¿Se te ha comido la lengua el gato? El mutismo selectivo
Algunos niños y niñas que saben hablar y, normalmente lo hacen sin problema, pueden quedarse sin habla ante situaciones sociales en las que esperamos que den una respuesta verbal.
Esto tiende a preocupar a los referentes que estamos alrededor y a ponernos en una situación bastante incómoda. Nos preguntamos “¿qué debe pasar por su cabeza? ¿por qué no contesta?”; tendemos a dejarnos llevar por nuestra propia frustración hablando nosotros, haciendo más preguntas o enfadándonos, incluso, podemos llegar a castigarles. Pero, ¿qué podemos hacer, sino?
La respuesta es, en primer lugar, parar y pensar que esto no es algo personal. Si un niño o niña que sabe hablar no contesta ante algunas situaciones sociales, pero sí ante otras, no es porque no quiere, sino porque no puede. Esta situación puede deberse a su estado emocional. ¿A qué nos referimos con esto?
En muchas ocasiones, la dificultad para emitir el habla va vinculada a la ansiedad y, por tanto, la persona que no es capaz de hablar en esa situación, lo está pasando realmente mal.
Si bien es cierto que hay muchas personas tímidas que sienten ansiedad ante muchos contextos sociales y que desearían poder evitarlos, hoy nos referimos a aquellos que realmente sienten tanta ansiedad, que no pueden emitir la voz por mucho que lo intenten.
Según el DSM-5, el mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad caracterizado por el fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar (como el colegio, las extraescolares o los encuentros familiares), a pesar de hacerlo en otras situaciones.
Esta alteración debe interferir en los logros educativos, laborales o en la comunicación social y debe durar como mínimo un mes, sin que haya ocurrido ningún cambio relevante que justifique la aparición de timidez.
Es importante que no se atribuya a la falta de conocimiento o a la comodidad con el lenguaje hablado necesario en esa situación social. Y que no se explique mejor por un trastorno de la comunicación, trastorno del espectro del autismo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
¿Cómo puede ayudar la familia?
- Reaccionar con normalidad ante situaciones que le generen elevada ansiedad o que puedan provocar el mutismo: No anticiparlas con mucho tiempo ni hablar mucho de ellas, y en el caso de que haga mutismo, no darle mayor importancia.
- Evitar la sobreprotección: Ver sufrir a nuestros hijos e hijas de esta manera es muy difícil y, a menudo, tendemos a querer evitar su sufrimiento evitando los estímulos que les generan ansiedad. Así no les estamos ayudando ya que no damos margen al aprendizaje.
- Facilitar el afrontamiento a las situaciones problemáticas: Podemos crear situaciones que se aproximen a la que les preocupa para que practiquen el afrontamiento a la situación real o dar ayudas para que puedan afrontar la situación por sí solos.
- Trabajar la identificación y gestión emocional: Si hablamos sobre emociones en casa, vemos películas o leemos cuentos sobre ellas, y damos herramientas de gestión de la ansiedad, nuestros hijos e hijas podrán gestionar mejor estos contextos.
Esperamos que el artículo te haya resultado interesante, ¡y si tienes cualquier pregunta y/o comentario no dudes al escribirnos!
El Equipo de Somni Psicologia