Lectoescritura

En nuestra sociedad un porcentaje bastante elevado de la población aborrece la lectura y la escritura. 

Esto es debido a que tendemos a reducir estas habilidades al contexto académico. Las consideramos únicamente una herramienta para sacar buenas notas en el colegio, conseguir estudios superiores o una posición laboral privilegiada, lo que la convierte en una exigencia más que puede suponer fracasar o no a nivel académico. 

 Y ¿a quién le gusta tener que gestionar la frustración de fracasar? 

La respuesta es clara. A nadie.  

Pero la realidad es que la utilidad de estas habilidades va mucho más allá del mundo académico, permitiéndonos desarrollar nuestro pensamiento, creatividad, autonomía, comunicación e, incluso, la interacción con los demás y con el medio. 

Sin embargo, a pesar de tratarse de habilidades tan esenciales, su aprendizaje no es nada sencillo y nos encontramos a muchos niños y niñas que presentan dificultades en el momento en que empezamos a trabajarlas, lo que supone trabas importantes a la hora de motivarles a desarrollar estas habilidades. 

Según el manual de diagnóstico DSM-5, “entre un 5 y un 17% de la población presenta trastornos específicos del aprendizaje”, como serían la dislexia, la disgrafia o la disortografía. Y a estos debemos sumarles todos aquellos niños y niñas que no cumplirían dicho diagnóstico, pero también presentan dificultades en la adquisición de estas habilidades. 

Así pues, nos encontramos ante un porcentaje muy elevado de nuestra población que posiblemente va a odiar leer y escribir en un futuro, perdiendo la posibilidad de desarrollar áreas muy importantes de su día a día. 

¿Qué podemos hacer al respecto? 

En primer lugar, y más importante, si el problema reside en la concepción que tenemos y transmitimos de la lectoescritura, deberíamos cambiar dicha concepción. Y esto es sencillo: si no queremos que nuestros niños y niñas comprendan estas habilidades únicamente desde una perspectiva académica, no lo convirtamos únicamente en algo que se realiza en el colegio. 

Y, si no queremos que se convierta en una exigencia, no exijamos unos resultados ni castiguemos no llegar a ellos.  

Comparemos el número de niños y niñas que odian la lectura o la escritura con el número que odian la televisión o los juegos. Sólo mirando a nuestro alrededor, sin necesidad de conocer las cifras exactas, ya podemos ver que hablamos de números muy dispares, ¿no? 

La diferencia radica en que la televisión o los juegos son espacios de diversión sin exigencias y, aunque parezca mentira, existen muchas formas de convertir la lectoescritura en espacios de este estilo.  

A continuación, os dejamos algunas ideas: 

  • Jugar al veo veo con la letra inicial: Un juego tan clásico y sencillo como éste les ayudará a conocer las letras del alfabeto sin relacionarlo con el ámbito educativo. 
  • Stop: ¿Quién no ha jugado nunca a este clásico juego de velocidad? Dibujamos una tabla, decimos una letra y tenemos que rellenar todos los ítems (nombre, ciudad, alimento, programa de televisión…) con palabras que empiecen con esa letra antes de que acabe el otro. 
  • Construcción con dados de letras: Éstos pueden ser una gran herramienta para los niños y niñas que adoran los juegos de construcción y nos permiten jugar a construir palabras, frases, o simplemente, encontrar ciertas letras. 
  • Crucigramas o sopas de letras adaptados a sus intereses, ya sean dibujos animados, películas, videojuegos o cualquier cosa que les guste. 
  • Jugar a inventar historias juntos/as: Podemos escribirlas, dibujarlas y hacerles una portada para guardar nuestro propio cuento. 
  • Decir palabras con las letras de las matrículas de los coches: ¿Habéis jugado alguna vez? ¡Es todo un clásico! 
  • Juegos de pistas o de encontrar el tesoro: Son una oportunidad para trabajar la lectoescritura adaptada a todos los niveles ya que nos permite jugar con pruebas y pistas que vayan des de la identificación grafema-fonema hasta la lectura de enigmas largos o complejos. 

Y no olvidéis introducir la lectoescritura en las tareas y en nuestros hábitos del día a día, pidiendo que nos ayuden a hacer la lista de la compra, a escribir whatsapps a nuestros familiares y amigos/as, leyendo juntos/as recetas para elegir la cena que quieran… 

Esperemos que el artículo os haya resultado interesante y, si tenéis cualquier pregunta y/o comentario, no dudéis en escribirnos. 

El Equipo de Somni Psicologia

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