A menudo, vienen familias a nuestro centro comentándonos que sus peques les faltan al respeto. Tienden a mencionar que esto comenzó con pequeños comentarios a los que no dieron importancia y que han evolucionado a algo que no saben cómo controlar.
Sin embargo, cuando concretamos esta demanda y hacemos una pequeña exploración de qué está ocurriendo, cada familia sitúa el umbral entre estos comentarios inofensivos y las faltas de respeto en un lugar distinto.
Eso nos hace pensar: ¿existe un límite universal a partir del cual un comentario se convierte en falta de respeto?
Años atrás, la respuesta era un claro sí. En los colegios y las familias tendía a predominar un estilo de crianza autoritario, basado en el establecimiento de límites muy claros con consecuencias bastante más extremas de lo que hoy estamos acostumbrados y acostumbradas.
En esa época, todos los niños o niñas que se expresaran con un tono de voz desafiante ya obtenían una reprimenda, independientemente del discurso a nivel de comunicación verbal. Hoy en día, por suerte, esto ha cambiado.
¿Pero qué implica esto?
Este cambio implica muchas consecuencias positivas. La crianza a través de un estilo de crianza democrático, nos permite que las personas crezcan con mayor seguridad en sí mismas, mayor poder de decisión, mejor gestión emocional y una salud mental más sólida.
Sin embargo, con este cambio, perdemos la firmeza de este umbral entre lo que es correcto y lo que no lo es, dado que nos centramos en la individualidad de cada menor para ayudarle a gestionar su día a día y ponemos los límites en el momento en que consideramos que algo le puede traer consecuencias aversivas a esta personita en concreto.
Esto implica que una familia puede considerar como falta de respeto un comentario con un tono de voz más agresivo, mientras que otra familia lo considerará un comentario desafortunado y únicamente contemplará como una falta de respeto un insulto o un golpe.
Esta diversidad entre familias en principio no es considerada un problema. Cada cual tiene derecho a poner los límites donde considere y asumir las consecuencias que esto suponga en su casa.
Pero, ¿qué consecuencias puede tener esta diversidad de opiniones para el desarrollo del niño o la niña?
Las consecuencias son muchas y muy diversas pero el núcleo central entre ellas será la falta de coherencia en los límites.
Esta aparecerá debido a la falta de acuerdo entre los límites en los distintos entornos: casa, colegio, extraescolares, instituto, amistades, pareja, lugar de trabajo…. Cada uno de ellos establecerá límites y consecuencias distintos lo que supondrá una gestión emocional mucho más difícil de estos.
¿Cómo podemos evitarlo?
Debemos intentar establecer unos límites que, no sólo se basen en el cumplimiento de los derechos y deberes de todos los miembros de la familia, sino que también tengan en cuenta las consecuencias que puede acarrear la conducta de nuestros niños y niñas en todos los otros entornos en los que probablemente se vayan a mover en un futuro.
Esperamos que os haya resultado interesante el artículo y que os ayude a analizar cómo están siendo los límites en vuestras casas. ¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia