Autocuidado, NUESTRO BLOG, Salut Mental, Terapia
A menudo nos negamos nuestros momentos de autocuidado, ya que vivimos estos momentos como si fueran una forma de descuidar al resto, como un acto de ‘egoísmo’. Este pensamiento nos genera culpabilidad y hace que nos sintamos incómodos/as en esos ratos que dedicamos a nuestra salud física, psicológica y/o emocional.
Plantéate lo siguiente: Imagínate que eres una nevera. Estás repleta de comida, ¡estupendo! Viene tu pareja, abre la nevera, y se lleva algo. Viene tu amigo, viene tu prima, viene tu compañero de trabajo, y tu padre, y el vecino del 4to. Todo el mundo abre la nevera y se lleva algo. A cualquier hora, en cualquier momento. ¡Cómo vas a negarles que se nutran de ti!
¿Qué puede suceder si no para de salir contenido y no la rellenamos? Como seguramente verás obvio, la nevera se vaciará, y no habrá nada para ella ni para su alrededor. Carecerá de su objetivo, ¿no?
Lo mismo sucede con las personas. Si no invertimos tiempo, energía y cuidados a nosotras y nosotros mismos, lo que sucederá es que no podremos seguir nuestro propio ritmo, y además esto repercutirá en todas nuestras áreas vitales, tales como nuestra área familiar, laboral, social y romántica.
Por ello, hoy queremos reivindicar el poner límites a todas las ‘obligaciones’, de las distintas esferas, para así encontrar momentos de autocuidado. Estos momentos pueden ser:
– Cuidado del cuerpo: ya sea a través de ejercicio físico, o a través de otros cuidados tales como cremas, masajes o pintarse las uñas.
– Cuidado de la mente: puede ser a través de actividades artísticas (pintar, dibujar, hacer música); a través de disfrutar de la cultura (ver películas, series, leer, escuchar música), a través de algún hobbie (montar barcos en miniatura, hacer puzles o ganchillo) o bien a través de la meditación.
– Cuidado de nuestro espacio: lo podemos hacer priorizando momentos en la naturaleza, ya sea el mar, la montaña o nuestro propio jardín. Además, podemos procurar tener nuestro alrededor ordenado; ¡eso nos dará paz!
– Cuidado de nuestro ritmo: marcándonos horarios dónde se respeten los tiempos de descanso, de sueño, y se equilibren las distintas esferas (familia, amistades, trabajo). En este punto también tendremos que tener en cuenta ritmos cíclicos más largos, como en las personas menstruantes puede ser su ciclo menstrual.
– Cuidado de las relaciones: podemos buscar momentos de calidad con las personas que consideremos importantes para nuestra vida. En este caso, puede ser nuestra familia, nuestra pareja o nuestras amistades. El objetivo será reconectar con la persona, sobretodo a nivel emocional.
– Cuidado de nuestras emociones: para ello, daremos un momento para vivirlas y gestionarlas; nos cuidaremos a nivel cognitivo (¡cuidado con los pensamientos repetitivos!) y físico (moviéndonos y comiendo sano).
– Respeto hacia nuestros límites: saber respetar nuestras necesidades escuchándonos, diciendo ‘no’ en los momentos necesarios y expresándonos asertivamente.
Y si en algún punto notas que te cuesta… ¡no pasa nada! Siempre puedes pedir ayuda a profesionales, ¡nos encantará echarte una mano!
¡Esperamos que te haya resultado interesante, y que te cuides muchísimo! ¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
Infantil, NUESTRO BLOG, Salut Mental, Terapia
Muchas veces nos sorprende ver a niños y niñas extremadamente autoexigentes con ellos/as mismos/as. En una etapa vital en que se supone que se tiene que vivir de manera despreocupada y disfrutar de las vivencias y nuevos aprendizajes, nos encontramos con ciertos niños y niñas que se piden a ellos y ellas mismas ciertos niveles de exigencia que no son capaces de cumplir.
El papel de la sociedad en la autoexigencia.
Pero, ¿por qué nos sorprende? Vivimos en una sociedad cada vez más perfeccionista, en la que premiamos la excelencia y la autosuperación continuada, basada en que, si el resto pueden hacer algo de una manera, tú también tendrías que poderlo hacer igual de bien.
Los niños y niñas, igual que la mayoría de adultos, buscan sentirse reconocidos/as y valorados/as por su entorno, puesto que en esto se basa gran parte la autoestima de todas y todos. Si en su entorno, el niño o niña observa que cuando él o ella es el/la mejor o cuando hace cosas avanzadas a su edad, la respuesta de su entorno es positiva y recibe grandes dosis de atención, instaurará estas conductas de autoexigencia, quedando en él o ella la premisa de que “para ser valorado tengo que ser el/la mejor”.
¿Cómo detectar a un niño/a autoexigente?
– Niños/as hiper sensibles a las críticas o correcciones de los otros.
– Tienen reacciones desproporcionadas al perder, aunque sea un juego completamente nuevo.
– Se enfadan y/o se frustran cuando los adultos dan por válidas otras respuestas a parte de la suya.
– No aceptan las bromas con ellos como protagonistas.
– Para evitar el fracaso o equivocarse, evitan tareas que no se les dan bien o no saben hacer.
– Desvalorizan los éxitos de otros niños y niñas y resaltan sus errores.
– Muestran rechazo a probar cosas nuevas porque pueden equivocarse o fallar al intentarlas.
– Alta sensibilidad a cualquier tipo de fracaso, independientemente de si la tarea va acuerdo o no en su edad.
– Buscan constantemente el reconocimiento y aprobación de los adultos de su entorno, por encima de disfrutar de la actividad o tarea que están haciendo.
¿Cómo podemos ayudar a un niño/a autoexigente?
A pesar de que la autoexigencia va bastante ligada al propio carácter del niño o niña, los padres, madres y cuidadores/as pueden tener en cuenta una serie de actitudes y conductas, para ayudarles a trabajar en estas dificultades del día a día y que puedan superar esta necesidad de control, que muchas veces no les deja disfrutar de su infancia y ser felices.
Antes que nada, hay que tener claro que la exigencia será un rasgo que seguramente acompañará a nuestro/a hijo/a a lo largo de su vida. Una de las cosas que podemos trabajar con él o ella es la persistencia. Si se pone unas metas altas, pero no tiene la capacidad de persistir para conseguirlas y se rinde al primer fracaso, vivirá en un constante estado de frustración. Ayudarlo/a y darle herramientas para persistir y esforzarse en lo que quiere, ayudará a no vivir el error como un fracaso, sino como un intento de llegar a su objetivo.
En segundo lugar, no es ninguna novedad que los niños y niñas basan gran parte de su aprendizaje en la imitación y que nuestra respuesta ante situaciones en las que fracasamos o nos frustramos, será muchas veces la respuesta que adquirirán nuestros hijos e hijas. Trabajar en nosotros/as mismos/as y en cómo gestionamos estos fracasos, reírnos de nosotros/as mismos/as cuando cometemos un error, hablarlo con ellos/as y que vean que sus referentes también se equivocan pero que lo continúan intentando, puede ser una manera de brindarles nuevas actitudes ante los errores y ayudarles a perder el miedo al ridículo.
Por último, vigilar con centrar los halagos sólo en los resultados. Muchas veces, de forma inconsciente, los padres y madres tienden a utilizar expresiones reforzadoras como “muy bien” de manera continuada. Esto puede generar a los niños y niñas el pensamiento de que el objetivo de hacer las cosas es hacerlas “muy bien” y cuando esto no se cumple, ya sea porque es una tarea nueva o porque aquel día no ha salido bien, aparecen las angustias y las frustraciones. Por un lado, podemos trabajar nuestros reforzadores y centrarlos en cosas concretas que ha hecho el niño o niña y que nos han gustado y, por otro lado, trabajar el disfrutar del proceso sin buscar el resultado. Equivocarnos con ellos y ellas, hacer cosas absurdas y que nos vean reír y disfrutar puede ser un muy buen aprendizaje para, poco a poco, dejar de lado los resultados y ser felices con lo que están haciendo en el momento.
Esperamos que el artículo te haya resultado interesante, ¡y si tienes cualquier pregunta y/o comentario no dudes al escribirnos!
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NUESTRO BLOG, Salut Mental, Terapia, Trastorno Mental
Los pensamientos son procesos mentales, la mayoría de ellos voluntarios y controlables, lo que algunos pueden volverse involuntarios, abstractos y difíciles de controlar. Los pensamientos se generan a través de ideas, recuerdos, valores, culturas, intuiciones u opiniones que están en constante cambio.
Los pensamientos, no siempre denotan y proyectan realidades pues, algunos de ellos pueden ser ficticios, recurrentes, ansiosos, repetitivos y ser fruto de nuestra imaginación, intuición o falsa creencia.
El problema es que tienen un poder y un peso en nuestro día a día muy alto con lo que, al final modifica nuestros comportamientos y se mezclan con nuestras emociones, dándoles intensidad y hasta pueden conseguir desregularnos y hacernos sentir vulnerables e incapaces de realizar según que tarea de nuestro día a día.
Al igual que hemos expuesto las consecuencias que pueden aportarnos los pensamientos negativos hay que tener en cuenta el poder que tienen viceversa. Podemos conseguir actitudes, comportamientos y emociones agradables y que nos hagan sentir fuertes y seguros/as de nosotros/as mismos/as; ya que, como hemos comentado, hay que recordar que los pensamientos los creamos nosotros y podemos conseguir el control completo sobre ellos.
Vamos a exponer algún pensamiento ficticio que podemos crear en algún momento de nuestra vida y como convertirlo en un pensamiento racional y que, por ende, no nos genere un malestar ni una falsa creencia.
Vamos a ponernos en la piel de una persona que presenta dificultades para relacionarse con gente, es muy tímido/a y casi nunca consigue interactuar con otras personas. Le proponen ir a cenar con un grupo de amigos, del cual él solo conoce a uno de ellos. El decide acudir a la cena, pero de inmediato, antes de salir de casa genera pensamientos del tipo: “van a pensar que soy muy raro”, “no voy a poder hablar” “pensaran que soy un antipático” “no sabré tener iniciativa y quedaré en un segundo plano” “seguro que va a ir mal y que no les voy a caer bien”.
Analicemos uno de los pensamientos generados, “van a pensar que soy muy raro” ¿Realmente puede conocer el pensamiento de los demás? ¿Incluso aun no estando en la cena?. Este pensamiento ficticio provoca aún más inseguridad en la persona que es tímida, pues se está anticipando y está creando un pensamiento que no tiene demasiada racionalidad.
¿Cómo podría generar un pensamiento racional? Una vez la persona tímida descubre que no es un “lee mentes” y, que por lo tanto no puede saber lo que van a pensar de él, debe hacer el ejercicio de pensar que le diría a un amigo suyo si este le expusiera el miedo o la inseguridad que le provoca ir a tal evento. Una vez creado el consejo, hay que intentar aplicarlo de forma personal. Cuando pensamos en una persona externa nos es mucho más fácil aconsejar y generar pensamientos más realistas y menos catastróficos. En este caso podría ser “soy consciente que me cuesta interaccionar con la gente, pero voy a intentarlo y sinó me sale extraordinariamente bien no será ningún drama”.
¡Así somos, que fácil es ayudar a un amigo y minimizar los miedos y que difícil es ayudarnos a nosotros mismos y confiar en nuestras habilidades!
Si queréis saber más sobre pensamientos y, sobre todo, como combatir aquellos repetitivos y conocer las diferentes distorsiones cognitivas que generamos, podéis apuntaros a la próxima formación gratuita en modalidad on-line el viernes 21 de mayo a las 19h, podéis inscribiros enviándonos un correo electrónico a info@somnipsicologia.
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No es extraño escuchar a personas (incluso profesionales de la salud) que consideran que el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) no existe.
Algunos opinan que es un cajón de sastre inventado por los profesores con el fin de etiquetar a los niños y niñas movidos que se meten en conflictos y les hacen la vida imposible. Mientras que otros, lo consideran un invento de la psiquiatría americana para vender una medicación que en realidad no es beneficiosa.
Fuera de conjeturas, es cierto que cada vez se utiliza más esta etiqueta. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), actualmente, la prevalencia del TDAH es del 5% en la infancia. Y este porcentaje, además de ser muy elevado, no para de crecer.
El DSM-5 define el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) por la presencia de un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo.
La inatención se caracteriza por la falta de atención a detalles, la dificultad en el mantenimiento de la atención de tareas, la apariencia de no escuchar cuando se le habla directamente, la dificultad para seguir las instrucciones y para terminar las tareas, o la distracción por estímulos externos de forma continuada.
La hiperactividad e impulsividad se definen por la necesidad de levantarse en situaciones en que se espera que permanezca sentado, corretear o trepar en situaciones poco apropiadas, la dificultad para jugar u ocuparse tranquilamente en actividades recreativas, hablar excesivamente o las interrupciones frecuentes.
Sí, estamos de acuerdo con que esta definición parece poco concreta, con lo que podría llevarnos al sobrediagnóstico de niños y niñas movidos que prestan poca atención al entorno. Pero el diagnóstico de TDAH va mucho más allá.
Para la evaluación de niños y niñas con sospecha de TDAH, es muy importante combinar la administración de pruebas que valoren la inatención, la hiperactividad y la impulsividad, de forma cuantitativa, con la observación de un profesional especializado en el tema, que dará el punto de vista cualitativo. A esto lo llamamos, un diagnóstico clínico.
Pero, a pesar de tener este conocimiento, muchos siguen dudando de la necesidad de realizar este diagnóstico. ¿Realmente las personas con TDAH tienen unas necesidades distintas a los demás?
La neurociencia se ha encargado de dar respuesta a esta pregunta.
Los estudios indican que el TDAH se produce debido a una alteración en los circuitos reguladores que comunican dos zonas cerebrales: el córtex prefrontal (encargado de la función ejecutiva, planificación, orden de ejecución, corrección de errores…) y los ganglios basales (encargados del control de impulsos y la inhibición de repuestas automáticas).
Esta alteración supone una forma distinta de procesamiento de la información, afectando a la atención, el estado de alerta, la memoria de trabajo y el control ejecutivo, que puede suponer dificultades para que las personas con TDAH se adapten al día a día y las normas de nuestra sociedad.
Visto esto, según nuestra opinión, el problema no radica en la realidad de la existencia de dicho diagnóstico, pues hay abundante evidencia científica al respecto, sino en la concepción que tiene la sociedad sobre las personas que lo tienen.
Si consideramos el TDAH como una enfermedad, es cierto que estamos patologizando a población que es posible que no precise una intervención médica.
En cambio, si consideramos el TDAH como una forma distinta de pensar y de procesar la información del entorno, podemos buscar cómo adaptar nuestro día a día a las personas con TDAH, así como ayudarles a ellos y ellas a adaptarse a una sociedad que piensa y procesa la información de una forma distinta.
Esperamos que este artículo haya sido de vuestro interés y, si queréis saber más, no dudéis en poneros en contacto con nosotras.
El Equipo de Somni Psicologia
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Es por todas y todos sabido que las personas más extravertidas tienden a querer socializar, hacer planes y actividades con gente, y que justamente esto las ayuda a tener un ritmo de vida más activo.
En muchos estudios se ha demostrado que el rasgo de la extraversión es un factor protector para ciertos trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad. Pero, ¿qué pasa cuando llega una pandemia y las personas extravertidas dejan de socializar?
Según Gubler y otros (2020), el rasgo de la extraversión puede perder su elemento protector hacia la soledad y hacia el bienestar general cuando las oportunidades de contacto social son limitadas. Esto implica que, durante el confinamiento, las personas extravertidas ya no podían contar con la regulación emocional y psicológica de la socialización. De hecho, Gupta y Parimal (2020) muestran en su estudio con estudiantes universitarios, que los que tienen puntuaciones altas en extraversión, neuroticismo y apertura a la experiencia tenían más riesgo a mostrar un peor bienestar psicológico durante el confinamiento.
El equipo de Liua y otros (2021) averiguó que las puntaciones de extraversión y de neuroticismo altas correlacionaban con niveles de estrés más altos durante la pandemia que el resto, y niveles más elevados de estrés en comparación con su vida anterior al confinamiento. Sin embargo, estos investigadores vieron que el estrés en estas personas no venía del miedo a enfermar de COVID-19, de forma que se tendría que buscar una explicación alternativa. Una de las que se proponía era, justamente, el hecho de no poder socializar.
Así pues, parece bastante claro que las personas más extravertidas han tenido que hacer importantes esfuerzos para poder aprender a adaptarse a este estilo de vida que difiere tanto de su vida anterior, para mantener una buena salud mental.
¡Pero no todo son malas noticias! Otros estudios, demuestran que, a pesar de que en un principio los extravertidos vivieron una disminución sustancial de su contacto social, finalmente, tanto introvertidos como extravertidos, encontraron la manera de adaptarse y mantener una buena sensación de conexión social (Folk y otros, 2020).
Así pues, pensamos que es importante que entendamos que cada persona tiene sus necesidades y sus mecanismos de regulación emocional, de forma que procuremos potenciar nuestra empatía y aceptación de las emociones del resto. No implica que estas personas puedan saltarse las restricciones, ¡está claro! Pero sí que quizás necesitarán más ayuda, apoyo y/o paciencia en algunos momentos. ¡Ojalá pronto podamos disfrutar del grado de socialización que queramos sin peligros!
Esperamos que os haya resultado interesante, ¡y que nos comentéis vuestras opiniones, ideas y sugerencias! Si pensáis que le puede interesar a alguien, ¡os animamos a que lo compartas! ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia
Bibliografía
- Folk, D., Okabe-Miyamoto, K., Dunn, E., & Lyubomirsky, S. (2020). Did Social Connection Decline During the First Wave of COVID-19?: The Role of Extraversion. Collabra: Psychology, 6(1), 37.
- Gubler, D.A., Makowski, L.M., Troche, S.J., Schlegel, K.. (2020). Loneliness and Well‑Being During the Covid‑19 Pandemic: Associations with Personality and Emotion Regulation. Journal of Happiness Studies,.
- Gupta, K., Parimal, B.S. (2020). Relationship between personality dimensions and psychological well-being among university students during pandemic lockdown. Journal of Global Resources, 6, 10-19.
- Langvik, E., Karlsen, H.R., Saksvik-Lehouillier, I., Sørengaard, T.A. (2021). Police employees working from home during COVID-19 lockdown: Those with higher score on extraversion miss their colleagues more and are more likely to socialize with colleagues outside work. Personality and individual Differences, 179, 1-6.
- Liua, S., Lithopoulosa, A., Zhanga, C-Q., Garcia-Barrerad, M.A., Rhodesa, R.E. (2021). Personality and perceived stress during COVID-19 pandemic: Testing the mediating role of perceived threat and efficacy. Personality and Individual Differences, 168, 1-6.
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En la historia del Trastorno del Espectro del Autismo, típicamente se ha visualizado como un niño, chico o hombre con ciertos rasgos característicos: pocas habilidades sociales, dificultades en la regulación emocional, rigidez cognitiva, y rituales o estereotipias muy visibles y marcadas.
Según datos de la Confederación Española de Autismo (2012), se concluye que no hay diferencias significativas entre razas, etnias, ni grupos socioeconómicos, pero sí que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres con TEA. Aparecen entre 4 y 5 veces más hombres que mujeres con dicho diagnóstico. Actualmente, pero, los casos de mujeres con TEA están en aumento.
A pesar de formar parte de la realidad, las mujeres con TEA han sido invisibles durante mucho tiempo. A raíz de esta invisibilidad, los tratamientos propuestos para las personas con TEA han sido siempre enfocados en trabajar las necesidades del perfil masculino.
Es sabido que dependiendo de los niveles intelectuales que presentan las personas con TEA se puede observar diferencias en la ratio niño-niña La diferencia es significativa: cuando los niveles de CI son inferiores a 34, el porcentaje de chicos y chicas es el mismo, 1 chico por cada 1 chica. Cuando los niveles de CI se acercan más a la norma de la población (34-70) se observa una diferencia en los porcentajes según el género, 4 chicos por cada 2 chicas. Finalmente, cuando presentan alto funcionamiento cognitivo se observa una diferencia muy destacable, 9 chicos por cada 1 chica con TEA.
Diversos estudios concluyen que las chicas o mujeres con TEA con un CI dentro de la media, tienen menos facilidad de conservar sus amistades, presentan más dificultades de interacción social y preocupaciones externalizadas que los varones. A pesar de lo expuesto, a diferencia de los varones, presentan más facilidades en el uso de expresión facial, interacción social recíproca y se observa un mejor comportamiento social, manifestando una mejor habilidad social.
Además, las mujeres con TEA revelan una deseabilidad social más predominante que los varones. Dicha deseabilidad social no provoca problemas durante la etapa primaria, sin embargo provoca una alta sensibilidad al rechazo social durante la etapa secundaria y colateralmente puede provocar aislamiento social. Las mujeres presentan una mayor dificultad de gestión emocional en contraposición con los varones y aparecen síntomas más ansiosos o depresivos, así como problemas de sueño y vigilia.
En cuanto a intereses especiales o restringidos, se observa que las mujeres con TEA se declinan por fijarse en la conducta social de las personas, en vez de por objetos. Se concluye que presentan este interés con una intensidad desproporcionada, por ende, aparecen problemas en su funcionamiento social. Suelen presentar conductas dirigidas al perfeccionismo y un menor número de conductas repetitivas visibles que los varones.
A diferencia de los varones con TEA, las mujeres durante la etapa adolescente presentan de manera frecuente ansiedad, depresión y conductas autolesivas, así como también pueden presentar Trastornos de la Conducta Alimentaria o mutismo selectivo en diferentes contextos, este aparece en situaciones con un alto componente social o situaciones que puedan provocar ansiedad.
Las mujeres con TEA son muy observadoras y se proponen el objetivo de comprender las diversas situaciones sociales. Para comprender el proceso cognitivo y el proceso emocional de los demás, muestran interés por la literatura, puesto que en esta encuentran explicaciones concretas que facilitan el entendimiento. También a través de la visualización audiovisual tienden a repetir conductas aprendidas. Las personas con TEA femenino se describen como personas con una alta deseabilidad e inclinación social, además de mostrar una alta capacidad de sensibilizar y empatizar con otras personas. Son personas que tienen la habilidad de camuflarse y adaptarse a las diferentes situaciones que se le presentan a lo largo de su vida. Aprenden a copiar conductas a través de la observación y la imitación, aún sin comprender como están actuando. No son mujeres que destaquen por conductas inusuales. Presentan mucho miedo al rechazo social y son capaces de disimular sus dificultades con tal der ser aceptadas socialmente.
Los varones con TEA a diferencia de las mujeres con TEA no tienen el objetivo de ser aceptados socialmente y las interacciones sociales no juegan un papel muy importante en su vida. Tienden a ser muy inapropiados en situaciones sociales, dado que son muy prácticos y no hacen uso del filtro social. Suelen despertar rechazo en sus iguales, ya que sus comentarios pueden afectar emocionalmente, aunque no sea su intención. No suelen mostrar sensibilidad y empatía con terceros. La causa puede ser la carencia de neuronas espejo y la dificultad que presentan para leer los pensamientos y emociones de los demás solo observando su expresión facial, sus gestos o comportamientos. No muestran interés en conocer cómo funciona la mayoría de la sociedad.
Hay diferentes tipos de perfil, dentro de los varones con TEA masculino: aquellos que prefieren aislarse y que no necesitan de interacciones sociales; aquellos que se presentan como líderes muy normativos; y aquellos que no identifican los diferentes círculos sociales y grados de confianza.
En cuanto a la conducta, las diferencias en varones y mujeres con TEA que se presentan son relevantes. Las mujeres suelen ser menos disruptivas. En la primera etapa vital, tienen la creencia que, si se comportan de manera agradable, lograrán ser más aceptadas. Cuando se encuentran en la adolescencia, suelen presentar perfiles conductuales de rebeldía o de normatividad y perfeccionismo. Se observa mucho temor a no ser aceptadas socialmente y esto conlleva una exigencia personal muy alta y a inclinarse e imitar los estándares más prototípicos de la sociedad.
Los varones con TEA presentan características más explosivas y menos funcionales a ojos de la sociedad. Cuando no saben gestionar una situación o bien cuando aparece emociones tales como ira o frustración, la explosión conductual tiende a ser desproporcionada e intensa. No hay un proceso progresivo para sus conductas, es decir, pueden presentar conductas de calma, y en una ventana breve de tiempo, presentar conductas de ira y enfado incontrolables, con poco margen de regulación dada la intensidad. Es difícil que identifiquen cuando se están empezando a desregular porque el paso, de calma a ira, es efímero.
El perfil masculino y femenino coinciden en las dificultades que presentan para comprender las emociones de terceros y para expresar las suyas propias. Presentan una identificación emocional encarecida, y tienen dificultades para gestionar la frustración. No presentan conexión entre los procesos cognitivos y los procesos corporales. Es importante destacar que, pese que a las mujeres presentan menor número de dificultades que los varones, ellas mismas se autorregistran más criterios del TEA que los chicos. Así pues, se concluye que hay más insight de las dificultades que poseen, aun teniendo más habilidades de adaptarse, repetir y camuflarse ante la sociedad. Esta conciencia de sus retos sociales les genera una alta exigencia social que provoca estados de ansiedad más elevados.
Sea cual sea el perfil es importante basar la intervención terapéutica en la unicidad de la persona y no se puede definir a las personas por su diagya que puede presentarse ser muy diferente en una persona que en otra.
¡Esperamos que os haya resultado interesante y representativo este artículo! Como siempre, ¡nos encantará leer vuestros comentarios, opiniones y sugerencias! ¡Hasta la próxima semana!
El equipo de Somni Psicologia.