Hay gente más introvertida que otra, pero lo que está determinado es que somos seres sociales que necesitamos compartir nuestras alegrías y, más aún, nuestras preocupaciones. Hay gente más reservada a explicar o compartir aspectos complicados o personales, por miedo a preocuparse más o a preocupar a los demás.
Nos relacionamos por diversas causas: para informar, por interés, para desahogarnos, para que nos consuelen, para sentirnos validados, tanto emocional como racionalmente; para tener más puntos de vista y hasta para obtener nuevos conocimientos o visiones que nos pueden hacer cambiar nuestra principal visión de las cosas.
No relacionarse o no compartir nuestros pensamientos, interpretaciones o acciones puede traer una serie de consecuencias. Nos puede hacer sentir solos/as, nos puede hacer mostrarnos rígidos/as, con ideas y emociones muy monótonas y lineales, con interpretaciones absolutistas, y nos puede empujar a marcarnos una serie de normas.
A veces la gente no comparte por miedo a sentirse rechazado/a, por miedo a que la opinión de los demás no sea como la que la persona tiene, y le haga abrirse a considerar otras opciones válidas y, en consecuencia, a cambiar algún comportamiento personal que les genera comodidad y les hace estar en su zona de confort. A veces no interactuamos, porque quizás tenemos miedo de no saber responder a las demandas de los demás y podamos caer en la opción de ser rechazados/as socialmente.
Además, abrirnos a explicar nuestras preocupaciones puede generar que los de nuestro alrededor, que nos quieren y buscan lo mejor para nosotros/as, puedan molestarnos o añadirnos más presión sobre el tema íntimo o ansioso que les exponemos. Eso, nos puede llevar a actuar de manera evitativa y preferir guardar la preocupación para nosotros/as mismos/as, sin darnos cuenta que nos puede repercutir de manera negativa.
Si tenemos miedo de alguna cosa, o no nos sentimos bien con algo, no es lo mismo acarrear con toda la responsabilidad y contar solo con nuestro punto de vista (que casi siempre será de castigo o de malestar), que compartirlo con alguien de confianza y que te pueda apoyar, aconsejar o incluso quitarte peso de esa interpretación tan pesimista o castigadora que tú te has generado.
Es importante comunicarnos, dejarnos ayudar y no juzgarnos tanto; verbalizar nuestros miedos o preocupaciones puede ayudarnos a encontrar soluciones o a sentirnos apoyados/as. Tendemos a ser duros/as con nosotros/as mismos/as, ya que nos permitimos el lujo de ponernos al límite a nosotros/as mismos/as, pero nunca trataríamos así a los demás, de modo que hace falta reflexionar y darnos cuenta de qué beneficio nos da el compartir las cosas y como nos puede ayudar a mejorar nuestro malestar o nuestra inseguridad o preocupación respecto a cualquier tema.
¡Esperamos que os haya resultado interesante! ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia