¿Cómo ser más resiliente?

¿Cómo ser más resiliente?


Resiliencia

En épocas tan convulsas como la actual, aparecen muchos términos en la opinión pública con los cuales quizás no estamos familiarizados/as. Después de tanto tiempo en situación de pandemia, la palabra Resiliencia está en muchos medios.

En psicología, se entiende que la resiliencia es la capacidad de un ser humano de recomponerse después de una situación traumática, y ser capaz de poder reestructurar sus recursos psicológicos para llegar a tener una vida feliz.

El principal referente de este concepto es el psiquiatra y neurólogo Boris Cyrulnik, escritor de varios libros, siente el más famoso “Los patitos feos”, en que nos habla sobre algunas historias de resiliencia, entre las cuales está la suya propia.

Según este autor, para que una experiencia sea traumática, hace falta dos factores; el acontecimiento en sí, y la interpretación en nuestro imaginario del mismo. Dependiendo de cómo interpretamos aquella situación, nos marcará vitalmente en mayor o menor manera. En la infancia, esto es influenciado por cómo vemos que reacciona nuestra red familiar y de apoyo.

¿Qué está en nuestras manos? Según el Dr. Cyrulnik, lo que nos puede ayudar a fomentar la resiliencia en nuestras vidas se basa pues en nosotros/as y en quienes nos rodean. Primeramente, trabajar en nosotros/as, en nuestro mundo interior. Esto implica conocernos, cuidarnos y aprender a confiar en nuestras capacidades. También resulta relevante ser capaces de identificar nuestros estados emocionales de manera adecuada.

Por otro lado, habrá que crear vínculos afectivos sólidos, en los que podamos apoyarnos y compartir cómo nos sentimos. Si no obtenemos ayuda después de un momento traumático, nos resultará mucho más complicado ser resilientes. De hecho, si un niño maltratado obtiene apoyo y no se lo culpabiliza, podrá sobrevivir sin traumas en momentos complicados.

Os ofrecemos algunos consejos concretos para fomentar la resiliencia en vuestras vidas:

  • Mirad adentro: el autoconocimiento resultará la clave para poder sobreponeros e integrar los cambios de manera adecuada. Conoced cuáles son las vuestras principales fortalezas y habilidades, para poder diseñar unas metas objetivas y unos medios realistas. Tened presentes vuestras emociones, y las técnicas que os funcionan para gestionarlas.
  • Confiad en vosotros: muy ligado al anterior consejo, pero no menos importante. Procurad apostar por vuestra persona y por vuestras capacidades. A menudo, es nuestro propio discurso interno de autodesprecio el que no nos permite avanzar.
  • Pedid ayuda: compartid la experiencia, pedid ayuda a las personas que os quieren para compartir e integrar las emociones que acontecen. Y si lo valoráis necesario, pedid ayuda a un/a profesional.
  • Rodeaos de gente que sume: buscad tener a personas que os aporten, os apoyen y os generen confianza y seguridad. De este modo, será más fácil que podáis compartir y crecer juntas.
  • Gestionad las emociones, no los imposibles: cuando las situaciones están fuera de nuestro control, intentar controlarlas supondrá una fuente de estrés y frustración que no nos ayudará a avanzar. En vez de eso, procurad centraros en dar espacio a las emociones que sentís y gestionarlas de forma sana.
  • De todo se aprende: cada situación compleja nos ayuda a adquirir nuevas herramientas, de forma que centrarnos en aprendizajes también nos ayudará a salir adelante, y no quedarnos estancados/as en el trauma.
  • Flexibilizad con las metas claras: tan importante es tener los objetivos claros como poder flexibilizar en la forma de lograrlos. Los factores externos pueden forzarnos a tener que re-pensar cómo hacerlo, puesto que seguir con el plan anteriormente establecido no será viable, pero esto no hace que renunciemos a lo que queremos conseguir.
  • Potenciad vuestra creatividad: si queremos poder ser flexibles, será importante que pensemos de maneras diferentes a las que estamos acostumbrados/as. Por eso, fomentar la creatividad de la manera que más disfrutemos nos ayudará a diversificar opciones.
  • ¡Meditar ayuda!: aprender y practicar mindfulness o conciencia plena podrá favorecer a centrarnos en lo que está pasando, en vez de quedarnos atrapados/as en experiencias pasadas o dar demasiadas vueltas a posibles futuros. De este modo, podremos gestionar las cosas paso a paso y con la situación real.
  • El sentido del humor como herramienta: reír es una forma de cuidarnos. Si aprendemos a reírnos de las adversidades, podremos ver también los aspectos positivos de las situaciones, lo cual nos ayudará a llevarlas de una manera más ligera y encontrar nuevas maneras de adaptarnos.

Tened en cuenta que según el Dr. Cyrulnik, la vida vuelve después de un desastre, ¡a pesar de que quizás lo hace de una manera diferente!

¡Esperamos que os haya resultado útil esta entrada! ¡Hasta el próximo miércoles!

 El Equipo de Somni Psicologia

Me encuentro mal, ¿tendré COVID-19?

Me encuentro mal, ¿tendré COVID-19?

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Estamos viviendo tiempos difíciles. Muchas personas están contrayendo una enfermedad que no acabamos de entender, tenemos muchas libertades limitadas y no vemos a gente que queremos desde hace mucho tiempo. Todo esto se traduce en una incertidumbre constante, que nos provoca un malestar psicológico generalizado y persistente.

En un contexto así, es lógico que tengamos angustia y miedo. Estas emociones no dejan de expresarnos internamente el caos externo que estamos experimentando. A esto, se suma la falta de opciones para desahogarnos y relajarnos, que tantas otras veces hemos empleado: ya sea socializar con nuestras personas próximas, cambiar de aires explorando nuevos lugares o simplemente pasando la tarde en una cafetería.

¿Qué pasa con este miedo? A veces, una emoción tan intensa se traduce con sintomatología física, proceso llamado somatización. Es decir, nuestro cerebro, inundado de hormonas y neurotransmisores, puede querer dar significado a todo esto con síntomas físicos que, a pesar que nosotros y nosotras los notemos como reales, pueden no tener una base fisiológica. O el que es el mismo, notamos que estamos enfermas y enfermos sin estarlo.

A día de hoy, todas y todos conocemos cuáles son los síntomas físicos más habituales en el COVID-19, y en algún momento podemos notar que tenemos fatiga, dolor de cabeza, picor en el cuello o incluso fiebre. Y nos ponemos el termómetro. Y entonces, cuando el termómetro nos dice que todo va bien, se nos pasan todos los males. 

¿Quiere decir que, de repente, somos hipocondríacos/as? ¡Está claro que no! Es una reacción lógica y normal a la ansiedad y la preocupación que podemos sentir estos días.

Y pues… ¿qué hago si noto que tengo estos síntomas? Desde aquí, os recomendamos:

  • Evita mirar las noticias y/o buscar síntomas por Google: a menudo, al querer estar informadas e informados, estamos buscando información de manera constante. En este caso, puede resultar perjudicial puesto que aumentará las emociones anteriormente mencionadas, acentuando las molestias físicas.
  • Haz una actividad que te relaje y te ayude a desconectar: es importante que podamos bajar el nivel de ansiedad. Si cuando nos sentimos más relajadas/os nos notamos bien, claramente era un síntoma generado por el miedo.
  • Escúchate: nadie te conoce mejor que tú mismo/a. Fíjate si los síntomas que notas son parecidos a algo previo, y si son persistentes en el tiempo incluso cuando no piensas en este tema. Evalúa si te notas más tenso/a últimamente y si esto puede estar provocando este malestar, o si por el contrario, las sensaciones son nuevas y prevalentes.
  • Analiza el contexto: racionalizar puede ser también bastante útil en estos casos. Pregúntate: ¿has podido entrar en contacto con alguna persona que esté enferma? ¿Has sido un contacto estrecho? Si es poco probable, entonces seguramente sea un síntoma somatizado.
  • Date tiempo: la ansiedad y la preocupación están tan presentes que no podemos esperar gestionarlas en cuestión de minutos. Date un margen de tiempo para poder calmarte y ver como evolucionas.
  • Pide ayuda en el centro de salud: Finalmente, si notamos que la sintomatología persiste a pesar de haber llevado a cabo alguna de las pautas anteriores, es importante llamar al 061 y/o pedir ayuda en un centro de salud para descartar la existencia de la enfermedad. ¡Sería irresponsable por nuestra parte no seguir el protocolo de actuación! Además, si finalmente sale negativo, muy probablemente dejamos de sentir el malestar físico.

Recordad que, si después de hacer las pruebas, seguimos notándonos nerviosos/as, podemos pedir ayuda a profesionales para obtener las herramientas necesarias de gestión emocional.

Esperamos que os haya resultado muy útil, ¡nos vemos la próxima semana!

El Equipo de Somni Psicologia.

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