¿A DÓNDE VAN LAS EMOCIONES?

¿A DÓNDE VAN LAS EMOCIONES?

En muchas ocasiones, la gente piensa que, si ignora una emoción, la bloquea o la aparta, ésta desaparece. Se esfuma, se disuelve y se va. ¿Es así? 

Para empezar, comprendamos que las emociones son reacciones automáticas, es decir, a partir de un estímulo del entorno, nuestro cerebro motiva una serie de reacciones químicas y hormonales. Estas reacciones provocan una activación de diferentes partes del cuerpo, como puede ser un aumento del flujo sanguíneo hacia los músculos; segregar lágrimas; agudizar el oído… 

Todas estas reacciones son totalmente involuntarias, lo que implica que las reacciones sucederán, les hagamos caso o no.  

Entonces, ¿para qué vamos a hacer caso a algo que nos puede resultar desagradable? No nos engañemos: la ira, el miedo o la tristeza no resultan de nuestro agrado. Pero obviamente, tienen una función básica, normalmente relacionada con nuestra supervivencia. Y el hecho de ignorar nuestras emociones, efectivamente, no las hará desaparecer. 

Lo que sucederá inicialmente es que nos afectará a nuestra calidad de vida. Puede que aparezca el insomnio, la falta de hambre o la sobreingesta de comida; ir mucho al baño o tener estreñimiento, dolores de contracturas musculares en distintos sitios del cuerpo, … Es decir, nuestra vida se verá afectada por consecuencias de la activación física que, al ignorarla, no ha encontrado ninguna salida. 

¿Y si seguimos sin hacer caso? Digamos que el juego sube de nivel. Entonces, empezaremos a tener dolencias físicas, con lesión física real, pero con origen emocional. Un ejemplo son las personas que desarrollan úlceras por el estrés. Como se pasan mucho tiempo en modo alerta, el cual descuida el aparato digestivo para focalizarse en los músculos y así fomentar la supervivencia y una huída, el estómago deja de hacer la barrera protectora y los propios ácidos agujerean la pared del mismo. Otro ejemplo son las personas que desarrollan vértigos por el hecho de tener unas contracturas en las cervicales tan intensas que acaban clavándose y/o pinzando nervios. 

Cabe comentar también que, en algunos casos, hay personas que desarrollan lo que se llama Trastornos Conversivos. Estos son parálisis musculares, dolencias varias o incluso ceguera que no tienen ninguna base física. Es decir, si se analiza el ojo y nervios de una persona con una ceguera conversiva, están perfectos. No debería haber ningún problema. Pero la persona no ve. 

Así que, como puedes ver, ¡gestionar tus emociones sólo te aportará salud y calidad de vida! Y si notas que te cuesta, ten presente que podemos acompañarte a nivel terapéutico, ¡y que este julio se hará una formación en la que ofreceremos recursos de gestión emocional! 

¡Esperamos que te haya resultado súper interesante! ¡Hasta la semana que viene! 

El Equipo de Somni Psicologia 

Duelo y emociones

Duelo y emociones

Todas y  todos pasamos por duelos. Un duelo no tiene por qué ser exclusivamente una pérdida física de una persona; podemos pasar por un duelo por una pérdida material, por una pérdida emocional, por un cambio de rutina, de trabajo, de pareja u otras situaciones.  

Cuando sufrimos una desvinculación con alguna relación, persona, animal u objeto sentimos diferentes emociones. Estas suelen correlacionar con las diferentes fases que componen un proceso de duelo. Como siempre decimos, todos y todas somos diferentes, tenemos diferentes patrones de pensamiento, de comportamiento y de emociones. Así pues, un duelo no será igual para todo el mundo, sino que único y exclusivo de la persona que lo vive, es por eso que debemos de respetar los ritmos y las emociones de cada uno/a.   

Cuando sufrimos un duelo, los primeros síntomas emocionales suelen ser emociones desagradables, tales como injusticia, rabia, ira o negación. No queremos creer por lo que estamos pasando, queremos negarlo a toda costa y no aceptar la pérdida. Esto conlleva tensión, irritabilidad y como decíamos incluso rabia y enfado. En esta primera fase, evitamos hablar del tema ya que nos genera emociones difíciles de gestionar. 

Una vez aparecen estas emociones tan intensas, extremas, desagradables e incluso incontrolables, entramos en una fase de culpa, pena, tristeza, frustración y nostalgia. Estas emociones nos ayudan a ir aceptando aquello que no queríamos aceptar al principio del duelo. Nos sentimos vacíos con sentimiento de desesperanza y poco a poco vamos aceptando la realidad vivida. En esta segunda fase, podemos hablar sobre la pérdida, pero nos derrumbamos y nos sentimos muy tristes al hacerlo. 

Más tarde aparecen emociones menos intensas y más coherentes, aceptamos la realidad, podemos hablar de ella, aunque aparezcan momentos de tristeza y aparece mucha melancolía y nostalgia. Podemos ir siguiendo nuestra rutina con más normalidad y los sentimientos son menos intensos y no nos interfieren tanto en nuestras tareas cotidianas.  En esta tercera fase es más fácil hablar sobre la perdida sin caer en el desamparo ni en la desesperanza, aunque eso no quiere decir que no podamos desmoronarnos al hablar sobre ello en alguna situación puntual. 

A medida que pasamos por las tres fases emocionales, más podemos hablar abiertamente sobre la pérdida, y más fuertes nos sentimos al hacerlo. Como hemos dicho al inicio, no hay que tener prisa por avanzar de fases, no hay un tiempo establecido para cada una, aun así, si os notáis estancados/das en alguna podéis buscar ayuda de un profesional para poder avanzar y tener un duelo más sano.   

¡Esperamos que os haya resultado útil! Si necesitáis ayuda, tenéis alguna duda o queréis hacernos una sugerencia, ¡siempre estaremos a vuestra disposición! 

El Equipo de Somni Psicologia

¿La maternidad y la culpa son inseparables?

¿La maternidad y la culpa son inseparables?

Des del momento en que nos hacemos un test de embarazo y descubrimos que vamos a ser madres, descubrimos también un gran abanico de emociones.  

Algunas de ellas son desconocidas para nosotras; otras las hemos vivido ya, aunque nunca con tanta intensidad; y muchas otras eran conocidas, pero nunca las hubiésemos asociado a las situaciones en que aparecen ahora. 

Hoy hablaremos sobre la culpa. 

Hace poquito oímos una frase que nos dejó heladas. Decía “la maternidad y la culpa son inseparables”. ¿Qué opináis vosotras y vosotros? ¿Creéis que es real? 

Tal como os contábamos la semana pasada en este blog, todas las emociones son adaptativas (nos ayudan a sobrevivir como especie) y cumplen con un objetivo muy concreto. El de la culpa, es ayudar a la persona a activarse y responsabilizarse. Y, ¿qué puede implicar más responsabilidad que ser madre? 

Biológicamente, las mujeres cis estamos predispuestas a adquirir esta responsabilidad. Nuestro cerebro procesa la información que deriva de nuestras/os peques de forma distinta a como la procesa el cerebro del padre o de las personas externas al niño o la niña. Y, por tanto, si existe esta sensación de responsabilidad, es muy fácil que aparezca la culpa. 

Sin embargo, pese a ser una emoción adaptativa, puede ser difícil gestionarla.  

En muchas ocasiones, encontramos que detrás de la dificultad existen conceptos como los siguientes: 

  • Hiperresponsabilidad: Es muy importante saber en qué medida podemos influenciar en el desarrollo de nuestros niños y niñas, y no sobredimensionarla.  
  • Expectativas poco realistas: Como la idea de ser una “súpermadre” o que nuestros/as peques sean unos “súperniños”. 
  • Comparaciones con otras madres o con información externa: Es muy fácil compararse, y en este caso no nos ayuda nada. 
  • Baja tolerancia al error: Por desgracia, seguimos oyendo mucho el comentario de “es una mala madre”. 

Estos conceptos aumentan la intensidad en que vivimos dicha emoción y dificultan mucho su gestión, pudiendo suponer consecuencias a nivel emocional y a nivel de crianza. 

Entonces ¿la maternidad y la culpa son inseparables?  

Para nosotras la respuesta es clara: la culpa es inseparable del ser humano, sí. Y es cierto que, durante la maternidad, puede aparecer con más frecuencia debido a la responsabilidad que sentimos frente a nuestros niños y niñas. Pero no por ello tiene que ser un estado frecuente o permanente, ni tiene por qué vivirse con una intensidad que no podamos gestionar. 

Si es así, es porque detrás de esta culpa existen ciertos conceptos que la están intensificando o manteniendo y que debemos trabajar para proteger nuestra salud mental como madres. 

Esperamos que este artículo os haya resultado útil e interesante. Si os habéis identificado y creéis que hay cosas que os gustaría trabajar, no dudéis en contactar con nosotras y os ayudaremos en todo lo que podamos.   

¡Restamos a vuestra disposición! 

El equipo de Somni Psicologia 

La teoría de las inteligencias múltiples

La teoría de las inteligencias múltiples


inteligencias

Hoy nos despedimos de nuestro blog para dar entrada a las vacaciones de verano, y queríamos hacerlo hablando de la inteligencia.

La inteligencia es un concepto de gran interés para todo el mundo. Para muchos y muchas, es una especie de poder que se desea adquirir, manipular y comprender. Puede llegar a convertirse en objeto de envidia de algunas personas y de orgullo para muchas otras. Puede afectar a nuestra autoestima, a nuestro autoconcepto, e incluso a la forma en que nos relacionamos con los demás.

A pesar de ello, la interpretación que actualmente hace nuestra sociedad de este concepto, dista mucho de todo aquello que puede llegar a incluir. Y lo reducen a los conocimientos adquiridos, la capacidad lógica y la capacidad verbal, que es lo que miden la mayoría de test.

Pero tal como expone el psicólogo estadounidense Howard Gardner, “La inteligencia, lo que consideramos acciones inteligentes, se modifica a lo largo de la historia. La inteligencia no es una sustancia en la cabeza como es el aceite en un tanque. Es una colección de potencialidades que se completan”.

De aquí nace la Teoría de las Inteligencias Múltiples, propuesta por este autor. Se trata de una contrapropuesta a la concepción del paradigma de una inteligencia única, definiendo 8 tipos de inteligencia, que se centran en las distintas potencialidades o talentos de cada individuo.

Estos son los tipos de inteligencia que propone:

  • Inteligencia lingüística: Es la habilidad de dominar el lenguaje y la comunicación, tanto a nivel oral como a nivel escrito.
  • Inteligencia lógico-matemática: Es la habilidad que se ha considerado durante muchos años la inteligencia en bruto. Se trata de la habilidad para razonar de manera lógica y la capacidad de resolver problemas matemáticos.
  • Inteligencia espacial: Es la habilidad para observar el mundo y los objetos desde distintas perspectivas, permitiéndonos manipular las imágenes mentales y crearlas para solucionar problemas.
  • Inteligencia musical: Es la habilidad para elaborar, componer o interpretar piezas musicales.
  • Inteligencia corporal y cinestésica: Es la habilidad para mover el propio cuerpo y coordinar los movimientos, lo que puede incluir el uso de herramientas, el deporte, la expresión emocional a través del cuerpo…
  • Inteligencia intrapersonal: Es la habilidad de conocer y gestionar nuestras propias emociones y pensamientos. Controlando nuestro foco atencional, permitiéndonos reflexionar sobre estos elementos y dando lugar a la introspección.
  • Inteligencia interpersonal: Es la habilidad para relacionarse con los demás. Nos permite detectar y comprender las circunstancias y problemas de las personas de nuestro alrededor.
  • Inteligencia naturalista: Es la habilidad que nos permite detectar, diferenciar y categorizar los aspectos vinculados al entorno, como por ejemplo las especies animales y vegetales o fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los fenómenos de la naturaleza.

Según esta teoría de Gardner, todas las personas presentamos todas y cada una de estas ocho clases de inteligencia, pero cada individuo destaca más en algunas de ellas y puede presentar mayor dificultad para otras.

Hay que tener en cuenta que, pese a que la educación en las aulas se ha centrado más en ofrecer contenidos y estrategias académicas para fomentar principalmente los dos primeros tipos de inteligencia (lingüística y lógico-matemática), según Gardner, ninguna de estas inteligencias tiene mayor importancia que las demás.

Es por esta razón que os invitamos a aprovechar las vacaciones de verano para fomentar el desarrollo de las habilidades que no podemos practicar tanto en la rutina de nuestro día a día. ¡Y no sólo para niños y niñas! Como personas adultas seguimos pudiendo fomentar estas habilidades y no debemos perder la oportunidad de hacerlo.

Esperamos que esta entrada os haya resultado interesante y útil. Os esperamos con mucho más contenido a partir de la primera semana de septiembre.

¡Os deseamos unas felices vacaciones!

El Equipo de Somni Psicologia 

Las emociones de las vacaciones

Las emociones de las vacaciones


vacaciones

Llega el verano, y con él, las mil y una expectativas. Hay personas que disponen de vacaciones estos días, y tan si es así como si no, probablemente todas llevamos meses imaginándonos cómo será esta época veraniega.

A menudo, imaginamos que el verano será idílico; estaremos haciendo muchísimas actividades diferentes, con amistades, familia y/o pareja, y todo lo que sentiremos será alegría y desconexión. Pero la vida no es una película ni un video de una red social.

¿Qué queremos decir con esto? Pues que es lógico y normal que vivamos varias emociones estos meses, y no todas ellas sean agradables. Puede ser que nos sentimos frustradas y frustrados cuando haya planes que se cancelen o haya imprevistos (relacionados o no con la COVID-19); puede pasarnos que nos sintamos aburridos o aburridas porque no sabemos cómo rellenar nuestro tiempo; o incluso que nos agobiemos por exceso o carencia de planes. Quizás nos sentimos tristes a causa de alguna pérdida significativa, que se hace más patente estas semanas; o asustados/das a causa de los rumores de nuevos brotes.

Sea cual sea la emoción que destaque, ¡es sana! Es muy importante que la escuchemos y la aceptemos, y que procuremos darnos un espacio a vivirla. ¿Qué más podemos hacer?

  • Podemos hablarlo con personas próximas o escribirlo en un diario
  • Podemos hacer un registro de nuestras emociones para comprenderlas de manera más cuidadosa
  • Podemos hacer deporte, o alguna actividad física diferente que nos estimule, como hacer excursiones
  • Podemos organizarnos una rutina de actividades a hacer, de forma que reducimos la apatía y/o el caos
  • Podemos procurar bajar revoluciones viendo una película y/o leyendo un libro
  • Podemos simplemente relajarnos tomando un poco el sol (¡con protección!)
  • Podemos quedar con unos amigos o amigas de manera presencial o, incluso, ¡telemáticamente!
  • Podemos pedir ayuda a la gente de nuestro alrededor y/o a uno/a profesional

Entendamos pues que es importante poder disfrutar del buen tiempo, siempre y cuando no nos presionamos en exceso y seguimos cuidando nuestra salud mental. ¡Los altibajos son normales!

¡Esperamos que os haya gustado esta reflexión! ¡Que tengáis una buena semana!

El Equipo de Somni Psicologia 

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