Seguro que alguna vez has oído la frase: “no es lo que dices, sino cómo lo dices”. Y es que muchas veces la manera como nos comunicamos con el entorno puede hacer que el contenido de nuestro discurso tome un significado u otro, o genere en la otra persona diferentes emociones.
Suele pasar que nuestro estilo comunicativo, es decir, nuestra manera de comunicarnos, puede salirnos de manera muy automatizada y que no le prestemos la suficiente atención. Aunque la comunicación es una habilidad que podemos entrenar y trabajar a lo largo de nuestra vida, primero tenemos que ser conscientes de cómo nos comunicamos normalmente, qué generamos en el resto y, si no es esto lo que queremos, cómo nos tenemos que comunicar para cambiarlo.
A pesar de que nunca es tarde para cambiar nuestras costumbres o maneras de funcionar, consideramos imprescindible poder trabajar desde muy pequeños/as la manera como ellos y ellas se comunican. Y es que, comunicarse de manera asertiva con su entorno, les permitirá mejorar en la expresión de sus opiniones, expectativas y emociones y, por lo tanto, mejorar la calidad de sus relaciones personales.
¿Cuáles son los tres estilos de comunicación?
La comunicación pasiva es la utilizada por personas que esconden sus opiniones, emociones, necesidades o pensamientos. Normalmente este tipo de comunicación se da en personas que sienten inseguridad respecto a la reacción que tendrá la otra persona ante lo que comunica y que, por lo tanto, prefieren no comunicarlo.
Así pues, el contenido del discurso, si lo hay, contendrá mensajes de inseguridad y duda como: “supongo”, “creo que”, “quizás…”; dejando el peso de la interacción en la otra persona.
En el caso de los niños y niñas, representamos este estilo comunicativo con una tortuga. Y es que la tortuga cuando se siente indefensa lo que hace es esconder la cabeza dentro del caparazón y, por lo tanto, los y las otras no pueden saber qué piensa, qué le pasa o qué siente.
Los niños y niñas que utilizan este tipo de comunicación, suelen sentir tristeza, enojo… ya sea hacia el resto, como también hacia ellos/as mismos/as, así como ansiedad ante las interacciones y una baja autoestima. Además, al no comunicar sus necesidades, estas no son tenidas en cuenta por los otros, hecho que puede llevar a conflictos puesto que sienten que no son valorados/as.
La comunicación agresiva es utilizada por personas que imponen sus opiniones, necesidades y preferencias, sin tener en cuenta a la otra persona, dominando en todo momento la conversación e incluso la relación.
El su discurso suele imponer su opinión o criterio de manera agresiva, sin dejar que la otra persona participe en la conversación, utilizando expresiones como: “más te vale”, “tendrías que”, “si no lo haces…”. A veces este tipo de comunicación también puede incluir críticas, humillación, invalidación de emociones del otro, sarcasmo, etc., con el objetivo de anular al otro y apropiarse de la conversación y/o la relación.
En el caso de los niños y niñas, representamos este estilo comunicativo con un león. Como rey de la selva, el león se impone al resto de animales con su rugido, utilizando el miedo que le pueden tener los otros para imponer lo que él quiere y salirse con la suya. Cuando lo molestan no lo explica, sino que ataca a los otros para defenderse.
Los niños y niñas que utilizan este tipo de comunicación, suelen mostrar emociones como ira o agresividad, mostrar una mirada directa y desafiante y un tono de voz brusco o elevado, llevándolos a tener muchos conflictos debido al rechazo que provocan en los iguales. Además, suelen sentirse frustrados y enfadados, puesto que suelen ser muy rígidos y necesitan salirse siempre con la suya.
Por último, la comunicación asertiva es utilizada por personas que expresan lo que piensan, lo que sienten y sus opiniones teniendo en cuenta la perspectiva y sentimientos de la otra persona. El estilo asertivo es la comunicación más eficaz, puesto que permite a la persona expresarse y opinar, pedir lo que necesita, negarse a lo que no quiere, o negociar cuando lo crea oportuno, sin incomodar, ofender o dominar a la otra persona.
En su discurso suele expresar las ideas o sentimientos de una manera adecuada, sin vulnerar los derechos del resto, pero respetando los propios, utilizando expresiones como: “qué te parece”, “a mí me gustaría”, “yo creo que”, “qué te parece sí…”. El discurso suele ser positivo y comprensivo, validando los sentimientos y emociones que pueda estar sentido la otra persona.
En el caso de los niños y niñas, representamos este estilo comunicativo con un búho. El búho es muy sabio y habla muy bien, es capaz de decir el que piensa, expresar el que lo molesta, dar su opinión, hacer propuestas, pero siempre con los ojos muy abiertos para observar cómo se sienten los otros y tenerlo en cuenta.
Los niños y niñas que utilizan este tipo de comunicación se muestran tranquilos, puesto que son capaces de expresar lo que piensan sin acumular tensiones ni tener muchos conflictos, mostrándose amables tanto hacia los otros como hacia ellos/as mismos/as. Además, comunicarse de manera asertiva les ayuda a tener mayor control de sus interacciones y sentirse con más capacidad para la resolución de conflictos, mejorando también su autoestima.
A partir de la explicación de los diferentes estilos comunicativos y de su personificación en diferentes animales, podemos crear un montón de juegos, ideas y materiales para trabajar con los niños y niñas la identificación tanto de su estilo comunicativo como lo de los otros, a empatizar cómo hacen sentir a los otros estos diferentes estilos, cómo nos comunicamos en según qué situaciones, qué podemos hacer para comunicarnos de manera más asertiva, y un largo etcétera.
Si os ha gustado el artículo y queréis que escribimos algunas ideas para poder trabajar todo esto con los y las peques de la casa, ¡no dudéis es escribirnos!
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia