En la historia del Trastorno del Espectro del Autismo, típicamente se ha visualizado como un niño, chico o hombre con ciertos rasgos característicos: pocas habilidades sociales, dificultades en la regulación emocional, rigidez cognitiva, y rituales o estereotipias muy visibles y marcadas.
Según datos de la Confederación Española de Autismo (2012), se concluye que no hay diferencias significativas entre razas, etnias, ni grupos socioeconómicos, pero sí que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres con TEA. Aparecen entre 4 y 5 veces más hombres que mujeres con dicho diagnóstico. Actualmente, pero, los casos de mujeres con TEA están en aumento.
A pesar de formar parte de la realidad, las mujeres con TEA han sido invisibles durante mucho tiempo. A raíz de esta invisibilidad, los tratamientos propuestos para las personas con TEA han sido siempre enfocados en trabajar las necesidades del perfil masculino.
Es sabido que dependiendo de los niveles intelectuales que presentan las personas con TEA se puede observar diferencias en la ratio niño-niña La diferencia es significativa: cuando los niveles de CI son inferiores a 34, el porcentaje de chicos y chicas es el mismo, 1 chico por cada 1 chica. Cuando los niveles de CI se acercan más a la norma de la población (34-70) se observa una diferencia en los porcentajes según el género, 4 chicos por cada 2 chicas. Finalmente, cuando presentan alto funcionamiento cognitivo se observa una diferencia muy destacable, 9 chicos por cada 1 chica con TEA.
Diversos estudios concluyen que las chicas o mujeres con TEA con un CI dentro de la media, tienen menos facilidad de conservar sus amistades, presentan más dificultades de interacción social y preocupaciones externalizadas que los varones. A pesar de lo expuesto, a diferencia de los varones, presentan más facilidades en el uso de expresión facial, interacción social recíproca y se observa un mejor comportamiento social, manifestando una mejor habilidad social.
Además, las mujeres con TEA revelan una deseabilidad social más predominante que los varones. Dicha deseabilidad social no provoca problemas durante la etapa primaria, sin embargo provoca una alta sensibilidad al rechazo social durante la etapa secundaria y colateralmente puede provocar aislamiento social. Las mujeres presentan una mayor dificultad de gestión emocional en contraposición con los varones y aparecen síntomas más ansiosos o depresivos, así como problemas de sueño y vigilia.
En cuanto a intereses especiales o restringidos, se observa que las mujeres con TEA se declinan por fijarse en la conducta social de las personas, en vez de por objetos. Se concluye que presentan este interés con una intensidad desproporcionada, por ende, aparecen problemas en su funcionamiento social. Suelen presentar conductas dirigidas al perfeccionismo y un menor número de conductas repetitivas visibles que los varones.
A diferencia de los varones con TEA, las mujeres durante la etapa adolescente presentan de manera frecuente ansiedad, depresión y conductas autolesivas, así como también pueden presentar Trastornos de la Conducta Alimentaria o mutismo selectivo en diferentes contextos, este aparece en situaciones con un alto componente social o situaciones que puedan provocar ansiedad.
Las mujeres con TEA son muy observadoras y se proponen el objetivo de comprender las diversas situaciones sociales. Para comprender el proceso cognitivo y el proceso emocional de los demás, muestran interés por la literatura, puesto que en esta encuentran explicaciones concretas que facilitan el entendimiento. También a través de la visualización audiovisual tienden a repetir conductas aprendidas. Las personas con TEA femenino se describen como personas con una alta deseabilidad e inclinación social, además de mostrar una alta capacidad de sensibilizar y empatizar con otras personas. Son personas que tienen la habilidad de camuflarse y adaptarse a las diferentes situaciones que se le presentan a lo largo de su vida. Aprenden a copiar conductas a través de la observación y la imitación, aún sin comprender como están actuando. No son mujeres que destaquen por conductas inusuales. Presentan mucho miedo al rechazo social y son capaces de disimular sus dificultades con tal der ser aceptadas socialmente.
Los varones con TEA a diferencia de las mujeres con TEA no tienen el objetivo de ser aceptados socialmente y las interacciones sociales no juegan un papel muy importante en su vida. Tienden a ser muy inapropiados en situaciones sociales, dado que son muy prácticos y no hacen uso del filtro social. Suelen despertar rechazo en sus iguales, ya que sus comentarios pueden afectar emocionalmente, aunque no sea su intención. No suelen mostrar sensibilidad y empatía con terceros. La causa puede ser la carencia de neuronas espejo y la dificultad que presentan para leer los pensamientos y emociones de los demás solo observando su expresión facial, sus gestos o comportamientos. No muestran interés en conocer cómo funciona la mayoría de la sociedad.
Hay diferentes tipos de perfil, dentro de los varones con TEA masculino: aquellos que prefieren aislarse y que no necesitan de interacciones sociales; aquellos que se presentan como líderes muy normativos; y aquellos que no identifican los diferentes círculos sociales y grados de confianza.
En cuanto a la conducta, las diferencias en varones y mujeres con TEA que se presentan son relevantes. Las mujeres suelen ser menos disruptivas. En la primera etapa vital, tienen la creencia que, si se comportan de manera agradable, lograrán ser más aceptadas. Cuando se encuentran en la adolescencia, suelen presentar perfiles conductuales de rebeldía o de normatividad y perfeccionismo. Se observa mucho temor a no ser aceptadas socialmente y esto conlleva una exigencia personal muy alta y a inclinarse e imitar los estándares más prototípicos de la sociedad.
Los varones con TEA presentan características más explosivas y menos funcionales a ojos de la sociedad. Cuando no saben gestionar una situación o bien cuando aparece emociones tales como ira o frustración, la explosión conductual tiende a ser desproporcionada e intensa. No hay un proceso progresivo para sus conductas, es decir, pueden presentar conductas de calma, y en una ventana breve de tiempo, presentar conductas de ira y enfado incontrolables, con poco margen de regulación dada la intensidad. Es difícil que identifiquen cuando se están empezando a desregular porque el paso, de calma a ira, es efímero.
El perfil masculino y femenino coinciden en las dificultades que presentan para comprender las emociones de terceros y para expresar las suyas propias. Presentan una identificación emocional encarecida, y tienen dificultades para gestionar la frustración. No presentan conexión entre los procesos cognitivos y los procesos corporales. Es importante destacar que, pese que a las mujeres presentan menor número de dificultades que los varones, ellas mismas se autorregistran más criterios del TEA que los chicos. Así pues, se concluye que hay más insight de las dificultades que poseen, aun teniendo más habilidades de adaptarse, repetir y camuflarse ante la sociedad. Esta conciencia de sus retos sociales les genera una alta exigencia social que provoca estados de ansiedad más elevados.
Sea cual sea el perfil es importante basar la intervención terapéutica en la unicidad de la persona y no se puede definir a las personas por su diagya que puede presentarse ser muy diferente en una persona que en otra.
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El equipo de Somni Psicologia.