Asertividad, comunicación, Emociones, Empatía, Gestión Emocional, Infantil, NUESTRO BLOG, Salut Mental
Como adultxs, somos perfectamente capaces de entender que otra persona adulta pueda tener un mal día. Somos capaces de empatizar en cómo se puede estar sintiendo y comprender que pueda tener un gran enfado por una tontería, que dé una mala contestación, que llore por algo que aparentemente no nos parece tan importante… todxs hemos estado en esa situación y, por lo tanto, somos capaces de ponernos en su lugar y ser mucho más benevolentes con sus reacciones y conductas.
¿Por qué todxs somos capaces de empatizar con esta situación? Porque tener un mal día es normal.
Pero, ¿qué pasa cuando extrapolamos esta misma situación en los niños y niños? ¿Pueden tener ellxs un mal día?
Muchas veces, como adultxs, padres, madres, cuidadorxs, etc., esperamos que lxs más pequeños tengan un comportamiento ejemplar, que nunca se pasen de la raya, que no tengan una mala contestación, que no griten, que no monten una rabieta, que controlen hasta el más mínimo detalle de sus comportamientos, emociones y reacciones. Cuando somos nosotros/as quiénes tenemos un mal día, lo verbalizamos, lo expresamos y esperamos que las personas de nuestro entorno empaticen con nosotrxs, nos comprendan e incluso que “aguanten” nuestro mal humor.
¿Cómo nos sentiríamos si en vez de eso, nos tiraran en cara nuestro comportamiento, nos lo reprocharan e incluso nos regañaran? Exigiéndonos un comportamiento ejemplar a pesar de nuestras emociones. Seguramente nos sentiríamos tristes, enfadadxs y totalmente incomprendidos e incomprendidas.
Los niños y niñas muchas veces no son capaces de verbalizar sus emociones, y por lo tanto no son capaces de identificar y contarnos que han tenido un mal día. A veces será una pelea en el patio, una mala nota, que un amigo no haya querido jugar con él o ella, e incluso que un imprevisto haya hecho que no podáis ir al parque esa tarde. Como adultxs nos pueden parecer motivos insignificantes, pero para ellxs no lo son, y lo que sienten y necesitan es exactamente lo mismo que nosotrxs: acompañamiento, empatía y, sobre todo, mucha comprensión.
Así que, la próxima vez que sintamos que nuestros hijos e hijas nos están llevando al límite, que se nos agota la paciencia y que no aceptamos ese comportamiento, respiremos hondo y pensemos, ¿cómo me gusta que me traten a mi cuando tengo un mal día?
¡Esperamos que te haya parecido útil y motivo de reflexión! ¡Hasta el miércoles que viene!
El equipo de Somni Psicologia
Ansiedad, Asertividad, Autocuidado, comunicación, conflictos, Equipo laboral, NUESTRO BLOG, Relaciones Sociales
Hoy queremos hablar sobre la importancia de tener un buen ambiente en el ámbito laboral.
Pasamos muchas horas dedicando el tiempo a nuestro trabajo, casi nos atreveríamos a decir la mayor parte de nuestro tiempo, por lo que creemos que es muy importante hablar sobre cómo conseguir, en la medida de lo posible, sentirnos comodxs durante las horas invertidas.
A veces, trabajar en equipo puede tener inconvenientes: diferentes ritmos, diferentes puntos de vista, diferentes estilos de comunicación… y eso puede repercutir a nuestras emociones.
Para ello creemos que es necesario poder tener un espacio semanal o mensual en el horario laboral, donde se puedan expresar de manera asertiva nuestras emociones, las cosas que nos hacen sentir mal o incomodxs y, por supuesto, aquellas cosas con las que estamos a gusto y nos facilitan la estancia en el trabajo.
Así pues, queremos promover que toda empresa destine un breve tiempo durante la jornada laboral para que todxs lxs trabajadorxs puedan expresar como se sienten, sobre todo a nivel de compañerismo. Es decir, damos importancia a que la relación con los componentes del equipo sea lo más cómoda posible y que se pueda ser lo más transparente posible entre ellxs. De esta manera conseguiremos que lxs trabajadorxs puedan comunicar sus necesidades o sus puntos de vista sobre el equipo, sin juzgar a lxs demás, pero dándole importancia a fomentar la comunicación emocional. A través de esta iniciativa, conseguiremos un ambiente laboral mejor y seguramente una mayor optimización en los resultados de la empresa, porque el estado de ánimo influencia mucho en como realizamos nuestras tareas y, si conseguimos un ambiente cálido y transparente, conseguiremos trabajadorxs más eficientes.
En cualquier ambiente laboral la gente habla con lxs compañerxs de más confianza, de lxs unxs y de lxs otrxs “por las espaldas”, y esa comunicación viene dada o bien por el miedo de confrontar, o bien por miedo a enfrentarnos a comentar lo que nos molesta y, además retroalimenta a emociones de rabia o disconformidad, generando un ambiente tenso y desagradable que repercutirá a las tareas del trabajo. Además, no comunicar cómo nos sentimos con el equipo puede conllevar graves consecuencias, como ansiedad, estrés, mal rollo con lxs compañerxs o distancia entre ellxs, y con lo cual puede interferir en el desarrollo de las tareas compartidas.
Finalmente destacar que no todo el mundo tiene un ritmo o una eficacia en el trabajo igual y esto puede “quemar” a buenxs trabajadorxs, incitando a un cambio laboral que puede arreglarse con estos espacios de comunicación. Además, fomentar espacios de comunicación puede aportar a la empresa más ideas o iniciativas que, si no existieran estos espacios libres para comunicarse, nunca saldrían a la luz y se estarían perdiendo mejor resultados a nivel empresarial.
Esperemos que os haya gustado nuestra entrada, ¡hasta el próximo miércoles!
El equipo de Somni Psicologia
Emociones, Gestión Emocional, Infantil, NUESTRO BLOG, Reeducación, Terapia
Seguro que alguna vez has oído la frase: “no es lo que dices, sino cómo lo dices”. Y es que muchas veces la manera como nos comunicamos con el entorno puede hacer que el contenido de nuestro discurso tome un significado u otro, o genere en la otra persona diferentes emociones.
Suele pasar que nuestro estilo comunicativo, es decir, nuestra manera de comunicarnos, puede salirnos de manera muy automatizada y que no le prestemos la suficiente atención. Aunque la comunicación es una habilidad que podemos entrenar y trabajar a lo largo de nuestra vida, primero tenemos que ser conscientes de cómo nos comunicamos normalmente, qué generamos en el resto y, si no es esto lo que queremos, cómo nos tenemos que comunicar para cambiarlo.
A pesar de que nunca es tarde para cambiar nuestras costumbres o maneras de funcionar, consideramos imprescindible poder trabajar desde muy pequeños/as la manera como ellos y ellas se comunican. Y es que, comunicarse de manera asertiva con su entorno, les permitirá mejorar en la expresión de sus opiniones, expectativas y emociones y, por lo tanto, mejorar la calidad de sus relaciones personales.
¿Cuáles son los tres estilos de comunicación?
La comunicación pasiva es la utilizada por personas que esconden sus opiniones, emociones, necesidades o pensamientos. Normalmente este tipo de comunicación se da en personas que sienten inseguridad respecto a la reacción que tendrá la otra persona ante lo que comunica y que, por lo tanto, prefieren no comunicarlo.
Así pues, el contenido del discurso, si lo hay, contendrá mensajes de inseguridad y duda como: “supongo”, “creo que”, “quizás…”; dejando el peso de la interacción en la otra persona.
En el caso de los niños y niñas, representamos este estilo comunicativo con una tortuga. Y es que la tortuga cuando se siente indefensa lo que hace es esconder la cabeza dentro del caparazón y, por lo tanto, los y las otras no pueden saber qué piensa, qué le pasa o qué siente.
Los niños y niñas que utilizan este tipo de comunicación, suelen sentir tristeza, enojo… ya sea hacia el resto, como también hacia ellos/as mismos/as, así como ansiedad ante las interacciones y una baja autoestima. Además, al no comunicar sus necesidades, estas no son tenidas en cuenta por los otros, hecho que puede llevar a conflictos puesto que sienten que no son valorados/as.
La comunicación agresiva es utilizada por personas que imponen sus opiniones, necesidades y preferencias, sin tener en cuenta a la otra persona, dominando en todo momento la conversación e incluso la relación.
El su discurso suele imponer su opinión o criterio de manera agresiva, sin dejar que la otra persona participe en la conversación, utilizando expresiones como: “más te vale”, “tendrías que”, “si no lo haces…”. A veces este tipo de comunicación también puede incluir críticas, humillación, invalidación de emociones del otro, sarcasmo, etc., con el objetivo de anular al otro y apropiarse de la conversación y/o la relación.
En el caso de los niños y niñas, representamos este estilo comunicativo con un león. Como rey de la selva, el león se impone al resto de animales con su rugido, utilizando el miedo que le pueden tener los otros para imponer lo que él quiere y salirse con la suya. Cuando lo molestan no lo explica, sino que ataca a los otros para defenderse.
Los niños y niñas que utilizan este tipo de comunicación, suelen mostrar emociones como ira o agresividad, mostrar una mirada directa y desafiante y un tono de voz brusco o elevado, llevándolos a tener muchos conflictos debido al rechazo que provocan en los iguales. Además, suelen sentirse frustrados y enfadados, puesto que suelen ser muy rígidos y necesitan salirse siempre con la suya.
Por último, la comunicación asertiva es utilizada por personas que expresan lo que piensan, lo que sienten y sus opiniones teniendo en cuenta la perspectiva y sentimientos de la otra persona. El estilo asertivo es la comunicación más eficaz, puesto que permite a la persona expresarse y opinar, pedir lo que necesita, negarse a lo que no quiere, o negociar cuando lo crea oportuno, sin incomodar, ofender o dominar a la otra persona.
En su discurso suele expresar las ideas o sentimientos de una manera adecuada, sin vulnerar los derechos del resto, pero respetando los propios, utilizando expresiones como: “qué te parece”, “a mí me gustaría”, “yo creo que”, “qué te parece sí…”. El discurso suele ser positivo y comprensivo, validando los sentimientos y emociones que pueda estar sentido la otra persona.
En el caso de los niños y niñas, representamos este estilo comunicativo con un búho. El búho es muy sabio y habla muy bien, es capaz de decir el que piensa, expresar el que lo molesta, dar su opinión, hacer propuestas, pero siempre con los ojos muy abiertos para observar cómo se sienten los otros y tenerlo en cuenta.
Los niños y niñas que utilizan este tipo de comunicación se muestran tranquilos, puesto que son capaces de expresar lo que piensan sin acumular tensiones ni tener muchos conflictos, mostrándose amables tanto hacia los otros como hacia ellos/as mismos/as. Además, comunicarse de manera asertiva les ayuda a tener mayor control de sus interacciones y sentirse con más capacidad para la resolución de conflictos, mejorando también su autoestima.
A partir de la explicación de los diferentes estilos comunicativos y de su personificación en diferentes animales, podemos crear un montón de juegos, ideas y materiales para trabajar con los niños y niñas la identificación tanto de su estilo comunicativo como lo de los otros, a empatizar cómo hacen sentir a los otros estos diferentes estilos, cómo nos comunicamos en según qué situaciones, qué podemos hacer para comunicarnos de manera más asertiva, y un largo etcétera.
Si os ha gustado el artículo y queréis que escribimos algunas ideas para poder trabajar todo esto con los y las peques de la casa, ¡no dudéis es escribirnos!
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
Emociones, Gestión Emocional, Infantil, Maternidad, NUESTRO BLOG, Parentalidad, Salud Mental, Terapia
¿Quién no conoce a un padre o una madre a la que le hayan dicho alguna vez que su bebé le está manipulando?
Se trata de una creencia muy extendida según la cual, los niños y niñas, ya en sus primeros meses de vida, pueden lograr que sus cuidadores actúen como ellos/as desean a través del llanto, y que dicha conducta va en aumento a medida que los peques crecen.
Sin embargo, los estudios científicos demuestran que esto resulta imposible. Al menos siendo tan pequeños, dado que aún no se ha desarrollado el pensamiento lógico y, por tanto, no pueden comprender las consecuencias de sus actos.
Entonces ¿qué es lo que ocurre en esos casos?
El llanto de los bebés es su única herramienta para expresar sus necesidades físicas y emocionales. Todas ellas naturales y perfectamente legítimas: hambre, sueño, afecto, consuelo… ¿Y por qué funciona esta herramienta? Porque supone un reclamo para sus progenitores, ya que solos no tienen la autonomía para saciar dichas necesidades.
El problema reside cuando el llanto de este bebé (o ya niño/a), empieza a contraponerse con los límites y las necesidades de la familia. Ya que, entonces, el llanto empieza a poder suponer un problema.
Si a esto le sumamos los continuos mensajes de fuentes externas que recibimos sobre la crianza de nuestros peques (tv, redes sociales, el otro progenitor, la familia extensa, la guardería, el colegio…) podemos llegar a sentir que realmente nos están manipulando a través del llanto.
¿Qué podemos hacer entonces?
Pese que ya sabemos que nuestros bebés no nos están manipulando porque realmente su cerebro no está lo bastante desarrollado como para hacerlo, llegará un momento en que sí lo esté, y lo que debemos hacer es prepararnos y enseñarles cómo gestionar sus necesidades sin sobrepasar las nuestras.
Y eso, pese a que suene muy difícil, lo podemos hacer des de los primeros meses de vida a través de los límites. Límites claros. Límites afectuosos. Límites premeditados. Límites que atiendan sus necesidades, las nuestras y las de las personas de nuestro alrededor.
Límites que sólo la familia directa debe decidir y que no deben ser juzgados des del exterior.
¿Y por qué hablamos así de los límites?
Porque mucha gente comprende la crianza respetuosa desde la necesidad de dar respuesta a todas las necesidades de los niños y niñas, y dejan de lado los límites comprendiéndolos como una forma de autoritarismo.
No lo son. Los límites se pueden, y se deben, poner des del respeto. Como una forma de cuidado del menor y de su relación con el entorno. Y que le ayudarán a entender hasta dónde puede llegar a través del lloro, del berrinche, de las discusiones e incluso, de la palabra, en un futuro.
Esperamos que os haya resultado interesante. Si tenéis dudas o queréis explicarnos vuestra experiencia con el llanto de vuestros peques, no dudéis en escribirnos.
¡Hasta el próximo miércoles!
El Equipo de Somni Psicologia
Autocuidado, NUESTRO BLOG, Salut Mental, Terapia
A menudo, cuando nos planteamos dar nuestra opinión o hablamos con la gente de nuestro alrededor, vamos con mucho cuidado con las palabras, la entonación y la intencionalidad de nuestro mensaje.
Tenemos muy claro que cuando nos comunicamos, nuestras palabras tienen un efecto en la otra persona. Sabemos que si utilizamos un lenguaje (verbal o corporal) agresivo, provocaremos malestar (tristeza, ira, decepción, rechazo) en el otro. Y, si somos persistentes en este estilo comunicativo, esta persona se alejará.
La cuestión de hoy es: ¿te has parado a pensar cómo afecta tu estilo comunicativo hacia ti mismo/a?
En todo momento (pero sobre todo cuando llega el verano y nos bombardean con mil mensajes sobre cómo tendría que ser nuestro cuerpo o nuestra vida), aparecen muchos mensajes mentales de juicio hacia uno/a mismo/a. Muy a menudo estos son de un estilo agresivo: “¡qué ridícula!”, “¿cómo se te ocurre salir así a la calle?”, “soy idiota”, “qué pringado”, “es normal que no te quiera nadie”.
Qué duro, ¿verdad? Cuando nos decimos estas cosas, lo que estamos haciendo es destrozar nuestra autoimagen y nuestra autoestima, provocando así una reacción de desprecio hacia uno/a misma. Además, estos mensajes disminuirán nuestra seguridad, haciéndonos más propensos y propensas a sufrir trastornos como la depresión y la ansiedad, y haciéndonos más vulnerables a las manipulaciones externas.
Así pues, desde aquí os recomendamos que os planteéis si diríais este tipo de mensajes a una persona que queréis mucho, como vuestra pareja, vuestro hermano pequeño o vuestra madre. Y en caso de que no, intentéis modificarlos en vuestra cabeza. Para hacerlo, os proponemos:
- Fíjate en tu lenguaje: el primer paso es identificar cómo te hablas y cuando lo haces de manera agresiva.
- Céntrate en las conductas: si hay algo que haces que no te gusta, en vez de hacer un juicio de quién “eres”, plantéate qué te gustaría hacer. En lugar de decir “soy un perezoso”, di “me gustaría ser más activo”.
- Céntrate en aquello que te gusta: no solo pienses en todo aquello de ti que no te gusta, también valora y ocupa espacio mental con las cosas que sí que te gusten.
- Practica la autocompasión: acepta que a veces habrá cosas que no harás bien, que te equivocarás o que no te gustarán. No pasa nada, es importante escucharte, aceptarte y no presionarte en exceso.
- Imagina que lo dice otra persona: si alguien otro se dijera a sí mismo/a estos mensajes, ¿cómo responderías? ¡Puedes probar entonces de darte estas respuestas a tú mismo/a!
¡Esperamos que este artículo os haya resultado interesante! Y si tenéis cualquier duda, pregunta o necesitáis ayuda, ¡estamos a vuestra disposición!
El Equipo de Somni Psicologia