Mi peque miente…

No nos engañemos, pese a que las mentiras están muy mal vistas, son un mecanismo adaptativo que nos ayuda a relacionarnos socialmente en muchas ocasiones. Nos permiten integrarnos en grupos sociales, defendernos ante posibles consecuencias aversivas y a alcanzar algunos objetivos propios, a la par que nos evitan muchos conflictos sociales. 

Sin embargo, su buen uso es muy complicado y, a menudo, nos lleva a sufrir muchos conflictos asociados a ellas debido a la falta de confianza que generan al ser descubiertas.  

Todos y todas decimos mentiras en algunas ocasiones, e intentamos vivir trampeando los momentos en que éstas pueden llevarnos directos a la desgracia. Pero cuando otras personas nos mienten, sentimos que nuestra relación se ve mermada. 

¿Y qué pasa si quien te miente es tu propio hijo o tu propia hija? 

En estos casos podemos llegar a sentir que nuestro vínculo, ese tan importante que llevamos cuidando desde tanto tiempo atrás y que vivimos con tanta intimidad y cariño, se rompe. 

No obstante, es totalmente natural que los niños y niñas entre 5 y 6 años empiecen a decir mentiras para explorar, debida la necesidad de dar respuesta a las situaciones sociales que mencionábamos anteriormente. 

De hecho, tus peques no mienten porque sea divertido decir mentiras, sino porque hay una situación que deben gestionar, igual que nos ocurre a las personas adultas. La única diferencia es que, a través de los años, aprendemos muchas herramientas que nos enseñan a resolver muchas situaciones sin necesidad de recurrir a las peligrosas mentiras, y tus peques aún no las tienen. 

Entonces, ¿debemos dejar que mientan o debemos reñirles?  

Si bien es cierto que debemos actuar ante una situación así, es importante no reaccionar de una forma desproporcionada ante las mentiras. Debemos intentar mantenernos calmados/as y establecer un espacio de comunicación seguro para él o para ella. 

Los objetivos que deberíamos intentar lograr son: 

  • Comprender qué le ha llevado a mentir y validar las emociones que le han precipitado a ello. Normalmente, las mentiras siempre van ligadas a emociones desagradables y, posiblemente, pese a haber hecho algo mal, la causa ha sido un malestar. 
  • Poder expresar cómo nos sentimos ante su mentira y qué consecuencias puede tener que lo haga de forma recurrente. 
  • Proporcionar estrategias alternativas para conseguir aquello que necesitaba sin tener que recurrir a las mentiras. Así, le facilitaremos el trabajo en un futuro y no necesitará mentir. 

Si os fijáis, mantenemos la técnica del sándwich de la que tanto os hemos hablado para ser asertivos/as con los y las peques (comentario agradable, desagradable y agradable de nuevo). 

Esperamos que os haya resultado interesante el artículo y que pueda ser útil para ayudar a los y las peques en su gestión de las relaciones sociales, a la par que facilitar la comunicación en familia. 

¡Hasta la semana que viene! 

El Equipo de Somni Psicologia 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *