Autocuidado, Autoestima, Emociones, Gestión Emocional, Infantil, Maternidad, NUESTRO BLOG, Parentalidad, Salud Mental, Terapia
A menudo, vienen familias a nuestro centro comentándonos que sus peques no quieren asistir al colegio. Hablan de tristeza en casa, momentos de difícil gestión previos a ir al centro educativo y enfermedades sospechosas que aparecen y desaparecen según el contexto en que se encuentren.
Normalmente, este rechazo escolar se debe a la ansiedad que sienten estos niños y niñas respecto algo que ocurre en el colegio y que han sobregeneralizado, de forma que actualmente envuelve todo el contexto educativo.
Por tanto, no es un berrinche sin más, hay una ansiedad detrás que debemos abarcar y tratar, a fin de que el niño o la niña pueda asistir al colegio sin sufrir como lo hace en este momento.
Entonces, si se trata de ansiedad ¿debemos ceder y dejar que no asista a clase?
La ansiedad puede resultar totalmente abrumadora si nos están haciendo esta demanda, pero la respuesta es un rotundo no. Lo que debemos hacer es mirar de adaptarnos a su situación, empatizar y acompañarlos/las en la exposición a la situación ansiógena para ayudarles a obtener recursos.
Y ¿Cómo podemos hacerlo?
En primer lugar, y más importante, debemos iniciar un proceso de diálogo, si no lo tenemos ya, con el centro educativo. Tenemos que intentar descubrir dónde está la base del problema y guiarles para que puedan prestar especial atención al seguimiento del niño o la niña.
Otro punto clave es la confianza con el centro educativo. Cuando vemos sufrir a un hijo o una hija es muy difícil tolerar la impotencia de no estar presente en las horas de clase, pero debemos hacer un trabajo de confianza hacia el protocolo del centro educativo y los/las profesionales que se encargan de gestionarlo. Tampoco será fácil para ellos y ellas, pero lo estarán intentando en la medida que les sea posible.
En segundo lugar, es importante trabajar la comunicación y la empatía en casa. Deberemos buscar la causa, la fuente de esta ansiedad, y debemos hacerlo en el entorno de máxima confianza, pues los peques no siempre podrán mostrarse totalmente vulnerables en el entorno que les genera ansiedad. ¡La intervención en casa es clave!
Para hablar sobre ello, recordad la importancia de la validación emocional. Posiblemente nuestro niño o niña habrá tomado decisiones que no nos parezcan del todo adecuadas, pero debemos dejar el juicio de lado, validar su estado emocional, acompañarle y crear un espacio seguro para proponer alternativas.
En tercer lugar, la clave para ayudarles será la exposición. Los menores deben asistir al colegio y no podemos denegarles ese derecho pese a la ansiedad que este suponga para ellos/as. La exposición será dura y deberemos trabajar nuestra empatía en todo momento, pero los límites serán la clave.
- La tristeza el domingo por la noche
- El llanto cuando pida no ir a la escuela
- Cuando se tenga que vestir por la mañana
- Al subir al coche o salir de casa
- Los “no me puedes obligar”
Todos serán momentos duros pero que les ayudarán a largo plazo para poder gestionarlo. La clave está en validarles emocionalmente, mantener el límite y aguantar, por muy duro que sea.
En cuarto lugar, es clave acompañar la emoción a la salida del colegio, abrir un espacio de comunicación con nuestros peques y consultar con los referentes del centro educativo. Esta primera parte será clave para poder mostrar empatía, para recopilar información y para buscar estrategias conjuntamente.
Pero después, no olvides la importancia de buscar momentos de felicidad absoluta cada día. Id al parque, jugad juntos a algo que le guste, pensad planes para el fin de semana, ¡cualquier cosa vale! Lo más importante es poder ayudarle a desconectar de la ansiedad y romper con el malestar por un ratito.
Esperamos que os haya resultado interesante el artículo y que haya ayudado a gestionar la situación en casa. Pero recordad, si sentís que una situación así se os va de las manos, no dudéis en acudir a un/a profesional.
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
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Las adaptaciones son una de las principales estrategias de las ciencias educativas para conseguir la inclusión en las aulas.
Sin embargo, muchos niños, niñas, adolescentes o familias se posicionan completamente en contra de ellas y no las aceptan. ¿Por qué ocurre esto?
La principal razón es que, pese a que estas adaptaciones están creadas para disminuir las barreras de aprendizaje, muchas personas consideran que su aplicación puede suponer consecuencias más graves de las que están observando sin aplicarlas.
Entre otros, los principales miedos que tendemos a escuchar son los siguientes:
- ¿Cómo podrá adaptarse a otras etapas educativas o laborales si se acostumbra a tener estas ayudas?
- ¿Estas adaptaciones pueden dificultarle el acceso a algún título educativo o a alguna posición en el mundo laboral?
- ¿Cómo lo/la verán los y las compañeras si está haciendo cosas diferentes? ¿Va a ser estigmatizada/o?
- ¿Y qué va a pasar con su autoestima si ve que le ayudan tanto y al resto no?
Todos estos miedos son completamente naturales. Es más, ¿quién no conoce algún caso en que se haya dado alguna de estas situaciones?
No obstante, el rechazo total de estas adaptaciones puede suponer consecuencias más graves para nuestros/as peques:
- Bajada del rendimiento escolar
- Desregulación emocional
- Bajada de autoestima
- Interacción social
- Rechazo escolar
- Fracaso escolar
Sí, lo sabemos, visto así parece que sólo haya consecuencias negativas hagamos lo que hagamos. Esto es porque, pese al trabajo que hay detrás de la educación inclusiva y del progreso que hemos ido observando en los últimos años, la sociedad sigue comprendiendo la educación como el alcance de hitos educativos según la edad, lo que deja atrás a todos aquellos niños, niñas y adolescentes que puedan no alcanzarlos.
Sin embargo, en la actualidad, estas adaptaciones son el mejor recurso del que optamos para poder ayudar a todas estas personitas que no están llegando estos aprendizajes o hitos educativos. Y bien aplicadas, pueden ayudarles mucho en su camino como estudiantes.
Estas adaptaciones se crearán de forma personalizada para quien las necesite, incidiendo en mayor o menor grado y afectando a la metodología o al propio contenido del currículo académico, para complementar las habilidades del niño, niña o adolescente.
En su elaboración, distintos profesionales especializados (tutores/as, maestros/as de educación especial, referente del EAP…) elaborarán una propuesta que la familia podrá revisar, expresar sus miedos y comentar posibles alternativas.
A pesar de ello, es un proceso que puede suponer mucho miedo e inseguridad, no sólo en el/la menor, sino también en todo el sistema familiar a la hora de tomar decisiones tan importantes.
En estos casos, recomendamos pedir ayuda. Sabemos que la familia no tiene por qué ser experta en salud mental y educación inclusiva. En estos momentos, son claves las coordinaciones entre el/la profesional de la psicología, el centro educativo y la familia.
Esperamos que os haya resultado interesante el artículo y, si os encontráis en un proceso como este, no dudéis en contactarnos si necesitáis ayuda. ¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia
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Falta muy poquito para que lleguen las notas de los colegios y eso supone un episodio importante para muchas familias.
Y es que estas calificaciones pueden suponer un antes y un después sobre cómo los padres y las madres conciben las habilidades de sus peques. Y, consecuentemente, en cómo los niños y niñas conciben sus propias habilidades.
Es un momento muy delicado. ¡Y no sólo en el caso de las malas notas! Tenemos que prestar especial atención a la forma como reaccionamos y cómo nos comunicamos con nuestros/as peques en el momento en que abrimos ese temido sobre.
Hay que tener en cuenta que, las notas, no sólo pueden inquietarnos a nosotras, las personas adultas. Los y las peques ponen gran parte de sus deseos y expectativas entorno a sus propios resultados académicos y, a partir de las calificaciones que obtengan, valorarán muchos aspectos de su día a día: sus propias habilidades, los conocimientos obtenidos, su autoestima, el esfuerzo invertido, la constancia…
Por tanto, nuestra reacción ante ellas podrá suponer que esta autovaloración se negativice o se positivice.
Y, ¿qué debemos hacer?
- El momento de ver las notas debe ser un momento de tranquilidad. Tenemos que gestionar nosotros/as las emociones que nos despierten las calificaciones para no influenciar a nuestras hijas/os, con las mismas. Para ello, podemos intentar mantener una comunicación abierta con los y las maestras para estar anticipados/as de lo que nos vamos a encontrar cuando abramos el sobre. Así, lo tendremos ya digerido en el momento clave.
- Antes de abrir el documento, podemos preguntar a nuestros/as hijos/as qué sienten respecto sus notas. ¿Están contentos? ¿Se sienten orgullosos/as de su trabajo? Estas simples preguntas nos ayudarán a afrontar la situación validando sus emociones y ayudándoles a gestionar emocionalmente el momento de verlas.
- Es importante que el momento de revisar las notas sea una actividad conjunta. Podemos dejar que nos las expliquen o ir leyendo en voz alta. Sobre todo, debemos evitar el momento de lectura en voz baja con el menor delante. Ese silencio largo, puede augmentar los nervios de nuestros niños y niñas, dificultando su gestión emocional.
- Puede ayudar separar las notas por asignaturas y dejar que hablen sobre cada una de ellas. Explicar lo que recuerde de lo que han hecho, qué más le ha gustado, lo que le cuesta, alguna experiencia que quiera comentar… Eso le ayudará a integrar el porqué de dichas calificaciones.
- Ante las asignaturas con peores calificaciones, podemos hablar de puntos fuertes y débiles. Es importante normalizar que todos y todas los tenemos, y reforzar el esfuerzo y la constancia. Necesitan saber que sentimos orgullo de ellos/as, y que confiamos en que seguirán esforzándose por adquirir los aprendizajes.
- Es muy importante reforzar todas las pequeñas mejoras, no únicamente los grandes éxitos. Pensemos que para un/a niño/a que siempre suspende las matemáticas, una nota que dice que se está esforzando y, pese a no haber aprobado, ha hecho una mejora, es una evolución que debemos reforzar para que siga esforzándose.
- Y, finalmente, pero no menos importante, debemos validar todas las emociones que aparezcan. No sólo las que muestren mientras miramos las notas, sino también todas las que les pueden haber acompañado a lo largo del trimestre. ¡Pueden ser muchas!
¿Y qué pasa si las notas son realmente desastrosas?
Es verdad que hay ocasiones en que es muy difícil aplicar todo aquello que os comentábamos hasta ahora. Hablamos de casos de niños, niñas o adolescentes que realmente obtienen resultados muy por debajo de lo esperado.
Debemos tener en cuenta que ningún menor obtiene malas notas por placer. Detrás de esto puede haber múltiples causas y todas ellas merecen especial atención: falta de hábitos de estudio, de herramientas, de motivación, dificultades académicas, emocionales…
En estos casos, debemos aplicar aún con más delicadeza cada uno de los consejos anteriormente mencionados, centrándonos especialmente en reforzar cada pequeña mejora y motivarle para esforzarse en un futuro.
Aquí será aún más importante, pese a que sea mucho más difícil, mantener en todo momento una comunicación asertiva y afectiva, evitando gritos o castigos, y validando todas las emociones que aparezcan en torno a este suceso.
Posteriormente, podremos crear un nuevo plan de estudio conjuntamente, analizando qué ha pasado y qué podemos hacer para mejorar esta situación de cara a próximos cursos o trimestres.
Esperamos que este artículo os haya resultado interesante y que la semana que viene podáis aplicar todos estos tips con las notas del colegio. Si necesitáis ayuda, no dudéis en escribirnos.
¡Hasta la semana que viene!
El Equipo de Somni Psicologia.