Autoexigencia infantil

Autoexigencia infantil


autoexigencia infantil

Muchas veces nos sorprende ver a niños y niñas extremadamente autoexigentes con ellos/as mismos/as. En una etapa vital en que se supone que se tiene que vivir de manera despreocupada y disfrutar de las vivencias y nuevos aprendizajes, nos encontramos con ciertos niños y niñas que se piden a ellos y ellas mismas ciertos niveles de exigencia que no son capaces de cumplir.  

El papel de la sociedad en la autoexigencia 

Pero, ¿por qué nos sorprende? Vivimos en una sociedad cada vez más perfeccionista, en la que premiamos la excelencia y la autosuperación continuada, basada en que, si el resto pueden hacer algo de una manera, tú también tendrías que poderlo hacer igual de bien.  

Los niños y niñas, igual que la mayoría de adultos, buscan sentirse reconocidos/as y valorados/as por su entorno, puesto que en esto se basa gran parte la autoestima de todas y todos. Si en su entorno, el niño o niña observa que cuando él o ella es el/la mejor o cuando hace cosas avanzadas a su edad, la respuesta de su entorno es positiva y recibe grandes dosis de atención, instaurará estas conductas de autoexigencia, quedando en él o ella la premisa de que “para ser valorado tengo que ser el/la mejor”.  

¿Cómo detectar a un niño/a autoexigente 

– Niños/as hiper sensibles a las críticas o correcciones de los otros.  

– Tienen reacciones desproporcionadas al perder, aunque sea un juego completamente nuevo.  

– Se enfadan y/o se frustran cuando los adultos dan por válidas otras respuestas a parte de la suya.  

– No aceptan las bromas con ellos como protagonistas.  

– Para evitar el fracaso o equivocarse, evitan tareas que no se les dan bien o no saben hacer.  

– Desvalorizan los éxitos de otros niños y niñas y resaltan sus errores.  

– Muestran rechazo a probar cosas nuevas porque pueden equivocarse o fallar al intentarlas.  

– Alta sensibilidad a cualquier tipo de fracaso, independientemente de si la tarea va acuerdo o no en su edad.  

– Buscan constantemente el reconocimiento y aprobación de los adultos de su entorno, por encima de disfrutar de la actividad o tarea que están haciendo.  

¿Cómo podemos ayudar a un niño/a autoexigente 

A pesar de que la autoexigencia va bastante ligada al propio carácter del niño o niña, los padres, madres y cuidadores/as pueden tener en cuenta una serie de actitudes y conductas, para ayudarles a trabajar en estas dificultades del día a día y que puedan superar esta necesidad de control, que muchas veces no les deja disfrutar de su infancia y ser felices.  

Antes que nada, hay que tener claro que la exigencia será un rasgo que seguramente acompañará a nuestro/a hijo/a a lo largo de su vida. Una de las cosas que podemos trabajar con él o ella es la persistencia. Si se pone unas metas altas, pero no tiene la capacidad de persistir para conseguirlas y se rinde al primer fracaso, vivirá en un constante estado de frustración. Ayudarlo/a y darle herramientas para persistir y esforzarse en lo que quiere, ayudará a no vivir el error como un fracaso, sino como un intento de llegar a su objetivo.  

En segundo lugar, no es ninguna novedad que los niños y niñas basan gran parte de su aprendizaje en la imitación y que nuestra respuesta ante situaciones en las que fracasamos o nos frustramos, será muchas veces la respuesta que adquirirán nuestros hijos e hijas. Trabajar en nosotros/as mismos/as y en cómo gestionamos estos fracasos, reírnos de nosotros/as mismos/as cuando cometemos un error, hablarlo con ellos/as y que vean que sus referentes también se equivocan pero que lo continúan intentando, puede ser una manera de brindarles nuevas actitudes ante los errores y ayudarles a perder el miedo al ridículo.  

Por último, vigilar con centrar los halagos sólo en los resultados. Muchas veces, de forma inconsciente, los padres y madres tienden a utilizar expresiones reforzadoras como “muy bien” de manera continuada. Esto puede generar a los niños y niñas el pensamiento de que el objetivo de hacer las cosas es hacerlas “muy bien” y cuando esto no se cumple, ya sea porque es una tarea nueva o porque aquel día no ha salido bien, aparecen las angustias y las frustraciones. Por un lado, podemos trabajar nuestros reforzadores y centrarlos en cosas concretas que ha hecho el niño o niña y que nos han gustado y, por otro lado, trabajar el disfrutar del proceso sin buscar el resultado. Equivocarnos con ellos y ellas, hacer cosas absurdas y que nos vean reír y disfrutar puede ser un muy buen aprendizaje para, poco a poco, dejar de lado los resultados y ser felices con lo que están haciendo en el momento.  

Esperamos que el artículo te haya resultado interesante, ¡y si tienes cualquier pregunta y/o comentario no dudes al escribirnos!  

El Equipo de Somni Psicologia 

Hola, ¿ te puedo ayudar?