamos justamente esta pregunta: ¿Para qué voy a decirle nada? 

Veamos. ¿Qué ocurre cuando yo no establezco un límite? 

Si una persona realiza un acto o dice algo que me genera un malestar y no se lo comunico, pasan dos cosas. Primera, la persona no se entera, por lo que es muy probable que este evento vuelva a repetirse en un futuro. Y sí, sabemos que hay gente que, a pesar de contarle lo que nos ha generado, va a repetirlo igualmente. Pero en ese momento, nosotrxs seremos quienes decidiremos si queremos seguir dando oportunidades y espacios a esa persona, o si vamos a cambiar nuestra relación con la misma. Porque… ¿de verdad quieres relacionarte con alguien que no te respeta? 

Por otro lado, lo que también sucede es que nuestra autoestima cada vez va a ir a menos. Si yo no me defiendo, acabo integrando que “no tengo derecho a defenderme” por lo tanto, “no merezco defenderme”. Esto es altamente destructivo porque entonces, cada vez más frecuentemente e incluso con más intensidad, aceptaremos situaciones, contextos y actos que nos dañan. Y, en el peor de los casos, nos culparemos a nosotrxs mismxs por ello: “claro que ha hecho esto, es que me merezco lo peor, es por mi culpa”. 

Una vez entendemos la importancia de establecer límites y comunicar nuestras emociones y necesidades, la pregunta obvia que nos puede aparecer es: “¿Y cómo hago eso?”. ¡Con asertividad! 

Podemos hablar con la persona e, inicialmente, empatizar con ella, porque ya sabemos que realmente no pretendía hacernos daño.  

Acto seguido, es importante que expresemos lo que ese hecho/comentario/momento nos ha hecho sentir, con un lenguaje emocional: “he tenido miedo de”, “he vivido como que no te importaba”, “me ha molestado porque”. ¡Importante! Siempre hablaremos de la conducta concreta, no de la persona. Es decir, no le diremos “me has hecho sentir” sino “esta broma me ha hecho sentir”. De esta forma, no sólo estaremos siendo fieles a la realidad (la persona no es mala, ¡claro que no!), sino que evitaremos que se sienta especialmente atacada. 

Y al finalizar, podemos intentar encontrar una forma de negociar nuestra relación, para que cubra tanto sus necesidades como las nuestras: “¿Qué te parece si me avisas de lo que no te está gustando antes, de forma que puedas expresármelo de otra forma, y no nos genere tanto malestar a ninguna de las dos?”. 

Recuerda que poner límites a las personas de tu alrededor no significa que vayan a rechazarte ni que se vayan a enfadar, sino que podréis conjuntamente desarrollar una relación que satisfaga a ambas partes. 

¡Nos vemos el miércoles que viene! 

El Equipo de Somni Psicologia 

Miedo al fracaso

Miedo al fracaso

¿Cuántos padres y madres temen y sufren la llegada del momento de las notas? Ese momento en que los niños y niñas llegan de la escuela con un papel, que pretende reflejar el conocimiento adquirido durante ese trimestre. Y es que a muchos padres y madres les genera ansiedad este momento, ya que les parece determinante para sus niñxs, y aparece el común miedo al fracaso: “¿Y si ha suspendido muchas?”, “¿Y si no consigue aprobarlas?”, “¿Y si no le gusta estudiar?”, “¿Va a ser un/a fracasadx?” 

¿Y dónde va toda esa falta de confianza y miedo al fracaso? Obviamente a los niñxs que, aunque creamos que no nos escuchan o que no nos están haciendo caso, son como una esponja que absorben todo lo que ven y todo lo que oyen. 

Y es que, como hemos hablado en muchas ocasiones, cada niñx es un mundo, con sus habilidades y con sus dificultades, y a veces un sistema académico rígido y basado en aprender conceptos y plasmarlos en un examen puede no ser beneficioso para todxs ellxs. Si solo basamos las habilidades de los niñxs y su valía en los logros académicos, no solo los padres y madres tendrán y vivirán ese miedo al fracaso de sus hijxs, sino que ellxs también lo experimentarán.  

¿Qué puede generar eso? Pues seguramente nos encontraremos con niños y niñas ansiosxs, nerviosxs, con una baja autoestima, y con mucho miedo a probar cosas nuevas o a seguir intentando cosas que no les salen, por el miedo a fracasar.  

Es importante hablar y mostrar a los niños y niñas el valor del fracaso, la importancia de intentar las cosas, aunque no nos salgan; de probar cosas nuevas, de seguir intentándolo, y sobre todo, es importante que restemos importancia a esas notas y le demos un valor distinto, de celebrar y realzar aquellas áreas en las que ha destacado, y las que no, no vivirlas como un fracaso sino como una manera de visualizar en qué cosas tocará esforzarse un poquito más.  

Y, a ser posible, generar un espacio en el que hablar de que cosas también nos cuestan a nosotros como adultos y que seguimos intentando, asegurándonos que no tenga miedo a suspender, a equivocarse, a vivir esos errores como parte del proceso de aprender, para que en un futuro no tengan miedo a probar, intentar y equivocarse.  

¡Nos vemos la semana que viene con un nuevo artículo! 

El Equipo de Somni Psicologia 

¿Qué es el apego?

¿Qué es el apego?

Quizás alguna vez has sentido a hablar de que nos vinculamos de maneras diferentes según cómo nos hemos vinculado con nuestros referentes. De hecho, a menudo se habla de “la teoría del apego” para comprender cómo nos relacionamos sobre todo en un contexto romántico. Pero ¿sabes de qué se trata?  

Esta teoría se desarrolló por Bolbwy, a partir de los trabajos de Ainsworth, y a pesar de que inicialmente se empleó para entender cómo se vinculan lxs niñxs con sus referentes, más tarde se vio que esta manera de vincularse se alargaba hasta vínculos adultos.  

¿Qué tipos de apegos hay y cómo se comportan? ¡Os lo explicamos!  

Primeramente, tenemos que entender que se pueden dividir en dos grandes grupos: apego seguro y apego inseguro. Dentro del segundo grupo, nos encontramos con 3 tipos: ansioso, evitativo y desorganizado.  

¿Cómo funcionan las personas que están dentro de cada grupo?  

  • Apego seguro: son personas que han podido vincularse de manera segura con sus referentes y con otras personas de su alrededor, de forma que se muestran confiadas, consistentes en sus actos y con una buena comunicación. Son personas que toman decisiones conjuntamente con sus vínculos relevantes, adquieren compromisos, expresan sus sentimientos y se sienten cómodas con la intimidad (tanto afectiva como sexual). Además, son personas que no miran de evitar los problemas, sino que buscan maneras de afrontarlos.  

 

  • Apego ansioso: son personas que necesitan una proximidad muy elevada (quizás incluso excesiva) con sus vínculos de referencia. Llevan muy mal el rechazo y pueden ser inseguras, además de emocionalmente lábiles. Tienen tendencia a tener siempre pareja, se preocupan mucho por la relación y pueden mostrar conductas de desconfianza. Se las puede considerar en ocasiones muy dependientes, incluso entrando en juegos para llamar la atención de la persona a quien están vinculadas. Finalmente, podemos ver que tienen tendencia a tener una autoestima baja.  

 

  • Apego evitativo: son personas que acostumbramos a percibirlas cómo “autosuficientes” a pesar de que realmente acostumbran a tener una alta inseguridad. No adoptan compromisos e insisten en los beneficios de estar solas, valorando mucho su autonomía. Muestran tendencia a desconfiar del resto y emplean a menudo estrategias de distanciamiento. Acostumbran a tener dificultades en la hora de expresar sentimientos y evitan los conflictos. Perciben que expresarse emocionalmente es una señal de vulnerabilidad que se tiene que esconder y tienen muchas dificultades para expresar sus intenciones claramente. A nivel sentimental, los cuesta enamorarse puesto que sienten que no se tienen que dejar llevar por las emociones.  

 

  • Apego desorganizado: acostumbra a ser fruto de experiencias adversas o traumáticas durante la niñez. Son personas que han aprendido que las relaciones son aterradoras, de forma que han asociado la intimidad con el miedo. Esto no implica que no tengan necesidad de conectarse con otras personas, pero viven la intimidad como un territorio peligroso. Así pues, tienen respuestas de supervivencia en los vínculos, de forma que bloquean la intimidad. Muestran una falta de control de los impulsos, y a la vez una importante necesidad de estar en control, en un estado de hipervigilancia. Les cuesta concentrarse o pensar en la línea del tiempo del pasado, y en ocasiones pueden revivir experiencias traumáticas. A pesar de ser el estilo más complejo, no es irreversible, y se puede trabajar para, poco en poco, modificar esta forma de apego.  

   

Cómo veis, la manera en la que hemos aprendido a vincularnos en la infancia nos influencia en la manera que nos vinculamos como adultos/as. Pero, no es algo estático (como uno rasgo de personalidad), sino que se puede tener experiencias vinculares reparadoras que nos pueden ayudar a, poco a poco, adquirir un estilo de apego seguro.  

  

Esperemos que os haya parecido súper enriquecedor este artículo, ¡el próximo miércoles más!  

  

El Equipo de Somni Psicologia 

Expectativas hacia los/las hijxs

Expectativas hacia los/las hijxs

La noticia de la llegada de un/a niñx a nuestras vidas trae a su vez una mochila enorme de emociones y sensaciones que nos acompañaran a lo largo de toda la maternidad/paternidad: alegría, cansancio, miedo, felicidad, preocupación, calma, frustración… 

Y junto a toda esta montaña rusa emocional, también es inevitable que aparezcan las expectativas: cómo será su personalidad, qué habilidades tendrá, qué cosas le gustaran, etc.  

Y es que las expectativas no son más que las creencias que se originan de forma consciente o no, sobre las capacidades y destrezas que, en este caso, tiene o tendrá nuestrx niñx. 

Como decíamos, es imposible no generar estas expectativas como padres o madres, ya que provienen de nuestra creencia de qué es bueno o qué es malo, o de nuestras propias experiencias durante nuestra infancia, de cómo nos hubiera gustado ser nosotrxs, etc. Pero ¿pueden tener algún efecto estas en nuestrxs niñxs?  

Si estas expectativas de cómo deben ser nuestros hijos e hijas, o cómo nos gustaría que fueran, difieren de la realidad, lo que suele pasar en la mayoría de los casos es que pueden llegar a generarnos conflictos, tanto a ellxs como a nosotrxs.  

Y es que la autoestima de los niños y niñas se forma, en parte, por las opiniones que perciben y escuchan en su entorno, especialmente por aquellas personas que son importantes para ellxs. Es inevitable que como adultxs, aunque sea de manera inconsciente, transmitamos con nuestros gestos, acciones y palabra estas expectativas sobre nuestrxs hijxs, y cuando estas no se cumplen nos sintamos frustrados y frustradas y ellxs, por su parte, desalentadxs. 

La mayoría de las veces nos centramos tanto en esas expectativas que nosotroxs hemos creado, y en si se cumplen o no, que no somos capaces de ver realmente quien es nuestrx hijx, cómo es y cuáles son sus fortalezas y habilidades. Es decir, nos estamos perdiendo realmente el poder conocer y descubrir quién es él o ella realmente, y ayudarle a cumplir sus propias metas, sus propias expectativas y su propia personalidad.  

Por otro lado, el niño o niña que vive completamente rodeado de expectativas, le será muy complicado desarrollar su propia personalidad, además de costarle marcarse sus propias metas y objetivos, ya que intentará en la mayoría de los casos, cumplir con eso que se espera constantemente de él o ella.  

¿Y en qué puede derivar eso? Pues en un/a peque desalentadx y con una muy baja autoestima. Acabará percibiendo que lo que se busca no es que sea como realmente es, sino como se espera que sea. Como es imposible cumplir con todas las expectativas, probablemente sienta que, haga lo que haga, nunca será suficiente.  

Así que os animamos a intentar despojaros de todas esas expectativas y descubrir quién es y cómo es esa personita que tenéis delante, para ayudar a potenciar sus habilidades, sus fortalezas y cumplir sus propios sueños y metas.  

Esperamos que os haya gustado el artículo, ¡hasta la semana que viene! 

El Equipo de Somni Psicologia 

Adolescencia: Intensidad emocional

Adolescencia: Intensidad emocional

Durante la adolescencia hay muchos cambios: físicos, mentales, de amistades, valores, entre otros. Todo cambia y es bastante intenso, pues desarrollan emociones y sentimientos que nunca antes habían tenido. Lxs adolescentes dejan de ser tan dependientes de sus referentes y empiezan a buscar libertad e independencia para muchas de sus actividades, ideas o decisiones.  

 
Desde Somni Psicologia, recomendamos que los y las referentes tengan en cuenta esta etapa, que no es fácil y que procuren ser padres y/o madres accesibles y también limitantes. Qué fácil suena decirlo, ¿verdad? 
 
Lo que para unx adultx puede sonar fácil o absurdo, para unx adolescente puede ser algo muy importante y que le conlleve emociones intensas y difíciles de controlar. Quitar importancia a sus emociones no va a hacer que la gestión emocional sea mejor, sino todo lo contrario; cualquier adolescente se disparará más y aún se sentirá menos entendidx y más inestable emocionalmente. Además, muchxs adolescentes se caracterizan por su pasotismo, pero otrxs pueden sentirse muy culpables si sus referentes le dicen que la situación emocional que está viviendo “no es para tanto”.  
 
Así pues, con la entrada de blog de hoy queremos daros algunos tips para ayudar a vuestrxs adolescentes en situaciones emocionales intensas: 

  • Valídale la emoción: “entiendo que te sientas…”
  • Muéstrate accesible y denota confianza para que se pueda dirigir a ti cuando se encuentre en un estado intenso o inestable. 
  • Márcale ciertos límites para que su margen de error sea menor y pueda seguir una buena guía, a través de los límites impuestos. 
  • Interésate por su estado emocional, pero no hagas preguntas como si de un interrogatorio se tratara. Intenta fijarte en su expresión por si se está sintiendo presionadx o agobiadx. 
  • Intenta pensar por qué para ti no es demasiado importante lo que él o ella está viviendo como súper importante. Quizás no tienen experiencia en ese tipo de situaciones.  
  • Ofrece consejos, pero no en forma de obligación o riña.  

 

Esperamos que os sirvan, y también que os resten sentimiento de culpabilidad y agobio delante de la dificultad de llegar a ellos/as. ¡Hasta el próximo miércoles! 

El Equipo de Somni Psicologia 

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