¿Quién no conoce a un padre o una madre a la que le hayan dicho alguna vez que su bebé le está manipulando? 

Se trata de una creencia muy extendida según la cual, los niños y niñas, ya en sus primeros meses de vida, pueden lograr que sus cuidadores actúen como ellos/as desean a través del llanto, y que dicha conducta va en aumento a medida que los peques crecen. 

Sin embargo, los estudios científicos demuestran que esto resulta imposible. Al menos siendo tan pequeños, dado que aún no se ha desarrollado el pensamiento lógico y, por tanto, no pueden comprender las consecuencias de sus actos.  

Entonces ¿qué es lo que ocurre en esos casos? 

El llanto de los bebés es su única herramienta para expresar sus necesidades físicas y emocionales. Todas ellas naturales y perfectamente legítimas: hambre, sueño, afecto, consuelo… ¿Y por qué funciona esta herramienta? Porque supone un reclamo para sus progenitores, ya que solos no tienen la autonomía para saciar dichas necesidades. 

El problema reside cuando el llanto de este bebé (o ya niño/a), empieza a contraponerse con los límites y las necesidades de la familia. Ya que, entonces, el llanto empieza a poder suponer un problema.  

Si a esto le sumamos los continuos mensajes de fuentes externas que recibimos sobre la crianza de nuestros peques (tv, redes sociales, el otro progenitor, la familia extensa, la guardería, el colegio…) podemos llegar a sentir que realmente nos están manipulando a través del llanto. 

¿Qué podemos hacer entonces? 

Pese que ya sabemos que nuestros bebés no nos están manipulando porque realmente su cerebro no está lo bastante desarrollado como para hacerlo, llegará un momento en que sí lo esté, y lo que debemos hacer es prepararnos y enseñarles cómo gestionar sus necesidades sin sobrepasar las nuestras. 

Y eso, pese a que suene muy difícil, lo podemos hacer des de los primeros meses de vida a través de los límites. Límites claros. Límites afectuosos. Límites premeditados. Límites que atiendan sus necesidades, las nuestras y las de las personas de nuestro alrededor. 

Límites que sólo la familia directa debe decidir y que no deben ser juzgados des del exterior. 

¿Y por qué hablamos así de los límites?  

Porque mucha gente comprende la crianza respetuosa desde la necesidad de dar respuesta a todas las necesidades de los niños y niñas, y dejan de lado los límites comprendiéndolos como una forma de autoritarismo. 

No lo son. Los límites se pueden, y se deben, poner des del respeto. Como una forma de cuidado del menor y de su relación con el entorno. Y que le ayudarán a entender hasta dónde puede llegar a través del lloro, del berrinche, de las discusiones e incluso, de la palabra, en un futuro. 

Esperamos que os haya resultado interesante. Si tenéis dudas o queréis explicarnos vuestra experiencia con el llanto de vuestros peques, no dudéis en escribirnos. 

¡Hasta el próximo miércoles!  

El Equipo de Somni Psicologia 

Hola, ¿ te puedo ayudar?