¿Cómo responder ante un problema?
Seguro que alguna vez os ha pasado que habéis intentado ayudar a alguien, a vuestra manera, y esta persona no se ha sentido ayudada. ¿Verdad que se os ha hecho raro?
Pues muy probablemente sea porque vosotros/as tenéis tendencia a resolver los problemas desde un punto de vista principalmente, y la otra persona tiende a funcionar con otro.
¿Qué queremos decir? Pues que, para encararnos a un problema, siempre lo tenemos que abordar desde dos puntos de vista diferentes: el práctico y el emocional. Y normalmente tendemos a ser más adeptos de un estilo o del otro.
Para que nos entendamos, os explicamos los dos enfoques:
La parte práctica de un problema reside en la búsqueda de soluciones. ¿Qué cosas podemos hacer para resolverlo? ¿A quién podemos pedir ayuda? ¿De qué manera se puede solucionar?
Cuando encaramos la parte práctica, disminuimos el impacto de las consecuencias del problema de manera práctica, puesto que realizamos todo de conductas para resolver la situación. Por ejemplo, si pierdo el trabajo y necesito uno nuevo, el enfoque práctico será buscar ofertas, actualizar y enviar currículums y hacer entrevistas. De este modo, me aproximaré a la solución del problema: tener un nuevo trabajo donde vuelvo a tener unos ingresos económicos.
La parte emocional se centra en qué nos hace sentir este problema, y en cómo lo gestionamos. Las emociones que nos nazcan pueden ser muy invalidantes y, por tanto, necesitan ser tratadas. En el ejemplo anterior, quizás puedo sentir miedo e inseguridad, por el hecho de no encontrar trabajo o porque temo no salir de esta económicamente; puedo sentir que mi autoestima está afectada o sentimientos de fracaso; puedo sentir angustia porque quizás tengo alguien a mi cargo (como hijas o hijos) y no quiero que los falte de nada.
Esta faceta de los problemas tiende a ser ignorada, pero tengamos presente que la gestión adecuada de estas emociones será crucial para que el problema se resuelva también de manera exitosa. Porque quizás sí que encuentro trabajo, pero no me saco de encima la sensación de fracaso, o la angustia. En este caso, como os hemos explicado varias veces, haremos las tres fases: (1) Identificación y aceptación, (2) Expresión, y (3) Relajación.
Puntualizaros también que no siempre se podrá llevar a cabo ambas facetas de un problema. Hay problemas que solo podremos gestionarlos de manera emocional, como puede ser el luto por la pérdida de un ser querido o el miedo por el bienestar de otro. En estos casos en que la solución práctica no está en nuestro alcance, tendremos que enfocarnos exclusivamente a la parte emocional.
Así pues, la próxima vez que alguien os pida ayuda, fijaos si realmente busca una solución práctica o una emocional, y procurad ofrecerle lo que necesita. ¡O quizás ambas si hace falta! Pero tengamos presente que, cuando buscamos ayudar a una persona, ¡nos tenemos que adaptar a la misma!
¡Esperamos que os haya resultado muy interesante y útil! ¡Hasta la semana próxima!
El Equipo de Somni Psicologia