En el mundo existen 7.8 billones de personas, lo que implica que hay 7.8 billones de cerebros diferentes. Cada cerebro funciona de una forma distinta, con lo que debemos ser conscientes que lo que funciona para una persona, puede ser diferente para otra. 

 Aun así, hay formas de “agruparnos” según distintas características, como puede ser la forma en la que nuestro cerebro funciona, y cómo eso nos influencia en nuestra personalidad y en nuestro día a día. Una de las teorías más interesantes en este aspecto, es la teoría de Activación Cortical de Hans Eysenck, que explica las diferencias entre personas Introvertidas y personas Extravertidas. 

Esta teoría se centra en el Sistema de Activación Reticular Ascendente (SARA), un sistema neuronal encargado de estimular la corteza cerebral y, a su vez, el nivel de activación cerebral en general. Es decir, es el que se ocupa de que nuestro cerebro esté activo y funcionando. 

 Según Eysenck, tenemos distintos niveles de activación (o “arousal”). Las personas introvertidas tienen, de base, niveles más elevados que las personas extravertidas. Curioso, ¿verdad? 

Por ese motivo, se podría explicar que las personas extravertidas tengan tendencia a buscar estimulación externa, a través de la socialización o los planes estimulantes; mientras que las personas introvertidas puedan llegar a niveles de arousal adecuados haciendo planes a solas, como la lectura o tocar un instrumento musical. 

 ¡Es más! Al saber que las persones introvertidas fácilmente llegan a niveles más altos, podríamos entender por qué a estas les agota mental y emocionalmente el contacto prolongado con otras personas, mientras que las personas extravertidas se “alimentan” enérgicamente de ellas. Del mismo modo, podemos vislumbrar por qué las personas extravertidas tienden a vivir con tristeza o rechazo los momentos a solas, a diferencia de la gente introvertida que puede disfrutarlo muchísimo. 

 Viendo esta teoría, podemos comprender entonces por qué a menudo la gente más extravertida tiene más facilidad para dormirse (teniendo el nivel de “desconexión” mucho más cercano a su nivel de activación habitual) al contrario de la gente introvertida; y la dificultad de las personas extravertidas de llegar a concentrarse con algo poco estimulante, en contraposición de la facilidad del perfil introvertido.  

 Seguramente, si habéis llegado a este punto del artículo, os plantearéis: entonces, ¿qué es mejor? ¿Ser introvertido/a o ser extravertido/a? Pues como siempre, todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Pero se reduce a plantearnos: ¿por qué una cosa tiene que ser mejor que la otra? ¿Por qué tenemos que alabar a un perfil de persona y castigar al otro? ¡No tiene ningún sentido! 

Así que aceptemos nuestras peculiaridades y las diferencias del resto, e intentemos justamente potenciar todo aquello que nos resulte beneficioso. 

 

¡Esperamos que os haya resultado interesante! ¡Nos vemos el miércoles que viene! 

El Equipo de Somni Psicologia 

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