La neurodiversidad es un nuevo paradigma que comprende la especie humana como un grupo con diferencias a nivel de desarrollo neurológico. Es decir, cada cerebro puede desarrollarse, no sólo a un ritmo distinto, sino también de una forma diferente.  

Se trata de evitar caer en el reduccionismo de comprender que una persona que piensa o siente de una forma distinta a como lo hace la mayoría, tiene algo “malo”.  Y, por tanto, rompe con conceptos como “personas normales” y “personas con trastornos”. 

Dentro de este paradigma diferenciamos 2 tipos de personas: 

  • Neurotípicas: Son aquellas que presentan el neurodesarrollo más esperable o estadísticamente más común. 
  • Neurodivergentes: Son aquellas que presentan un neurodesarrollo que se aleja de lo esperable. Y aquí se incluirían todas las personas que tienen diagnósticos como Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia, síndrome de Down… entre muchísimas otras que no siempre tendrán un diagnóstico específico. 

Sin embargo, sabemos que cada cerebro se desarrolla gracias a la conjunción entre la genética y las experiencias vividas a lo largo de nuestro desarrollo. Y nadie coincide exactamente en ambos aspectos, por lo tanto, nuestro cerebro es único y siempre lo será.  

Esta es la razón por la cual pensamos y sentimos de forma distinta a la persona que tenemos delante. Pero, entonces, ¿dónde está el límite entre lo esperable y lo no esperable? ¿Puedes asegurar que tu cerebro es 100% típico? 

La respuesta es difícil ¿verdad?  

La comunidad científica no se arriesga. Se centra únicamente en porcentajes estadísticos, estudiando fenómenos cognitivos, emocionales y conductuales, comparando estos rasgos entre grandes muestras de población. Si formas parte de la mayoría, eres considerada una persona neurotípica. 

El problema de esta clasificación reside en el mismo lugar en que lo hacen la mayoría de clasificaciones en salud mental. ¿La sociedad concebirá a la persona neurodivergente igual que a la neurotípica o recaeremos en concepto de “estar mal”? 

Pese a que la comunidad social y científica luchan para la inclusión de las personas neurodivergentes, éstas siguen en alto riesgo exclusión, sobre todo en el ámbito laboral y social. Somos la gente de a pie, los y las que debemos pararnos a pensar en todas las ventajas que puede suponer un cerebro que funciona de forma distinta a la propia. 

Esperamos que os haya resultado interesante el artículo. ¡Hasta la semana que viene! 

El Equipo de Somni Psicologia 

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