¿Pueden lxs peques tener un mal día?

Como adultxs, somos perfectamente capaces de entender que otra persona adulta pueda tener un mal día. Somos capaces de empatizar en cómo se puede estar sintiendo y comprender que pueda tener un gran enfado por una tontería, que dé una mala contestación, que llore por algo que aparentemente no nos parece tan importante… todxs hemos estado en esa situación y, por lo tanto, somos capaces de ponernos en su lugar y ser mucho más benevolentes con sus reacciones y conductas.  

¿Por qué todxs somos capaces de empatizar con esta situación? Porque tener un mal día es normal.  

Pero, ¿qué pasa cuando extrapolamos esta misma situación en los niños y niños? ¿Pueden tener ellxs un mal día? 

Muchas veces, como adultxs, padres, madres, cuidadorxs, etc., esperamos que lxs más pequeños tengan un comportamiento ejemplar, que nunca se pasen de la raya, que no tengan una mala contestación, que no griten, que no monten una rabieta, que controlen hasta el más mínimo detalle de sus comportamientos, emociones y reacciones. Cuando somos nosotros/as quiénes tenemos un mal día, lo verbalizamos, lo expresamos y esperamos que las personas de nuestro entorno empaticen con nosotrxs, nos comprendan e incluso que “aguanten” nuestro mal humor.  

¿Cómo nos sentiríamos si en vez de eso, nos tiraran en cara nuestro comportamiento, nos lo reprocharan e incluso nos regañaran? Exigiéndonos un comportamiento ejemplar a pesar de nuestras emociones. Seguramente nos sentiríamos tristes, enfadadxs y totalmente incomprendidos e incomprendidas.  

Los niños y niñas muchas veces no son capaces de verbalizar sus emociones, y por lo tanto no son capaces de identificar y contarnos que han tenido un mal día. A veces será una pelea en el patio, una mala nota, que un amigo no haya querido jugar con él o ella, e incluso que un imprevisto haya hecho que no podáis ir al parque esa tarde. Como adultxs nos pueden parecer motivos insignificantes, pero para ellxs no lo son, y lo que sienten y necesitan es exactamente lo mismo que nosotrxs: acompañamiento, empatía y, sobre todo, mucha comprensión.  

Así que, la próxima vez que sintamos que nuestros hijos e hijas nos están llevando al límite, que se nos agota la paciencia y que no aceptamos ese comportamiento, respiremos hondo y pensemos, ¿cómo me gusta que me traten a mi cuando tengo un mal día?  

¡Esperamos que te haya parecido útil y motivo de reflexión! ¡Hasta el miércoles que viene! 

El equipo de Somni Psicologia 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *