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A menudo, cuando nos planteamos dar nuestra opinión o hablamos con la gente de nuestro alrededor, vamos con mucho cuidado con las palabras, la entonación y la intencionalidad de nuestro mensaje.

Tenemos muy claro que cuando nos comunicamos, nuestras palabras tienen un efecto en la otra persona. Sabemos que si utilizamos un lenguaje (verbal o corporal) agresivo, provocaremos malestar (tristeza, ira, decepción, rechazo) en el otro. Y, si somos persistentes en este estilo comunicativo, esta persona se alejará.

La cuestión de hoy es: ¿te has parado a pensar cómo afecta tu estilo comunicativo hacia ti mismo/a?

En todo momento (pero sobre todo cuando llega el verano y nos bombardean con mil mensajes sobre cómo tendría que ser nuestro cuerpo o nuestra vida), aparecen muchos mensajes mentales de juicio hacia uno/a mismo/a. Muy a menudo estos son de un estilo agresivo: “¡qué ridícula!”, “¿cómo se te ocurre salir así a la calle?”, “soy idiota”, “qué pringado”, “es normal que no te quiera nadie”.

 Qué duro, ¿verdad? Cuando nos decimos estas cosas, lo que estamos haciendo es destrozar nuestra autoimagen y nuestra autoestima, provocando así una reacción de desprecio hacia uno/a misma. Además, estos mensajes disminuirán nuestra seguridad, haciéndonos más propensos y propensas a sufrir trastornos como la depresión y la ansiedad, y haciéndonos más vulnerables a las manipulaciones externas.

Así pues, desde aquí os recomendamos que os planteéis si diríais este tipo de mensajes a una persona que queréis mucho, como vuestra pareja, vuestro hermano pequeño o vuestra madre. Y en caso de que no, intentéis modificarlos en vuestra cabeza. Para hacerlo, os proponemos:

  • Fíjate en tu lenguaje: el primer paso es identificar cómo te hablas y cuando lo haces de manera agresiva.
  • Céntrate en las conductas: si hay algo que haces que no te gusta, en vez de hacer un juicio de quién “eres”, plantéate qué te gustaría hacer. En lugar de decir “soy un perezoso”, di “me gustaría ser más activo”.
  • Céntrate en aquello que te gusta: no solo pienses en todo aquello de ti que no te gusta, también valora y ocupa espacio mental con las cosas que sí que te gusten.
  • Practica la autocompasión: acepta que a veces habrá cosas que no harás bien, que te equivocarás o que no te gustarán. No pasa nada, es importante escucharte, aceptarte y no presionarte en exceso.
  • Imagina que lo dice otra persona: si alguien otro se dijera a sí mismo/a estos mensajes, ¿cómo responderías? ¡Puedes probar entonces de darte estas respuestas a tú mismo/a!

¡Esperamos que este artículo os haya resultado interesante! Y si tenéis cualquier duda, pregunta o necesitáis ayuda, ¡estamos a vuestra disposición!

El Equipo de Somni Psicologia

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