Se acerca el verano, y con él las vacaciones y los viajes en familia. Para los niños y niñas los viajes son una experiencia maravillosa, ya que les permite vivir nuevas experiencias; encontrarse con situaciones fuera de su zona de confort y de su rutina, probar cosas nuevas…
Además, hacerlo en familia, nos permite pasar tiempo todos y todas juntas fuera del estrés y la abrumación del día a día. Aprender y descubrir cosas en compañía, hacer actividades nuevas y divertidas, explorar nuevos lugares, etc., nos permite reforzar las relaciones y vínculos padres/madres e hijos/as.
A pesar de la infinidad de cosas buenas que nos pueden aportar los viajes en familia, muchos padres y madres viven esos días con ansiedad debido a las reacciones que sus hijos/as puedan tener a esta falta de estructura: sitio nuevo, comidas y alimentos diferentes, horarios patas arriba…
A veces entretenerles con juegos o trucos puede funcionar, pero otras pueden no ser suficiente. Para esos casos, el mindfulness puede ser un gran aliado de los/las peques (y no tan peques), para combatir esos momentos de ansiedad durante los viajes.
No es la primera vez que hablamos en nuestro blog sobre los beneficios del mindfulness, especialmente los que este puede tener en los y las peques e incluso, en el ambiente familiar. Pero hoy queremos enfocarlo a los beneficios que nos puede aportar en estos viajes o escapadas durante las vacaciones, y de qué manera podemos aplicarlo.
El mindfulness consiste en mantenerse conectado en el presente, en centrarse lo que está sucediendo en nuestro entorno en ese preciso instante. A pesar de que puede sonar bastante básico, tanto a adultos/as como niños/as nos cuesta mucho evitar pensamientos intrusivos y que nuestra mente se distraiga.
Los niños y niñas que son capaces de mantenerse atentos/as, tienden a mostrarse más seguras y seguros de sí mismos, dormir mejor, están más conectados con su entorno, muestran más capacidad para gestionar los cambios, y muchas otras habilidades que les pueden beneficiar en estos momentos de cambio de estructura.
Para nosotras, el mayor beneficio del mindfulness es que nos permite ejercitar esta conexión con el presente, mediante técnicas y ejercicios sencillos y fáciles de incluir en nuestro día a día o, en este caso, en nuestros viajes en familia.
- Haciendo que el/la niño/a se centre su respiración la hora de dormir, para facilitar la conciliación del sueño y estar más descansado/a.
- Aprender a hacer una pausa cuando están saturados/as, sin conectar con pantallas u otros elementos, sino centrándose en el entorno: qué pueden ver, qué pueden oír, cómo se sienten…
- Aprender a identificar momentos de ansiedad y aprender a concentrar su mente en la respiración: concentrándose en inhalar y exhalar.
- Incluirles en la planificación del viaje. Eso nos permitirá que sientan que su opinión es valorada, fomentando así su autoestima, y anticipar y resolver dudas o miedos que puedan tener respecto a este.
- Focalizar su atención en los alimentos durante las comidas, especialmente en aquellos nuevos: jugar a observarla, sentir las texturas, olerla…
- Escuchar su entorno plenamente consciente, contando por ejemplo cuántos sonidos son capaces de identificar.
- En los viajes solemos caminar mucho, y eso puede hacerse pesado. En esos casos, pueden concentrarse en la sensación de los pies tocando al suelo, contar los pasos, focalizarse en qué otras partes del cuerpo se mueven, como es nuestra respiración, o el suelo por el que andamos.
Recordad que, a pesar de que las técnicas mindfulness pueden ser simples, tenemos que aplicarlas y repetirlas muchas veces, para que acabe siendo una práctica para nuestros hijos e hijas que no requiera de nuestra guía.
¡Esperemos que os hayan gustado estos consejos y que os sirvan para vuestros viajes durante el verano!
El Equipo de Somni Psicologia