La inatención hace referencia a la reducción de la capacidad para dirigir o focalizar la atención hacia un estímulo determinado. Esto supone una dificultad para mantener la concentración en tareas y supone un elevado número de distracciones para las personas que la sufren.
Este reto puede aparecer en cualquier tipo de persona, independientemente del género o la edad, pero, si bien es cierto que es muy frecuente escuchar hablar sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), la inatención puede ir mucho más allá de este diagnóstico.
De hecho, la atención, como toda habilidad o proceso cognitivo, puede observarse en mayor o menor medida en cada una de sus distintas funciones, y es muy importante comprenderla en su globalidad antes de poder sacar conclusiones erróneas que nos lleven a un diagnóstico equívoco de un menor.
La atención engloba distintas habilidades específicas, o tipologías, muy distintas entre sí:
- Atención sostenida: Permite que nos centremos en un único objeto a lo largo del tiempo.
- Atención selectiva: Nos permite centrarnos en un estímulo determinado e ignorar aquellos estímulos distractores que pueden dificultar la percepción del estímulo elegido.
- Atención dividida: Es la habilidad de atender a más de un estímulo al mismo tiempo, permitiéndonos realizar más de una tarea al mismo tiempo.
El control atencional nos permite gestionar estos tipos de atención y, por tanto, llevar a cabo todo tipo de tareas del día a día, ya que es el encargado de discriminar los estímulos y procesar únicamente aquella información que realmente es importante para la persona.
Consecuentemente, la inatención puede tener consecuencias graves en la vida cotidiana. Las personas que la padecen pueden tener dificultad para completar tareas, retener información importante o seguir instrucciones. Esto supone un impacto en el rendimiento escolar, laboral y en la vida personal.
Pero, si no es exclusivo de niños y niñas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad ¿cómo podemos diferenciar a los menores con inatención de aquellos que podrían padecer este diagnóstico?
La respuesta es sencilla: acudiendo a un/a profesional, ¡la inatención se puede trabajar! Observamos una evolución muy positiva en este aspecto gracias al entrenamiento de las funciones ejecutivas. Pero este proceso terapéutico distará mucho en función de la causa de la inatención.
Una buena exploración diagnóstica será la clave para ver si la inatención deriva de la sintomatología del TDAH, de la baja motivación por la tarea, del estado emocional o de factores ambientales que podamos modificar.
En cualquiera de los casos, existen estrategias específicas a través de la terapia cognitivo-conductual que podrán ser de gran beneficio para el niño o la niña, ayudándonos a identificar y cambiar patrones de pensamiento, emoción y conducta que están contribuyendo a la inatención. Y, sólo en caso de que fuera necesario, siempre podríamos derivar a psiquiatría para que se valore detenidamente si la medicación puede ayudar en su caso.
Esperamos que os haya parecido interesante el artículo y que pueda ser útil para poder comprender y ayudar a muchos niños, niñas, adolescentes y personas adultas que, sin necesidad de padecer un diagnóstico concreto, puedan mostrar inatención en su día a día.
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia