Adolescencia, auto-castigo, Autocuidado, Autoestima, Emociones, Empatía, Expectativas, Gestión Emocional, Mecanismo de defensa, NUESTRO BLOG, Salut Mental, Terapia
Llega verano, vestimos con ropa más ligera y el físico de las personas pasan a un primer plano.
Podríamos decir que “lamentablemente sucede esto” (y lo pensamos), pero lo que sí que sabemos es que es una realidad. Nos fijamos más en nuestro cuerpo, su forma, su tono, sus particularidades: que si un granito por aquí, un pelito por allá, una nueva peca, celulitis, estrías y un sin fin de cosas.
Durante la temporada de verano, la gente suele hacer más cosas sociales que en su día a día habitual, y eso impulsa a que puedas compararte con otros cuerpos. A veces para reforzarte, o a veces para castigarte. Hoy en día el físico se tiene muy en cuenta, entre parejas, entre amigos o amigas, entre familiares; y cada vez hay más personas con una autoestima más baja por culpa de las comparaciones irracionales que hacemos. Como hemos oído miles de veces, entrar a compararte con otras personas no ayuda en nada.
Por este motivo, os proponemos que os aceptéis con vuestras particularidades. Si hay algo que está en vuestras manos para sentiros mejor y se puede conseguir mediante una constancia sana, pues adelante, ve a por ello. Pero no te debes valorar por tu físico. Quizá deberías valorarte por tu forma de ser, por tus valores y principios, e incluso por tu carácter y personalidad. Es importante estar sano físicamente y cuidarse y no dejarse de lado, pero no vayamos a extremos y mucho menos que nuestra motivación a cambiar sea por culpa de compararnos con otra gente. Nadie sabe la situación personal de cada persona y no debemos ni tener envidia, ni compararnos asiduamente. No vamos a decir que dejar de compararse sea fácil, pero os animamos a intentar centraros en vosotrxs mismxs y no darle vueltas al cuerpo de otra persona, ya que no nos beneficia en nada.
Aceptate y si hay algún plan en el que te vayas a sentir incómodx este verano por tu físico, piensa, reflexiona y decide. Si decides no ir, estará bien; y si decides ir, también. Pero que conste que, si vas, vas para disfrutar, ¡no para estar incómodx y en bucle!
¡Hasta la semana que viene!
El equipo de Somni Psicologia
Autocuidado, Autoestima, Emociones, Gestión Emocional, NUESTRO BLOG, Salud Mental, Terapia
Cuando pensamos en autoestima, pensamos siempre en nuestra imagen. ¿Nos gusta nuestro cuerpo? ¿Nos gusta nuestro estilo? ¿Pensamos que nos queda bien el corte de cabello que llevamos?
Obviamente, uno de los factores que influencian en nuestra autoestima es como nos presentamos al resto. ¡Claro que es relevante! Teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad donde las apariencias resultan tan importantes, tendemos a reducirla únicamente a la autoimagen física.
Así pues, ¿qué dimensiones conforman nuestra autoestima general?
Una de estas es el anteriormente mencionada, la autoestima física. Esta, la conforma nuestra apariencia, pero también nuestro nivel de energía, nuestros hábitos de autocuidado (alimentación, descanso, ejercicio) y, en general, nuestra salud física. Importantísimo, ¡está claro! Puesto que el cuerpo es el que nos permite movernos, hacer, deshacer, pensar… ¡vivir! Obviamente, redes sociales como Instagram o Tiktok (y todos los filtros que tienen) nos influencian en esta dimensión.
Otra dimensión está relacionada con nuestra autoestima profesional. Esta está formada por nuestro desarrollo profesional, la satisfacción que tenemos con nuestros éxitos, los retos nuevos que logramos, el nivel de formación que tenemos, nuestra capacidad de hacer trabajo en equipo y la orientación que tenemos hacia los resultados. Redes sociales como Linkedin influencian mucho en esta autoestima.
Y la siguiente dimensión, muy unida a la profesional, es nuestra autoestima económica. Nos guste o no, vivimos en una sociedad donde la capacidad económica puede influir en las comodidades de cada cual, por lo tanto, tendremos que ser conscientes que hay algunos factores que nos pueden influir. Por ejemplo, puede ser mi capacidad de controlar mis gastos, si considero que ahorro y gestiono adecuadamente mi patrimonio, si planifico estrategias para aumentar mis ingresos, y si, en general, me siento satisfecho/a con los ingresos que tengo actualmente.
Poseemos una autoestima personal, formada por la percepción que tenemos de nosotros/as mismos/se. Así, valoraremos el hecho de potenciar nuestro autoconocimiento, nuestros puntos a mejorar, la capacidad de regular nuestras emociones, de actuar independientemente y de tener claras nuestras metas. Es decir, todo aquello que está relacionado con nuestro desarrollo personal.
Existe también una autoestima familiar. En esta, nos basamos en nuestras valoraciones sobre la relación de pareja que tenemos, la relación con los hijos o hijas, la relación con los padres/madres, con los hermanos/as, con la familia extensa y con las mascotas. Cabe destacar que influenciará mucho si tenemos y/o queremos tener alguna de estas relaciones. Por ejemplo, quien no tiene hijos/se y no quiere tener, probablemente no le suponga ningún desbarajuste.
¿Y a nivel de amistades? ¡Hay también una dimensión de la autoestima social! Está formada por la empatía y apoyo que siento por parte de mis amistades, la capacidad que percibo que tengo cuando pretendo influir en ellos/as, el hecho de disfrutar de compañías que considero estimulantes, si participo o no en asociaciones y/o hago aportaciones en la comunidad. Incluso, la capacidad que vivo que tengo a la hora de generar sinergias con otras personas.
Muy ligada al anterior, tenemos la dimensión de la autoestima de ocio. Esta depende del tiempo que dedico a mis aficiones, a consumir y producir cultura, al deporte, a disfrutar de mi tiempo de ocio, ya esté en casa o fuera, y a mi habilidad (y capacidad a nivel temporal) de tener tiempo para desconectar de mi trabajo.
Y, finalmente, tenemos una autoestima espiritual, la cual está basada en el hecho de sentir que somos congruentes con nuestros valores, que asumimos responsabilidades y trabajamos en nuestros puntos a mejorar; que cuidamos el medio ambiente y conectamos con la naturaraleza, y que dedicamos tiempo para reflexionar y meditar las cosas.
¿Cuándo acontece pues un conflicto? Cuando detectamos que hay una diferencia muy grande entre el nivel actual que tenemos de cada dimensión, y el que nos gustaría tener. Por ejemplo, si pienso que tendría que dedicar más tiempo al ocio del que estoy dedicando, sentiré malestar.
En cambio, si siento que el nivel actual de una dimensión (por más alto o bajo que sea) es parecido al que quiero tener… ¡no habrá problemas! Si, por ejemplo, considero que no dedico tiempo a formarme, pero tampoco quiero hacerlo… ¡estará bien!
Así pues, ¿qué tal si empezamos a practicar la autocompasión? Escucharnos, permitirnos y no juzgarnos puede ser una herramienta de cambio mucho más potente que el juicio y el castigo al que tendemos a entrar. Reforzando cada paso cabe donde queremos ir, nos motivará y nos ayudará mucho más, que no entrar en una espiral de autojuicio y autocastigo. Con calma, podemos ir trabajando los diversos factores para sentirnos mejor.
Pero, ¡recordemos! Cada cual hace lo que puede con lo que tiene. Es decir, que si no te está siendo posible, por ejemplo, cuidarte tanto como te gustaría… ¡no pasa nada! Es la realidad en la que estás viviendo. Procuraremos, poco a poco, mejorarlo. Con las pausas que hagan falta. Y si necesitas ayuda, ¡contáctanos y miraremos de acompañarte en tu proceso!
¡Esperamos que os haya resultado muy interesante! ¡Nos encantará leer vuestras opiniones! ¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia
Diagnóstico, Infantil, NUESTRO BLOG
A pesar de que la lectura es una actividad de ocio imprescindible en la vida de muchos, una parte importante de nuestra sociedad no disfruta de esta debido a que su proceso de aprendizaje y de automatización no es nada fácil.
En muchas ocasiones, la propia dificultad para aprender a dominar el arte de leer y escribir, puede suponer que muchos niños y niñas rechacen todo aquello relacionado con el lenguaje escrito, lo que incluye, en la mayoría de ocasiones, el aprendizaje académico o muchas salidas laborales.
Cuando estas dificultades permanecen a lo largo del tiempo, de forma que las habilidades lectoras se encuentran muy por debajo de lo esperable en un individuo de su nivel madurativo, es muy probable, que estas personas reciban un diagnóstico Trastorno del Aprendizaje con dificultades en la lectura, comúnmente conocido como “dislexia”.
Pero ¿qué es la dislexia?
Todos hemos oído hablar sobre ella y probablemente hemos tenido compañeros y compañeras en clase que habían cometido errores de omisión al leer en voz alta (comerse alguna letra o palabra de un texto), fragmentaciones (separar las palabras por sílabas) o rotaciones (girando letras).
La dislexia es una condición psicológica que supone un procesamiento distinto de la información escrita, lo que nos puede llevar fácilmente a cometer este tipo de errores al leer.
La teoría de la doble vía de la lectura, nos explica la dislexia como una disfunción en una o las dos vías de procesamiento de la información lectora.
Según esta teoría, existen dos vías de procesamiento de dicha información. Por un lado, la vía directa o léxica, a través de la cual realizamos una lectura global, reconociendo las palabras sin necesitar reconocer grafema a grafema. Y por otro, la vía indirecta o vía fonética, a través de la cual relacionamos el estímulo visual con el sonido que representa, es decir, relacionamos el grafema con el fonema y, posteriormente, reconocemos el significado.
Muchos autores aprovechan esta teoría para clasificar los tipos de dislexia:
- Dislexia léxica o superficial: Es aquella en que se ve afectada la vía directa de lectura. Normalmente encontramos a personas que tienden a presentar dificultades para leer palabras atípicas o irregulares.
- Dislexia fonológica: Es aquella en que se ve afectada la vía indirecta y produce dificultades en la lectura de palabras desconocidas y pseudopalabras, pues es cuando necesitamos hacer una transcripción directa grafema-fonema.
- Dislexia profunda: Es aquella en que ambas vías del procesamiento de la información lectora se ven afectadas. En este caso, las personas pueden presentar dificultades al leer todas las palabras, ya sean conocidas o desconocidas, regulares o irregulares.
En cualquier caso, la mayoría de personas con este diagnóstico, o sin él pero con dificultades en el ámbito de la lectoescritura, fácilmente tienen repercusiones, no solamente a nivel académico, sino también a niveles sociales y emocionales.
Es por esta razón, que la intervención, no únicamente se tiene que basar en el propio aprendizaje académico, sino incluir toda la parte motivacional, emocional y de autoestima.
¡Esperamos que este articulo os haya resultado interesante! Y como siempre, ¡nos encantará leer vuestras opiniones! ¡Hasta la próxima semana!
El Equipo de Somni Psicologia