Ayudar no siempre es fácil. Cuando tenemos a alguien de nuestro alrededor en un momento emocionalmente difícil, ya sea porque han perdido a alguien, porque le han dado una mala noticia o tiene un problema; ¿qué podemos hacer?
Hay varias maneras de intentar ayudar a alguien, y cada una de ellas tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Tengamos presente que podemos llevar a cabo más de un rol, dependiendo del momento y de la situación, y que será justamente este equilibrio el que proporcionará una ayuda más eficaz. ¡Os contamos algunos!
- El/la solucionador/a: es cuando intentamos ayudar haciéndolo absolutamente todo para aquella persona. Le hacemos la comida, recogemos, vamos a comprar, solucionamos cualquier inconveniente… En algunos momentos puede ser necesario puesto que la persona quizás no se vale por sí misma, pero tengamos en cuenta que la estamos colocando en una posición de dependencia que, en ciertos momentos, la inmovilizará en un rol pasivo y le costará volver a coger la responsabilidad de su vida. Por eso, en caso de que sea necesario, tendrá que ser temporal y le tendremos que ir cediendo (dentro del posible) la gestión de estos asuntos para que así recupere autonomía.
- El/la guía: la ayuda como guía siempre acontece desde el consejo. Ofrecemos ideas y opciones para que pueda gestionar el momento difícil. A pesar de que puede ser muy útil, tenemos que vigilar no caer en el juicio y las órdenes desde nuestro punto de vista; cada cual tiene una percepción y una vida emocional, y quizás lo que nos va bien a nosotros no le resulta igual de efectivo a la otra persona.
- El apoyo emocional: escuchar, validar, estar a su lado. Acompañar en la emoción desde la empatía puede resultar una manera muy interesante de ayudar en un momento difícil. Sabemos que a veces es incluso frustrante, puesto que sentimos que aquellas emociones no son las que queremos que sienta este ser querido, pero probablemente le sienta bien sentir que son lógicas. De nuevo, se tiene que vigilar no sobrevictimizar a la persona; tiene derecho a sentir lo que siente, pero evitemos entrar durante un tiempo prolongado en un bucle terrible de autocompasión.
- El/la cañero/a: es cuando damos mensajes para movilizar a la persona. Son mensajes directos y responsabilizadores en los cuales pretendemos que la persona coja un rol más activo en su problema. Pueden ser muy útiles, puesto que la pueden ayudar a abrir los ojos en algunos aspectos y salir adelante, pero se tiene que ir con cuidado de ofrecerlos en el momento y la dosis adecuadas. Si nos pasamos o no escogemos el momento adecuado, la persona puede vivirlo como un ataque y hacer un efecto contrario; que se posicione más en la pasividad y que evite tratar el tema con nosotros.
- El/la ausente: ofrecer espacio como manera de cuidar es muy válida. A veces, las personas necesitan tener un tiempo para poder procesar lo que los está pasando a su ritmo. Por eso, estar en la distancia puede ser muy útil, siempre y cuando seamos conscientes de encontrar maneras de que sepan que estamos. Si nos alejamos demasiado, la persona puede acabar sintiéndose demasiado sola, hecho que no le ayudará en el procesamiento.
- El/la planificador/a: proponer planes diversos para que se distraiga, salir a hacer actividades o de fiesta, montar comidas o cenas… tener una vida más diversa y enriquecedora para que la persona no se sienta ni sola ni sin saber qué hacer, puede ayudarla a reconectar con momentos positivos y valiosos de su vida, además de evitar que entre en bucles autodestructivos. Pero, ojo al presionar de más. Del mismo modo que ausentarnos demasiado puede ser contraproducente, insistir en hacer planes puede acontecer agotador para la persona. Puede necesitar momentos para vivir sus emociones, y puede sentirse culpable al declinar invitaciones constantemente, hasta el punto de sentir que están fallándonos.
- El oso amoroso: abrazos, afecto, mimos, cariñitos. Ofrecer consuelo a través del contacto físico puede ser muy agradable, puesto que nos ayuda a conectar con la persona triste y que se sienta confortada desde un punto de vista mucho más orgánico. Se tiene que tener presente que habrá quien no quiera o no le valga este tipo de confort; o que en ciertos momentos le resulte incluso asfixiante.
Así pues… ¿cómo sé qué rol tengo que llevar a cabo para ser realmente de ayuda? Es mucho más fácil del que parece… ¡preguntándolo! De este modo, ofreceremos la ayuda que necesita, nos sentiremos todas y todos mucho más cómodos, y estaremos proporcionándole a la persona un rol más activo en la gestión de esta situación.
¡Esperamos que os haya resultado muy interesante como siempre! ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia